Laporta, desesperado, se acaba convirtiendo en hombre-palanca para inscribir a Koundé

Javier Tebas le ha validado presentar un aval personal, junto con el tesorero, una opción en principio prevista para los clubs que son sociedad anónima y solo autorizada a terceras personas ajenas al club. Otro lío.

“Ahora mismo no sabemos si las altas o bajas del club se deciden por criterios deportivos o para evitar que el presidente y un vicepresidente palmen el dinero del aval si no recogen el dinero suficiente. Si esto lo hubiera hecho otro presidente no habría suficientes socios farmacéuticos…”. Éste es alguno de los muchos y repetidos comentarios en las redes sociales sobre la última pirueta financiera de Joan Laporta, tan insaciable y desprendido con el talonario y tan rápido en desenfundar palancas como lento, negligente y torpe para formalizar la inscripción de futbolistas.

Se veía venir que, al final de todo, Laporta habría que recurrir a la chapuza y la improvisación para cerrar una plantilla en la que Jules Koundé (foto) se había quedado descolgado, provocando, además de un ridículo mundial, un cabreo más que justificado en Xavi Hernández, pues de otro modo no habría tenido otro remedio que alinear a Gerard Piqué en el centro de la defensa frente al Valladolid, contraviniendo las propias órdenes de la junta de recortar por lo sano su carrera.

Si Piqué juega el 60% de los partidos, automáticamente le cae otro año de contrato, con casi cuarenta millones de peso en la masa salarial.

Menos previsible, en cambio, era que Joan Laporta se convirtiera en su propia palanca para formalizar la inscripción del tercer crack del verano, Koundé, comprado al mismo precio e idénticas condiciones que los otros dos, por 60 millones con 10 millones de comisión, algo más en el caso de Raphinha (70 millones), que por ahora es suplente.

Laporta, desesperado por que LaLiga no le ha permitido, igual que al resto de los clubs, saltarse la normativa y los cálculos del margen salarial, una regulación en la que no caben interpretaciones por mucha fantasía que le haya echado el presidente azulgrana, no tuvo otra opción que aportar personalmente, junto a otro directivo, el tesorero Ferran Oliver, un aval ejecutable contra su propio patrimonio. Una decisión que traerá cola.

Como la propia LaLiga ya le había recordado haber llegado al límite de la venta de patrimonios y de activos, para no empobrecer aún más al FC Barcelona, a Laporta se le ofreció acogerse al artículo 92, una opción más bien prevista para los clubs que son sociedad anónima, un modelo al que los socios azulgrana se están acostumbrando, pues el presidente ya actúa ‘de facto’ como el propietario, igual que Florentino Pérez en el Real Madrid.

 Ese artículo 92 abre una puerta insólita: “Existe la opción de incrementar la capacidad de inscripción anticipando la consecución de ingresos o beneficios. Es una medida que tiene un carácter estrictamente transitorio, con el compromiso por parte del club de restablecer la situación previa durante la misma temporada. Para ello se debe prestar unas garantías a través de un depósito en efectivo o aval bancario, que debe ser aportado por el accionista o un tercero ajeno al club, pero nunca por el propio club. En este sentido, en caso de no materializarse el restablecimiento de la situación, la garantía quedará registrada en el balance del Club como patrimonio neto con carácter no reintegrable, pudiendo LaLiga aplicar estas garantías para el pago de deudas vencidas por el Club. Además, existe un importe máximo limitado que puede usarse bajo esta norma: 5% del Importe Neto de la Cifra de Negocios en LaLiga Santander y 1’5% en LaLiga SmartBank».

Parece claro que Joan Laporta no reúne la condición de accionista, por más que mande totalitariamente, ni tampoco la de ser una figura ‘tercera, ajena al club’. Cuestiones que, sin embargo, a Javier Tebas le traen sin cuidado mientras alguien haya cubierto la inscripción y LaLiga no le haya fiado esa alta de Koundé como futbolista del Barça.

Traducido, en una primera interpretación del texto legal, el avalista perdería ese dinero si no se compensa como exige LaLiga esa cobertura con el beneficio neto de operaciones de traspaso o bien con una renuncia salarial por parte de otros futbolistas, los dos frentes en los que, por ahora, a dos días del cierre del mercado, Laporta se ha estrellado.

Javier Tebas, en su cuenta de Twitter, quiso dejar claros algunos aspectos de este nuevo culebrón: «Mucho se ha escrito y dicho sobre la inscripción de jugadores del FC Barcelona, muchas ‘fake news’ (auditores externos…). LaLiga y su órgano de control no ha modificado ninguna decisión anterior, decisiones que han sido ratificadas por todos los organismos competentes».

Desmiente así informaciones filtradas desde el club que habían acusado a LaLiga de haberse equivocado en sus cálculos y que, finalmente, con sólidos argumentos económicos, la directiva de Laporta había conseguido hacer un hueco para Koundé, una hazaña ficticia e inventada para evitar el sonrojo de la prensa laportista.

Algunos socios más expertos, como Toni Freixa, han alertado y puesto el foco en la opacidad de una noticia no oficializada por ninguno de los canales del club, en otra demostración de oscurantismo y soberbia que no deja de revelar la propia impotencia y cobardía de Laporta: “La información de que la inscripción de Koundé se ha podido hacer gracias a que el presidente y un directivo han prestado un aval (la cual sale de @LaLiga) debería aclarar: 1) Qué obligación/responsabilidad garantiza el aval 2) En qué plazo hay que cumplir dicha obligación”.

Una reflexión no sólo lógica, sino que debería haber sido anticipada y comunicada desde la ‘gestapo’ laportista a todos sus socios en el momento de producirse. El problema es que eso sería admitir que después de ingresar 867 millones de las palancas, los aproximadamente 16 o 17 millones de margen necesario para el ex-defensa del Sevilla no han podido ser cubiertos porque el dinero se ha malgastado en las innumerables, deficientes y mediocres decisiones económicas de Laporta desde su aterrizaje en el club el 17 de marzo de 2021.

La afición de Laporta a no dar la cara, a menos que estén garantizadas las preguntas fáciles y a la carta, empieza a ser un común denominador desde que en la asamblea extraordinaria de junio pasado obtuvo de los socios esa ‘licencia para todo’ que le ha permitido arruinar completamente el futuro del Barça de un modo irreversible.

No faltan tampoco los comentarios en las redes recordatorios de cómo la familia Lara en el Espanyol o Enrique Cerezo en el At. Madrid acabaron asumiendo la propiedad accionarial de ambos clubs a cambio de la deuda contraída personalmente, siendo aún asociación deportiva sin ánimo de lucro.

 Estos socios, sin embargo, pueden estar tranquilos. Mucho antes de que Laporta pueda realizar una maniobra de este estilo está Goldman Sachs, el banco de negocios mejor colocado para controlar el club en cuestión de meses, formando parte de ese futuro que Laporta tampoco quiere explicar. 

Lo que está claro es que Laporta hará lo que haga falta, y ese es el peligro ahora, por recuperar su dinero o por no perderlo. Frenkie de Jong y alguno más ya pueden echarse a temblar.

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