Haciendo un sintético juego de palabras, el diputado de Junts Jaume Alonso-Cuevillas ha colgado un mote al nuevo gobierno de ERC: «El Govern del Trist-Partit« (el gobierno del triste-partido).
El fantasma de un nuevo tripartito de ERC con el PSC y En Comú Podem había sido, según el relato intermitentemente emitido por Junts para sujetar a ERC, una amenaza a la continuidad de la saga de gobiernos independentistas de los últimos años.
Sin embargo, el propio Alonso-Cuevillas ha puesto de su parte para hacer realidad este escenario, abogando por la ruptura con ERC y la salida del gobierno de la Generalitat en la reciente votación de los militantes de Junts.
De hecho, el diputado ha ido más allá cuando, la semana pasada, ha hecho volar el fantasma de la escisión de Junts si ganaba la opción de mantener el partido en el gobierno. Cuevillas, en concreto, alertaba de que si no se rompía con ERC «tendremos una crisis en dos o tres meses».
Finalmente, no se ha aparecido ese fantasma interno, sino más bien el otro. Pere Aragonès ha rellenado los huecos dejados por Junts en el consejo ejecutivo con un exconsejero del PSC como Quim Nadal, una exdirigente de Podem como Gemma Ubasart y un convergente como Carles Campuzano, entre otros nuevos consejeros.
