Hasta los bondadosos cálculos de Marc Ciria apuntan al colapso financiero del Barça

El economista de referencia del laportismo admite un desequilibrio ordinario de 100 millones, ignora el impacto del préstamo de 148 millones para darse beneficios y se deja la dignidad negando el aval por Koundé

Joan Laporta

La fantasía y la imaginación del entorno mediático de Joan Laporta consiguen, desde luego, el eficiente control de la opinión pública barcelonista de un modo especial en ese escenario económico y financiero, un drama sin solución ni salida por culpa de la desbocada e irresponsable gestión del presidente que, sin embargo, la presenta como el gran éxito, sin precedentes, de una serie de audaces y valientes decisiones propias de otro lobo de Wall Street.

Los analistas deportivos, en su mayoría ignorantes y despreocupados de esos temas mundanos y aburridos, que sitúan en un segundo plano detrás de la deslumbrante actualidad deportiva, se quedan con el titular fácil y embustero, destacando que Laporta le ha dado la vuelta a una situación crítica dando una lección al mundo de cómo es posible reactivar un club y una plantilla a base de fichar futbolistas que, por su coste, no estaban al alcance de la realidad económica del Barça.

Esa fue la excusa que dio Laporta cuando Erling Haaland le dio calabazas, le dijo que no al Barça y a Xavi Hernández, y se echó en brazos del Manchester City, o sea de Ferran Soriano y de Josep Guardiola. La reacción de Laporta, tras anunciar que era necesario adecuar el marcapasos del mercado al corazón de la economía azulgrana, fue la de un despechado que se metió entre ceja y ceja el propósito de fichar más y más caro que ningún otro club.

Un giro que, desde luego, ha servido para mejorar sustancialmente una plantilla que el año pasado, tras la patada a Leo Messi y a Antoine Griezmann, se reforzó con la cesión de Luuk de Jong. El mismo presidente, en idénticas circunstancias, negó entonces la necesidad de reforzar la plantilla de Ronald Koeman, fichando después una delantera nueva a media temporada (Adama Traoré, Pierre-Emerick Aubameyang y Ferran Torres) para Xavi después, hasta que, siendo consciente del descalabro deportivo y económico de su primer año de mandato completo, decidió romper la baraja y destrozar las reservas y los recursos del club mediante un expolio histórico y sin precedentes.

Los economistas en su nómina ideológica, como Marc Ciria, por puro mimetismo, también empiezan a desvariar atrapados por esa necesidad de presentar las cuentas de Laporta como si aquí, tras estrenar un equipo casi nuevo, no hubiera pasado nada. Marc Ciria acaba de presentar, a modo de doctrina para el resto del periodismo adocenado y servil -ese que debe, obligadamente, cantar a diario las proezas del laportismo- una especie de resumen del verano más descontrolado del Barça. Curiosamente, llega a la previsión más optimista de 100 millones de pérdidas para esta temporada. O sea, a la vuelta irremediable de fondos propios negativos para la siguiente temporada y de un futuro de estrecheces y de penurias nunca vistos.

Su hilo de Twitter, ampliamente difundido y replicado, contiene omisiones que, desde luego, lo descatalogan como un economista serio y de cierto prestigio, más allá de esa condición mediática que, con frecuencia, es inversamente proporcional al conocimiento y profesionalidad en la vida real.

Ciria, por ejemplo, elude referirse a esos 148 millones de euros contablemente registrados como ingresos (beneficio directo), obtenidos a través de un crédito concedido a una sociedad participada por el Barça en un 49% (el socio mayoritario es Sixth Street), cuya devolución no esta contemplada ni en la deuda ni en el presupuesto del club para esta temporada. Una pirueta financiera tramposa y muy arriesgada que, desde luego, LaLiga no aceptó y que, además, condicionó la necesidad urgente de activar la venta de Barça Studios, que, de momento, también implica una reducción de 10 millones en ingresos además de los 41 millones, como mínimo, por la cesión de derechos de televisión. No dice nada, en cambio, sobre cómo afecta en el futuro el beneficio de esos 100 millones de Mediapro que, lejos de ser una donación o un regalo, se cobrará como se teme con una ventajista y abusiva cesión de la explotación del Museu o de cualquier otra necesidad, traducida en unos 20 millones menos de ingresos.

