LaLiga le prohíbe a Laporta seguir empobreciendo al Barça con más palancas

Alarmada por la delirante estrategia de la compulsiva venta de activos, le ha comunicado que ya sólo podrá inscribir a Koundé y Marcos Alonso con los beneficios de los traspasos o las renuncias salariales

Joan Laporta

La prensa laportista, tan insaciable como fantasiosa, sigue cerrando los ojos al despilfarro del presidente en fichajes, un esfuerzo muy por encima de las reales posibilidades del club que ha esquilmado sus recursos naturales y producido una desertización que nadie quiere ver. Aun así, el grueso de esa caverna mediática catalana, que nada tiene que envidiarle a la mesetaria en el cumplimiento de su única misión en la vida, la de proteger y salvaguardar el modelo totalitarista y antidemocrático de ambos presidentes, Florentino Pérez y Joan Laporta, continúa llenando las páginas, los programas y las redes sociales de la posibilidad de ampliar las palancas al infinito. 

Hace bien poco que un diario como Sport, contagiado de esa misma ansiedad de Laporta por vender activos y patrimonio del FC Barcelona, dedicaba un amplio espacio a la astucia e inteligencia estratégica de Joan Laporta y de su fiel escudero, Eduard Romeu, el avalista convertido en bufón para todo del área económica, que andan afinando las ventas de BLM y del Museu, verdaderamente las dos únicas joyas que siguen a salvo por ahora de su demencial política de compras.

Jaume Roures, que se ha quedado con una parte ignota, no informada por parte de la junta, pero indudablemente productiva y generosa para sus intereses en una operación que contribuirá de un modo decisivo a la crisis futura del Barça, defendía y agradecía el favor que le ha hecho Laporta -no al club-, argumentando que hace años, en una situación de deterioro del patrimonio neto del Real Madrid, él mismo, Jaume Roures, participó en un macro rescate financiero del club merengue dirigido por Florentino Pérez.

Omitió, sin embargo, que ahora también es Florentino Pérez quien mueve los hilos de su muñeco preferido, Laporta, y de una maniobra que, menos para la cegada corte mediática barcelonista, resulta evidente que apunta a una descapitalización final de su enemigo. Las diferencias entre Florentino y Laporta también saltan a la vista. El presidente del Real Madrid lidera un imperio económico de enorme envergadura y peso, ilimitadamente poderoso desde que, además, el palco del Bernabéu ejerce de sottogoverno en algunas cuestiones de estado y de gobierno, a veces por encima de la voluntad de la Moncloa. En cambio, Joan Laporta, por su parte, se presentó a las elecciones del 7 de marzo de 2021, en las que salió mayoritariamente votado para solucionar el fortísimo impacto de la pandemia en el club más valioso del mundo, reconocido por Forbes, con el 80% de sus sociedades, incluido su despacho profesional, inhabilitadas y cerradas por no estar al día de sus obligaciones mercantiles como presentar las cuentas anuales desde hacía años.

Comparativamente, los socios del Barça eligieron a un ‘parado’ sin oficio ni beneficio, con deudas y apremiado por la necesidad, perentoria, de volver a vivir del club como ya hizo en su anterior mandato durante el cual llegó a cobrar él personalmente, no su bufete, 10 millones de una empresa petrolífera de Uzbekistán con cuyo presidente había negociado la  visita a Tasken de varios cracks del Barça, entre ellos Iniesta, Puyol, Cesc, Messi y Eto’o. En un juicio por la demanda de otro socio del Barça que reclamaba una comisión por haber facilitado el encuentro de Laporta con el empresario uzbeko, por lo mismo que Laporta homenajeó a Darren Dein por su intermediación en la firma con Spotify, apareció ese cheque de diez millones que Laporta justificó en base a la remuneración por la elaboración de informes relacionados con la construcción y explotación de oleoductos. Increíble, claro.

Esa vida de cuento en el que vive Laporta es hoy la aparente realidad de un club que, en el simulador, parece nadar en la opulencia al extremo de haber reinado en el mercado europeo con 180 millones pagados en fichajes por Lewandowski, Raphinha y Koundé, aunque no por Haaland.

A rebufo de la temeraria política deportiva y económica de un presidente como Laporta, al que sí se le debe atribuir el mérito de presentar la venta de los activos del club como una aplaudida muestra de su ingenio, talento y audacia para remontar la situación del club, la prensa sigue excitada, entre otras razones porque desde la propia junta directiva se alimenta la posibilidad de seguir empeñando e hipotecando el Barça como si Laporta hubiera descubierto una mina de oro.

El titular de un artículo de Sport sobre el tema afirmaba que “BLM, con el e-commerce, es la auténtica joya de la corona. El negocio del Museu supera los 50 millones anuales”. Eso sí, sin aludir que a ese Museu Laporta ya le borró el nombre de quién lo promocionó en su día y anticipó su extraordinaria rentabilidad, Josep Lluís Núñez, y que BLM es, después de grandes esfuerzos de la directiva anterior de Josep Maria Bartomeu, una herencia valiosa y única que, por suerte para el club, Laporta no podrá vender fácilmente.

En realidad, es LaLiga quien le ha frenado recurrir a ese truco perverso, le ha prohibido volver a vender el coche para comprar gasolina y le ha comunicado que no aceptará más ventas de patrimonio, lo que reduce la posibilidad de inscribir a Koundé o Marcos Alonso a compensar sus altas con los beneficios de traspasos o bien con una sustancial rebaja de la masa salarial. Por esa misma razón ambos futbolistas no han podido estar a disposición del entrenador en las dos primeras jornadas de Liga.

Las ventas de Memphis y de Aubameyang que habían de solucionar este último obstáculo, como el resto de las operaciones en las que Laporta necesita soltar lastre, no se han podido materializar a causa de esta misma coyuntura, pues a nadie se le puede ocurrir un escenario peor que fichar más jugadores de los que caben y además exigir a los futbolistas condenados a irse del Barça que sean ellos con su sacrificio económico los que faciliten la llegada de los recién llegados, algunos comprados a precio de oro.

No le quedará otra a Laporta que regalar futbolistas y pagarles su salario y las cantidades diferidas que la plantilla arrastra por no haber afrontado en su día una rebaja conjunta y unilateral como correspondía. 

Laporta se ha encontrado con que, huyendo cobardemente de una negociación colectiva para presionarlos de forma individual, como a Frenkie de Jong, los afectados están reaccionando en bloque contra ese ‘mobbing’ finalmente inútil. Que Koundé y Marcos Alonso no hayan podido disponer de dorsal, se mire por donde se mire y diga lo que diga esa prensa que acusa a los jugadores de la situación, vuelve a dejar en ridículo al único responsable estratégico de armar este lío made in Laporta.

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