Así embaucó Laporta a la prensa para evitar el foco en el retraso de las inscripciones

Una semana después amenazar con denunciar ante los tribunales los contratos de Lenglet, Frenkie de Jong, Piqué y Ter Stegen, el presunto escándalo, sin fundamento legal alguno, ya ha sido ‘enterrado’ y olvidado

Joan Laporta
Joan Laporta

La noticia saltó, de pronto, de redacción en redacción corriendo por las redes como alma que lleva el diablo bajo el siguiente titular: “El Barça se plantea llevar a la Fiscalía las renovaciones de De Jong, Ter Stegen y Lenglet”. Bajo ese titular, el cuerpo de la información afirmaba que esos tres jugadores, junto a Piqué, ampliaron su contrato en octubre de 2020 con la anterior junta, firmando unos contratos que, según la directiva de Joan Laporta, podrían conllevar un «delito de administración desleal» en base a las cifras desorbitadas de esos nuevos contratos. Durante los días siguientes, del 8 al 12 de agosto, hasta que finalmente la venta a Jaume Roures de una palanca suelta por 100 millones, a ultimísima hora, permitió la inscripción en LaLiga de Lewandowski, Raphinha, Christensen, Kessié, Dembélé y Sergi Roberto, no se habló de otra cosa más que de ese escandaloso descubrimiento que, de acuerdo con las mismas fuentes de la directiva, iba a ser presentado ante la Fiscalía presuntamente por tratarse de un delito penal.

Un segundo después de formalizar las inscripciones, a un día del debut oficial del equipo de Xavi Hernández en la Liga, el sábado día 13 pasado ante el Rayo Vallecano, esa terrible situación que oscurecía el cielo del barcelonismo con una actuación criminal de magnitud inmensurable, desapareció del horizonte periodístico con la misma rapidez que se había desplegado. Otra obra maestra de la ‘gestapo’ laportista que, para vergüenza y humillación de la prensa en general, fue capaz de gobernar y manipular la opinión pública y el entorno azulgrana con una maniobra de distracción.

Vaya por delante que ni esos contratos presentan la menor irregularidad ni la junta de Laporta ha encontrado tampoco amparo legal ninguno ni fundamento jurídico para llevarlos ante los tribunales. Todo ha resultado ser un montaje, un embuste mediático y una cortina de humo especialmente programada para que la prensa estuviera patéticamente entretenida mientras Laporta y su junta, protagonizando el ridículo más grande de la historia, parecían incapaces de conseguir el margen salarial suficiente para los refuerzos de lujo incorporados finalmente a base hipotecar y de anticipar ingresos futuros.

Como ya se ha demostrado, el objetivo de esa manipulada filtración a la prensa era doble. Por un lado, el aparato de comunicación del club debió reaccionar con cierta urgencia a la información de un potente medio digital, The Athletic, que destapó la amenaza de Laporta a Frenkie de Jong, el mismo que asegura ser su futbolista preferido, mediante una carta en la que amenazaba con denunciar ese contrato ante la justicia si el centrocampista de los Países Bajos no se avenía  a rebajarse el salario drásticamente o se prestaba a aceptar las condiciones del traspaso propuesto por el club al Manchester City.

Para camuflar ese escandaloso caso de mobbing escandaloso sobre el futbolista ex del Ajax, la directiva urdió rápidamente ese titular bajo el cual se incluía también a Lenglet y Ter Stegen como afectados por esta revisión de área legal de la junta de Laporta. Una inspección que, sospechosamente, había revelado esas irregularidades indetectables para profesionales independientes con una gran reputación como Ernst&Young, auditor del Club, Deloitte como responsable de la famosa Due Dilligence y de la investigación Forensic de la agencia especializada Kroll. Eso sin contar con las minuciosas s revisiones de los contratos realizadas por los abogados y fiscalistas de los jugadores, los servicios jurídicos del Barça en su momento, el área de Compliance Officer y la posterior validación de LaLiga, el organismo que finalmente los autoriza y registra previamente a la inscripción de los futbolistas.

El otro daño colateral perseguido era producir en Frenkie de Jong la suficiente angustia, malestar, indignación y cabreo como para aceptar la rescisión de ese contrato por la vía rápida antes de ese estreno del día 13 agosto.

En conjunto una estrategia pésima, de mucho ruido mediático y recurrente respecto de la herencia de Bartomeu, que además debía contener la excepción de Piqué, el cuarto elemento de una renovación grupal que en su día produjo un cisma en el vestuario entre los acusados de colaboracionistas con la junta de Josep Maria Bartomeu (Piqué, De Jong, Lenglet y Ter Stegen) y el resto de un vestuario que, liderado por Messi y Suárez, se negaba en redondo a facilitar una reducción de la masa salarial, no al menos mientras Bartomeu fuera presidente puesto que no le perdonaron, al contrario, que ya hubiera impuesto una rebaja salarial de emergencia del 12% en el primer año de pandemia. 

Piqué, que también firmó ese contrato ‘irregular’, fue aislado del trío de desalmados por expreso deseo de Laporta debido a que había aceptado dialogar sobre su futuro, en apariencia con una actitud sensible y de predisposición a negociar una bajada de salario. 

Resultó ser también otra falsa alarma. Lo que Piqué planeaba era, en efecto, renunciar al segundo año de contrato que le queda (2023-24) a cambio de una mejora de sus condiciones en la temporada actual. Como  Xavi tiene ahora instrucciones de marginarlo y como ese último año de contrato está supeditado a jugar el sesenta por ciento de los partidos este curso la mejor opción para él pasa por aparentar que renuncia a un año entero siempre y cuando le salgan las cuentas y no pierda esa prima de fin de carrera que le espera, superior a los diez millones.

En definitiva, el caso descrito de esos contratos satanizados, un caso ya enterrado y en el olvido para siempre, resulta paradigmático y representativo del modus operandi de la junta de Joan Laporta basado en el uso de la mentira y de la manipulación, el trapicheo permanente, al precio que sea y sin tener nunca en cuenta las consecuencias para las personas ni para la propia imagen del club. El truco era engañar a toda la prensa con un mismo relato sin que nadie del club, ni directivo ni ejecutivo, abriera la boca para insinuar o afirmar lo que sí decían rotundamente los titulares: “El Barça se plantea llevar a la Fiscalía las renovaciones de De Jong, Ter Stegen y Lenglet”. Pura invención.

El entorno mediático del Barça, sin duda, no está al loro y lo están embaucando.

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