“¿Quieres que Junts siga formando parte del Govern?”

En el momento de escribir estas cuatro líneas (jueves), varios de los 6.465 militantes de Junts con derecho a voto respondían a la pregunta, consensuada casi por unanimidad por la ejecutiva de la formación centroderechista e independentista: “Quieres que Junts siga formando parte del Govern?”. El lector juega esta vez con ventaja, ya sabe su respuesta. Yo me muevo entre las tinieblas de las intuiciones. Decía Albert Einstein que «la intuición es lo único verdaderamente valioso». Intuyo pues que va a ganar el ‘no’. De las dos almas que conviven en Junts intuyo que vencerá la de los hijos del 1 de octubre, la de los idealistas que rechazan el peix al cove porque anhelan, en todo caso, alcanzar la lluna en un cove. Resumiendo, el alma de la rauxa.

La otra alma, la de la Convergencia de toda la vida, la que tiene más pasado que futuro, la de Jordi Pujol, la que siempre antepuso la cordura al arrebato, aquella que nunca hubiera abandonado un gobierno, ni que éste estuviera a la deriva, como es el caso, tendrá que empezar a arriar las velas.

«Yo sólo deseo que no se empate», bromeaba Jordi Turull el día de la presentación de la consulta, recordando la pantomima de la CUP. De hecho, éste sería probablemente el peor de los escenarios para Junts. No ya el improbable empate, sino un desenlace muy ajustado, que certificara la división y diera alas a las partes para emprender un vuelo gallináceo por separado. De momento, Convergència ha tenido la suerte o el acierto de esquivar las largas travesías del desierto, o coger atajos; dio una de corta, eso sí, y gracias al desconcierto del tripartito.

Los republicanos, dueños y señores del mientras tanto, lo miran todo desde el amplio y confortable palco del Govern, con el cuenco de las palomitas en su regazo, esperando, como dice el proverbio japonés, ver pasar el cadáver del enemigo. Son conscientes de que el conflicto ha debilitado al adversario, y cualquier resultado, bien administrado, les puede ir bien. La victoria del ‘no’ aboca a las matemáticas de Euclides y la geometría variable aplicada a la política. Una ciencia que tendrá que aplicar con acierto el presidente Pere Aragonès si quiere agotar la legislatura, eso o adelantar las elecciones. Por otro lado, a Junts le tocará administrar la miseria hasta que las elecciones resuelvan si el camino fue el correcto.

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