Laporta ya no habla de deuda porque mantiene los 1.500 millones que asignaba a Bartomeu

Aunque utilizó la deuda bruta para manipular a la prensa, la última deuda neta de la anterior junta fue de 488 millones y con Laporta, pese a los 870 millones de beneficios, ha aumentado peligrosamente con relación a los ingresos

Joan Laporta

Uno de los mitos, del todo falso, del relato de Joan Laporta sobre la herencia y la presuntamente destructiva y ruinosa gestión de la anterior junta de Josep Maria Bartomeu se basa en el concepto de la deuda, que él mismo se encargó de difundir de forma reiterada y embustera a partir del verano de 2021, cifrándola en 1.500 millones de euros.

Esta verbalización de Laporta, en unas declaraciones muy calculadas a pocas semanas de la asamblea general del ejercicio 2020-21, provocaron que sus altavoces mediáticos multiplicaran exponencialmente la sombra de ese dato como uno de los principales reproches a los resultados económicos del pasado. Fue una maniobra despechada y agria de Laporta después de que Bartomeu, en una carta personal dirigida al nuevo presidente, le acusara con no pocos y sólidos argumentos de que había adoptado una actitud pasiva, imprudente y de absoluta dejadez de sus funciones a partir de la fecha de su toma de posesión, el 17 de marzo de ese año.

Como Bartomeu le puso contra las cuerdas, un Laporta visiblemente irritado respondió con una rueda de prensa explosiva en la que centró su contraataque en la deuda del club, dejando ir esa cifra de 1.500 millones, sin matices ni las debidas precisiones, pero concentrando y coordinando un amplio efecto social mediante su extraordinario aparato mediático.

Cuando la propia junta de Laporta dio a conocer los números reales de la deuda neta del FC Barcelona esa cifra se redujo mágicamente a 558 millones de acuerdo con el apunte firmado por los auditores Ernst & Young: “La deuda neta a 30 de junio de 2021 es de 680 millones de euros. Teniendo en cuenta que el total de las inversiones realizadas en el desarrollo del Espai Barca es de 122 millones de euros, la deuda ajustada es de 558 millones de euros, situándose la ratio estatutaria marcada en el artículo 67º de los Estatutos del Club, de Deuda / EBITDA, en -9,26, claramente por encima en esta ocasión del límite máximo marcado de 2”.

En realidad, no fue una rebaja ni una minoración sucedida por sorpresa. Simplemente, fue la confirmación de que, una vez más, Laporta había orquestado una de esas mentiras mastodónticas de las suyas, carne para las fieras de la prensa que se quedaron con el titular y lo viralizaron sin consultar sus fuentes y sin preguntar siquiera si se refería a la deuda neta, que es precisamente la referencia que LaLiga fija principalmente para el control financiero de los clubs desde hace ya algunos años.

Ahora que, con el cierre del ejercicio, vuelven las comparaciones y la obligada revisión de los indicadores financieros, a Laporta no se le ocurre proclamar a los cuatro vientos periodísticos, ni mucho menos convocar una rueda de prensa con ese motivo, que la deuda bruta bajo su mandato sigue rondando los 1.500 millones, igual que tras el cierre de la temporada 2020-21. Además, en pureza contable y también legalmente, los resultados de ese ejercicio no eran responsabilidad de Josep Maria Bartomeu, que había dimitido a finales de octubre de 2020, sino exclusivamente de quien las formuló, que no fue nadie más que la directiva de Joan Laporta, justificadamente acusada por Bartomeu de columpiarse en plena pandemia, con el estadio cerrado y todas la fuentes de ingreso cortadas, mientras la estructura económica se hundía por los más de 300 millones que el Barça dejó de ingresar.

En su mundo fantasioso y premeditadamente desenfocado de cara a la afición, Laporta negó al mundo que la covid hubiera golpeado las cuentas del club de un modo implacable. Se limitó a considerar en no más de 90 millones el alcance total por el cierre entero del negocio del matchday, Museu y Megastore cuando los ejercicios anteriores, funcionando a plena normalidad, estas actividades generaban el triple de ganancias.

La última temporada cerrada bajo el gobierno de Bartomeu sin afectación por la covid, la 2018-19, registró una deuda neta de 217 millones, y de 488 millones la 2019-20, la primera golpeada por la paralización súbita de la actividad. En términos de entradas por los recursos de abonados y taquillas, media y comercial, en la 2018-19 se registraron 835 millones, por 708 millones (127 menos) en la 2019-20 y 575 millones (260 menos) en la 2020-21.

La deuda neta del ejercicio parcialmente pandémico 2019-20 se elevó a 488 millones y a 682 millones la siguiente, la 2020-21, una cifra que, ajustada por la parte correspondiente al Espai Barça se queda en 558 millones. La correspondiente a la 2021-22, el auditor la ha establecido en 608 millones, 476 millones sin el Espai Barça.

No obstante, la evidencia de ese pequeño pellizco de 82 millones debe llevar a considerar mínima, por no decir decepcionante y amenazadora, la incidencia en este ratio de los 870 millones de ganancias que apenas han servido para poner en su sitio ese indicador.

La junta de Laporta sigue teniendo 1.500 millones de pasivo financiero, o sea de deuda bruta, la misma con la que acusaba a Bartomeu de ese apocalipsis barcelonista tan abiertamente convertido en su primer activo de cara a la opinión pública.

Retomando la deuda neta, Laporta presenta en sus cuentas el agravante de que, sobre la facturación, los 488 millones del último año de Bartomeu representaba el 57%, mientras que el primero de Laporta ascendía al 108%.

Se supone que, favorecida por las palancas, esta proporción pude haber mejorado hasta un 85%, aunque desde luego no lo bastante ni lo deseable si la mitad de esa partida extraordinaria se hubiera destinado a atacar la deuda y no a cubrir, prioritariamente, el desequilibrio entre el aumento de gastos descontrolado de la última temporada y la ausencia de ingresos previstos debido a la pésima temporada del primer equipo y la endeble gestión económica y comercial.

A Laporta le conviene hablar de palancas y de fichajes porque, 870 millones de beneficios y 18 meses después durante su mandato, la radiografía económica y financiera es la de un enfermo terminal. Ni está en planta ni ha salido de la UCI, ya le han dado la extremaunción.

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