El palo del Govern

Leía el otro día que, después de año y medio de bronca, finalmente Endesa se avino a retirar un palo eléctrico que atravesaba el balcón de un domicilio particular de Sant Quirze del Vallès. Intuyo la alegría de la propiedad después de quitarse el palo de encima. La vida, sin palos, es mucho mejor. ERC y Junts también ponen cara de haberse sacado un palo del balcón que compartían desde Junts pel sí, que resultó que no. Para los republicanos, el palo eran los nuevos convergentes y para éstos los de ERC. Sin palos, en el balcón o en las ruedas, se vive mucho mejor, ¡dónde vas a parar!

Nunca se les vio bien juntos, pero la rutina y el qué dirán les empujaba a proseguir una relación abocada al fracaso. Iniciaron el noviazgo por allá en 2012, cuando el suflé del procés empezaba a hincharse, y decidieron ir a vivir juntos un par o tres de años más tarde, cuando se dieron el ‘sí junts’. Tras constatar que la cosa no funcionaba decidieron mantenerse juntos, pero en camas distintas, y hasta ahora. Hacía tiempo que querían romper, pero querían que lo hiciera el otro. Pero finalmente lo han hecho, quitándose el palo de encima. No sé si hay terceras personas…

En prosa y resumiendo, el portavoz del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, debidamente apuntado, amenazó con una moción de confianza al presidente Pere Aragonès por incumplimiento de contrato, éste se hizo el ofendido y cesó al vicepresidente Jordi Puigneró por desleal, y eso sirvió de excusa a Junts para consultar a la militancia si quería o no continuar en el Govern, que resolvió que no. Así, unos y otros se han quitado el palo que les partía el balcón. El lío me hace pensar en la famosa sitcom estadounidense de finales de los setenta y principios de los ochenta, Soap (Enredo en España), que parodiaba a las telenovelas, con imbricadas situaciones familiares.

El vodevil deja a interpretación libre el autor de la rotura. ¿Ha sido Junts con la provocación de Batet o Aragonès con el desaire a Puigneró? Me decanto a pensar que, como en el Asesinato en Orient Express de Agatha Christie, entre todos la mataron y ella sola murió -la relación.

Pero ¿y los hijos bastardos del 1-O? ¿Qué hacemos con los independentistas, de vieja o nueva hornada, que en su día compraron el relato, y ahora vagan desorientados por el limbo del procés? A esos, ¿quién les quita el palo del balcón? Todo ello, me ha recordado cuando a mediados de los ochenta el cantante Lluís Llach, por aquel entonces votante del PSOE, denunció a Felipe González por incumplir la promesa de no entrar en la OTAN…

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