En su análisis, como de pasada, Marc Ciria apunta la necesidad de corregir, al menos, un desequilibrio ordinario del presupuesto de 300 millones negativos para alcanzar una situación de sostenibilidad. Un objetivo imposible cuando la obsesión de Laporta es seguir fichando a lo grande y no escatimar, sino al contrario, en el gasto y la opulencia del día a día del club. Acabar con el marisco de Via Veneto y de Botafumeiro como habito es paradigmático de la nueva cultura laportista del club. En términos de un presupuesto estable de 600-650 millones, como él mismo estima, representaría rebajar un tercio de la actual dimensión del gasto del club para adaptarla a la realidad.

Todos los índices que maneja (-53 millones de ingresos respecto del año pasado, -128 millones en operaciones de caja, 159 millones a recuperar en ingresos patrocinio y -100 millones de déficit, en el mejor de los casos, para el actual ejercicio), admitiendo 719 millones de ingresos, hacen temer el peor de los escenarios, teniendo en cuenta que para todos los fichajes el hueco salarial preciso es solo de 70 millones.

En términos de herencia de Josep Maria Bartomeu no hubiera sido necesaria ninguna palanca si se hubiera aplicado la rebaja del 20% de la masa salarial y se hubieran realizado los traspasos cerrados esta temporada. Lo que nadie quiere explicar del círculo laportista es por qué él presidente ha necesitado, en cambio, 719 millones para inscribir jugadores.

Efectivamente: 719 millones, aún insuficientes, y un aval personal de 11 millones de Joan Laporta y de Ferran Oliver para formalizar el alta de Jules Koundé. Al respecto, Marc Ciria se ha pronunciado en términos alucinantes y asombrosos, en una radio con menos visibilidad, resonancia y rastro, eso sí: “Se debería, si ha sido así, de informar a los socios propietarios, pues como persona física uno no puede hacer una operación de crédito -un aval no deja de ser una garantía de crédito- sin el respaldo de tu propietario, a no ser que seas una sociedad anónima. En el Barça, los socios somos propietarios, representados en una asamblea, que es el organismo que debería haber dado el OK”.

Pero, más allá de esa consideración, que apunta a la plena ilegalidad de ese movimiento desesperado de Laporta para evitar reproches y la justificada indignación públicos de Xavi Hernández por el retraso en inscribir a Koundé, el experto considera que la junta directiva ya habría obtenido suficiente margen salarial con la segunda palanca.

“Objetivamente, con la segunda venta de patrimonio al señor Roures la noche anterior, no sé ni cómo, pero que se hizo por eso, era para poder inscribir a Koundé y a uno o dos laterales con un sueldo de entre tres y cuatro millones brutos al año. Por tanto, no sé lo que ha ocurrido, no sé si hubo aval, yo sigo pensando que no hubo aval porque prefiero pensar que la junta directiva no haría un acto de disposición de esta índole sin informar a los propietarios. Por tanto, creo que no hubo aval, creo que LaLiga tiene que filtrar algo para que no se le echen encima todos los clubs que no pueden inscribir a sus fichajes o tienen que rebajar salarios de algunos jugadores, tener alguna excusa, y el Barça obtiene lo quiere. Por eso también entiendo la posición del Barça, que es inscribir a Koundé. En definitiva, todos tranquilos, pasamos página y a otro capítulo. Yo creo que va por ahí”, ha afirmado en una asombrosa y delirante declaración.

Como ese aval, absolutamente confirmado por otras fuentes y por él mismo, era del todo irregular a efectos del rigor y la transparencia estatutaria, y como los 719 millones obtenidos de exprimir el club tampoco habían servido para encajar a Koundé, Marc Ciria opta por negarlo, sacarlo de la ecuación e inventarse una historia para justificarlo todo mediante un cambalache de LaLiga. No parece haber límites a esta servidumbre laportista, dispuesta a perder la dignidad y el respeto profesional a cambio de no se sabe bien qué moneda de cambio.

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