Xavi excita el ‘canibalismo’ mediático entre la prensa guardiolista

El mal momento del equipo ha provocado críticas de ese amplio sector laportista, que ha roto la tregua, mientras Laporta pregunta por los planes de Luis Enrique tras el Mundial

Xavi, durant la presentació de la temporada 2022/2023

Los tropiezos del primer equipo azulgrana frente al Inter y el Real Madrid han desatado una guerra interna en el laportismo, latente desde el primer día que Xavi se hizo cargo del banquillo, que hasta ahora no se había manifestado ni proyectado en el entorno mediático azulgrana. El conflicto ha dejado de ser sutil y empezado ser visible, o cuando menos detectable, entre los medios, los periodistas, los opinadores y los influencers del YouTube y de las redes que manifiestamente siguen siendo guardiolistas hasta la médula y, por definición, contrarios o recelosos de cualquier otro que entrenador que, bajo su credo, está usurpando el banquillo del Camp Nou desde que el hijo del maestro Johan Cruyff decidió irse, según dijo, tras haberse vaciado y antes de “hacernos daño”, en clara alusión al poder y la autonomía de un vestuario liderado por Messi y lo bastante fuerte como para plantarle cara.

El guardiolismo, como el cruyffismo, no solo forma parte de la manera de ser y de actuar de Joan Laporta. Se diría que ha sido un rasgo identitario de quienes quieren verlo como una unidad del destino barcelonista y el éxito insuperable que supuso su comunión en 2008, tras la peor crisis de Laporta en el verano de aquel mismo año, con la conquista posterior del sextete, el triplete y un reguero de títulos y de dominio del fútbol mundial sin precedentes en la historia.

El relato, como siempre, es como otro de los cuentos de hadas del laportismo. La realidad es que ni Laporta lo soportaba ni Guardiola se sintió verdaderamente apoyado al principio por el presidente hasta que las circunstancias promovieron una excelente relación, clave para sus intereses, y el enorme botín obtenido por ambos gracias a la explosión de Messi y de la mejor generación de la Masia nunca vista. Todo lo contrario de la filosofía y el mal llamado círculo virtuoso.

La verdad es que Guardiola fue una apuesta personal del directivo Evarist Murtra, contra el poco entusiasmo de Laporta que, como hace unos meses cuando se deshizo de Koeman, buscó en aquel momento y coyuntura el refugio de un entrenador que ya tenía a la prensa deportiva abducida y hechizada.

Es lo que pesó especialmente en la decisión de Laporta cuando finalmente dio el paso de contratar a Xavi en lugar de ir a buscar un entrenador alemán, tipo Naglesman, Tuchel o Klopp, como él quería de verdad. Con Xavi se aaseguraba que si las cosas seguían torciéndose como así fue en todas las competiciones la temporada pasada la empatía mediática soportaría cualquier revés como así fue.

Y no porque Xavi sea del todo del agrado de la prensa guardiolista dominante, ni mucho menos, pues Xavi se fue precipitadamente con el primer candidato que le tendió la mano, Víctor Font, y sólo al final quiso jugar a dos bandas para no cerrarse ninguna puerta. En aquel momento, solo Toni Freixa le ofreció ser entrenador del Barça Atlétic convencido de que adquirir experiencia como técnico en la casa era lo mejor para él.

Laporta tampoco se echó en sus brazos compulsivamente cuando llegó la trágica hora de la verdad y hubo de reconocer que, sin Messi, era imposible aspirar a ganar ningún título. Se resistió bastante y no se decidió a traerlo hasta consultar con el propio Guardiola la opción de fichar a Xavi, a quien el entrenador del City se comprometió a dar cobertura y confianza a través de sus periodistas de cámara, gurús del periodismo que controlan la corriente de opinión mayoritaria en los medios barcelonistas.

Tanto dudaba que si la provisionalidad de Sergi Barjuan hubiera salido bien seguramente habría suspendido la operación Xavi. Desde entonces, Guardiola y su potente lobby mediático han cumplido con su parte el trato, en buena parte porque es la misma tropa periodística que le da cobertura a Laporta por desmanes y desaguisados que cometa.

Por su parte, Xavi, aunque en minoría, también se siente protegido por su propia corte de prensa, un sector que se complementó y jugó en equipo con el de Pep cuando desde el propio entorno de presidencia se dio luz verde para cargar contra Koeman ya definitivamente.

La historia se repite ahora cuando el guardiolismo más puro y radical, laportista por derivación y enemigo público de lo que se denomina el bartorosellismo, se siente cada vez menos identificado con el trabajo de Xavi y empieza a inquietarse por las consecuencias que sus errores puedan producir en el statu quo del poder.

Las sutiles alusiones a la incapacidad de Xavi para gobernar el equipo han ido subiendo de tono y se han vuelto bastante explícitas sobre todo tras el partido horripilante frente al Inter que ha dejado al equipo a las puertas, otra vez, de la Europa League y fuera de la Champions salvo milagro en San Siro.

No queda apenas condescendencia ni margen para que Xavi disponga de otro colchón, de otro reset o de otra tanda refuerzos después de haber puesto a cero el contador de la ilusión y pospuesto la recuperación del modelo, del buen juego y de la competitividad en Europa varias veces en apenas once meses.

La realidad es que, diez fichajes y 870 millones de euros en palancas invertidos en refuerzos después, el primer equipo parece seguir atrapado en el esto es lo que hay.

Tras la derrota en el Bernabéu corrió por las redes una estadística demoledora contra Xavi, el técnico con los peores resultados de los entrenadores que habían llegado a dirigir 50 partidos en el banquillo azulgrana. Lo superaban Luis Enrique, Guardiola, Valverde, Tito Vilanova, Tata Martino y Koeman.

Seguramente es en la Liga donde la nueva versión del equipo de Xavi, segundo sin problemas tras esta primera fase previa al Mundial, está respondiendo cuando menos a las expectativas. Nada indica que no pueda llegar a la primavera en condiciones de asaltar el título. Las adversidades, sin embargo, han sido insuperables en la Champions frente a los dos rivales de peso del grupo, Bayern e Inter, coincidiendo el peor momento con la visita y derrota al Bernabéu en otro mal partido.

Si Xavi no es capaz de corregir este mal rumbo, su propio discurso y sobre todo la imagen futbolística de un equipo decaído en las últimas actuaciones, será víctima de esta especie de canibalismo contra el que Joan Laporta no parece tener antídoto.

Tampoco ayuda que haya trascendido su interés en conocer los planes de Luis Enrique a partir de enero, cuya llegada sería un bomba inesperada, pues fue el entrenador más ganador de Bartomeu. Una noticia que la prensa guardiolista ha procurado esconder a cambio de darle pábulo a un posible interés de Laporta por la situación de Thomas Tuchel, el exentrenador alemán del PSG y del Chelsea, que ha quedado libre y estaría disponible para una situación de emergencia.

Es verdad que Luis Enrique sería la versión barcelonista más parecida a un entrenador alemán del perfil que hubiera preferido Laporta desde que llegó a la presidencia completamente desorientado y sin guión ni plan sobre el banquillo del Camp Nou. Con razón ha ido dando bandazos.

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