¿Palancas?

Hace meses que la prensa y que todo tipo de medios de comunicación hablan de que el Fútbol Club Barcelona va activando palancas económicas para poder llevar a cabo vete a saber cuántos fichajes de nuevos jugadores y al mismo tiempo poder hacer frente a una masa salarial ingente, fuera de la realidad, de la que se ha ido cargando y que no cumple con los enrevesados ​​estándares de prudencia establecidos por la Liga de Fútbol Profesional.

Estas “palancas” que va poniendo en marcha Joan Laporta y de las que presume ostentosamente en público, serían como el producto de su genialidad, una especie de maná debido a su imaginación, una poción mágica que, sin dolor, nos traerá de nuevo la gloria futbolística. Sorprende tal optimismo económico que hace pensar en el tradicional cuento de la lechera viniendo de un club que, en números redondos, tiene una deuda acumulada y buena parte de ella a corto plazo de 1.500 millones de euros, con compromisos salariales de cerca de 600 millones anuales. En los últimos ejercicios, los ingresos no cubren los gastos y así, difícilmente, se puede hacer frente a una deuda que en cualquier otra sociedad habría llevado a la quiebra y liquidación.

Como el mundo es de los imprudentes que arriesgan, la junta directiva actual logra que le aprueben en asamblea la posibilidad de endeudarse otros 1.500 millones de euros para reformar el actual y envejecido campo de fútbol. Mientras, los juegos de manos de las palancas sirven para lanzarse al mercado de forma desaforada, gastando lo que no se tiene y comprometiendo más compromisos salariales para los próximos años aunque no se libera ninguno de la herencia recibida. Se dirá, y de hecho se dice, que comprar jugadores no es gasto sino inversión. Ciertamente es así en términos contables, pero la depreciación es tan rápida que no suele haber tiempo para realizar las amortizaciones correspondientes, mientras que son comisionistas, intermediarios y representantes los auténticos beneficiarios de este digamos trato mercantil.

El mundo del fútbol, ​​como el de la economía en general, está lleno de conceptos metafóricos, medias verdades, sentidos figurados, palabras engañosas, pero también de auténticos engaños. El término ‘palanca’ nos remite a pensamiento positivo: instrumento para mover, impulsar o relanzar. Cuando, como en este caso, en realidad vendes activos, lo que estás haciendo es empobrecerte hoy y, además, al ser instrumentos de negocio a los que renuncias parcialmente, comprometes los ingresos futuros. Nefasto. Vender la casa para comprarte un coche, puede que te haga feliz una temporada, pero económicamente es ruinoso. Aunque busques una metáfora para embellecerlo, el fondo de la cuestión no cambia. Ahora bien, quizás consigas engañar al vecindario o bien al socio incauto.

A mí, no me sorprende tanto que Joan Laporta, que siempre ha ejercido de puñetero, utilice esta terminología que más que edulcorada es engañosa, como que gran parte del periodismo deportivo y del otro haya comprado tanto la idea como la su denominación y la repitan de forma constante hasta convencer a todos de su genialidad y bondad de manera absolutamente acrítica. Si no voy errado, la función del informador es justamente desmontar el lenguaje críptico y engañoso que suele utilizar el poder, en cualquier ámbito, tanto para enaltecer su acción como para minimizar u ocultar los efectos perversos de las decisiones que toma. Se puede discutir si venderse las joyas de la abuela resulta imprescindible, necesario, o bien si es un mal menor, pero, lo que es seguro es que, con la venta, dejas de tenerlas y si antes de hacerlo tenías el agua al cuello, al cobrar el dinero ya empiezas a ahogarte.

Sobre fútbol y lógica económica habría mucho que decir y no acabaríamos. Sobre el Barça y sus gestores, los de antaño y los de ahora, aún más. Para los aficionados, esto es un juego de emociones en el que lo que nos interesa son los resultados. En medio y de forma bien enmascarada hay mucha gente haciendo negocios y no son sólo ni principalmente los jugadores. Terreno abonado para “listos” de toda condición. A estas alturas, el Barça no es del “socio” como decía enfáticamente el presidente Núñez, sino de quien es tenedor de su deuda. Y éste, es Goldman Sachs.

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