El Atlético de Madrid desnuda la mediocridad de los servicios jurídicos de Laporta

Antoine Griezmann

Siempre resulta interesante y revelador el análisis de las estrategias mediáticas de la junta directiva de Joan Laporta, cada vez más empeñada, se diría que peligrosamente obsesionada, en solucionar los conflictos y las atrocidades de su gestión sólo mediante el eficaz control de los medios de comunicación y de los contenidos de las redes sociales. Es decir, en la tendencia a actuar de cara a la galería, la imagen y el mensaje en lugar de atacar el verdadero origen y causa de los problemas. El caso de Antoine Griezmann, que ya ha explotado en toda su dimensión, representa un claro ejemplo de esta deriva en la pésima administración del club y también la demostración, una vez más, del escaso nivel de un área jurídica gobernada por un abogado que, más allá de contar con la plena confianza del presidente, no figura entre los miembros destacados del gremio, sino más bien al contrario, como es Pere Lluís Mellado.

Griezmann se ha visto envuelto en una situación delirante e inédita a causa de un contrato de cesión entre el Atlético de Madrid y el FC Barcelona que, en opinión del área legal del club rojiblanco, obliga a pagar 40 millones de euros por un traspaso definitivo al final de un periodo de cesión de dos temporadas (2021-22 y 2022-23) si el futbolista es alineado en un 50% de los partidos en los que haya estado a disposición del entrenador -es decir, convocado y en condiciones médicas de jugar-, especificando además que el mínimo de tiempo sobre el terreno de juego para computarlo como partido jugado debe ser de 45 minutos. Cumplidos estos requisitos, la opción de compra debería formalizarse por parte del At. Madrid por ese precio de 40 millones.

Aunque la directiva del Barça, señalada ahora por la prensa de Madrid, interpreta que esta condición ya se cumplió la temporada pasada, cuando Griezmann fue alineado en el 80% de los partidos posibles, la verdad es que esa determinación con la que ahora se reclama desde el Camp Nou el cumplimiento del acuerdo, a nadie del Barça, mucho menos a los genios del departamento jurídico azulgrana, se le había ocurrido ejercer el pago efectivo del traspaso ni dedicarle un solo minuto a este asunto en todo el verano.

Dicho de otro modo, la cúpula barcelonista se ha visto atrapada de pronto en una encrucijada bastante ridícula a raíz de la alerta encendida por los medios especializados que cubren la información del Atlético de Madrid cuando, a partir de la segunda y la tercera jornadas de Liga, comenzaron las especulaciones sobre si el Cholo Simeone, el entrenador del club colchonero, estaba administrando los minutos de Griezmann en función de los intereses de la entidad. A los pocos días, estas primeras conjeturas periodísticas obtuvieron la confirmación por diferentes fuentes internas del club de que Griezmann sólo jugaría a partir del minuto 60 de los partidos como resultado de un amplio consenso de las partes, o más bien de la aceptación de la imposibilidad de afrontar una recompra de Griezmann en las condiciones acordadas con el Barça.

La reiterada entrada en el terreno de juego de Griezmann a los 60 minutos se ha ido convirtiendo en un escandaloso, llamativo y puntual cambio por parte de Simeone que, finalmente, acosado a preguntas, respondió con una frase no menos clarificadora de una situación a la que Laporta no respondió hasta hace pocos días, tarde y mal como casi siempre. “Yo soy hombre de club por encima de todo”, afirmó el Cholo.

La reacción del área jurídica de la junta de Laporta ha rozado lo cómico. En primer lugar, porque ha sido la prensa de Madrid la que ha destapado una jugada colchonera que, si todo sale como lo ha planeado en los despachos Enrique Cerezo, su presidente, el Atlético de Madrid habrá disfrutado de los goles y de las prestaciones del delantero francés -dos años en los que se ha rebajado sustancialmente la ficha para adaptarse a la masa salarial del Atlético-, sin la obligación final de hacer frente al compromiso de compra, devolviéndolo después de este curso al Camp Nou, donde le espera un último año de contrato por cumplir con el Barça de Laporta.

La segunda lectura, más preocupante aín que el despiste legal que ha propiciado esta coyuntura, pasa por esa respuesta en apariencia tan bravucona como patética de la directiva de Laporta, silenciosa y pusilánime, pues en el fondo no existe una reacción oficial. El área de comunicación sí que maniobró con rapidez distribuyendo a diferentes medios, pero sobre todo a Mundo Deportivo y Sport, un texto idéntico que ambos diarios reprodujeron bajo el mismo titular: “El Barça prepara una demanda contra el Atlético para que pague por Griezmann”, argumentando que “los servicios jurídicos del club azulgrana sostienen que la temporada pasada ya se cumplió la condición necesaria para que se produzca el pago de los 40 millones de euros. El Barça va con todo a por el Atlético de Madrid. El club azulgrana se ha hartado de la tomadura de pelo del club colchonero en relación a la situación de Antoine Griezmann, que fue cedido por dos temporadas, con una opción de compra obligatoria que el Atlético está intentando no ejecutar alineando ahora al francés a partir del minuto 60 de cada partido (…) De hecho, para al Barça le es ahora absolutamente irrelevante que Griezmann juegue desde el minuto 60, 65 ó 90. La condición del porcentaje de minutos afectaba al año que estaba cedido, que fue el pasado curso. La cesión fue por un año, no por dos temporadas, de ahí que el club azulgrana insista en que tiene todas las de ganar en los tribunales. Después había una prórroga que podía darse o no en función de que cumpliera o no unos parámetros. En consecuencia, los servicios jurídicos del Barça están preparando la correspondiente demanda para que se ejecute el pago de 40 millones de euros, frente a la negativa del Atlético en esta interpretación: el tiempo de jugar más del 50% correspondía sólo al primer año de cesión”.

En ningún caso existe un comunicado oficial al respecto, ni nota pública, ni tampoco declaración de algún directivo o ejecutivo del Barça. Sólo se ha fijado esa postura amenazante, con demanda civil a la vista, desde los medios. Puro teatro mediático como solución a un esperpéntico aprieto y una situación hilarante para los servicios jurídicos, pues si se podía exigir el pago al Atlético de Madrid una vez cumplida la primera temporada, debió ejercerse el requerimiento el día 1 de julio pasado.

En contra de la defensa de Laporta juega el caso de Yussuf Demir, un delantero cedido la temporada pasada por el Rapid de Viena que el Barça devolvió a su club de origen en enero, tras haber jugado nueve partidos con el primer equipo, lastrado por la opción de compra obligatoria de diez millones en caso de que jugase diez partidos con el primer equipo.

La intención del Atlétio de Madrid no es otra que negociar una rebaja de esas condiciones de traspaso pues, además, tiene apalabrado con Griezmann una continuidad con una ficha asequible. Es una cuestión de tiempo que Laporta se siente a hablar o asuma la pérdida de bastante más de 40 millones como resultado de esta encerrona de la que no podrá escapar por culpa de su jefe jurídico de confianza.

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