Laporta arrastra al Barça y a Xavi a un modelo galáctico como el de Florentino

En la dirección opuesta del mejor Barça de la historia, basado en la cantera y en el ADN de un estilo de juego inimitable, le da la espalda a la Masia y recurre al talonario para forjar con prisas y urgencias un equipo ganador

Xavi Hernández

«La grandeza del Barça es un imán que hace que los jugadores quieran venir», acaba de asegurar Xavi Hernández, a quien, por otro lado, se está señalando en los medios de su lobby de prensa como el arma secreta de tanto fichaje y de tanto crack que hace cola esperando en la puerta del Camp Nou para jugar en el Barça de los ‘galácticos’.

A imagen del más puro estilo Florentino Pérez, como si en el Barça nadie hubiera aprendido la lección, absolutamente nadie, Laporta también ha querido reflejar ese mimetismo con un presidente del Real Madrid que, cuando aún no sabía ni entendía del todo cómo era este negocio del fútbol, actuaba a golpe de talonario fichando las mejores estrellas del mercado al precio que fuera. Así se forjó la leyenda de ese Madrid de los ‘galácticos’ mientras el Barça, o mejor dicho la cantera del Barça, seguía trabajando en silencio para acabar no sólo con el círculo virtuoso de Laporta y de Soriano, sino también con el Madrid del talonario.

Ese círculo virtuoso azulgrana, apoyado por los tecnócratas de la primera directiva de Laporta, sostenía que realizando grandes inversiones en estrellas del fútbol los éxitos y títulos conquistados generarían recursos para seguir fichando a los mejores futbolistas del mundo. Ese fue el falso argumento triunfal y las medallas que algunos se pusieron antes de tiempo cuando llegaron los escasos éxitos del Barça de Ronaldinho, Deco y Eto’o antes de caer en la autocomplacencia, los excesos de todo tipo, compartidos por directiva y vestuario, y la necesidad de una limpieza urgente dos años después. 

Le sucedió el mejor de equipo de la historia del fútbol, forjado y protagonizado por la generación de oro de la Masia, de tal nivel mundial que, por primera vez y de forma seguramente irrepetible, hasta tres de sus representantes, Messi, Xavi e Iniesta, fueron designados finalistas y aspirantes al Balón de Oro del año 2011.

Catorce años después de su ‘exploit’ en la temporada 2008-09, la del Sextete, la base de ese equipo ha continuado en la primera línea llegando más lejos y más allá de cualquier límite que cualquier otro equipo en la historia. No hace ni un año que el futuro del primer equipo seguía pivotando en una columna vertebral integrada por Piqué, Alba, Busquets y Messi, los últimos representantes de aquel legendario equipo con una vida útil prolongada tan artificialmente que a la fuerza había de sufrir un final traumático, especialmente en las competiciones más exigentes como la Champions.

Y aun así, en el planteamiento inicial de la temporada 2022-23, Joan Laporta y Xavi habían admitido el peso específico de los capitanes sobrevivientes y otorgado su plena confianza a los futbolistas de esa nueva ola de jóvenes liderados por Ansu Fati, Pedri, Araujo, Gavi y Nico, sin duda llamados a escribir otra era de éxitos sobre la misma base que la prodigiosa década de Messi; es decir, con un fútbol propio e identitario, aprendido en la metodología única de la Masia, tan distinto y radicalmente opuesto al fútbol más convencional del resto del mundo, físico y prioritariamente de contención.

La experiencia ha demostrado que el fútbol genuinamente azulgrana, con este estilo y ADN tan singulares, no resulta compatible con la mayoría del fútbol europeo dominante. Fichajes de peso como Coutinho, Arthur, Pjanic, Griezzmann o Dembélé, por poner algunos ejemplos de cracks indiscutibles en su equipo y reconocidos internacionalmente, no se han podido integrar en un sistema de juego que requiere, además de perfección técnica y táctica, una mentalidad especial para el permanente juego de ataque y de posición. La inadaptación de extraordinarios futbolistas al ecosistema del Camp Nou ha sido, además de una constante, causa de llamativos y frustrantes casos de inadaptación.

Ahora, en cambio, a partir de que Laporta se ha propuesto tirar la casa por la ventana, romper el mercado y transitar imprudentemente por el camino inverso al que le llevó en su momento a renunciar al fichaje de Haaland, surgen todas las preguntas e incertidumbres sobre cuál será el nuevo ADN azulgrana, su filosofía y mecanismos, desde luego imposibles de aplicar a una plantilla dominada por jugadores de otra cultura futbolística, tan distinta a la azulgrana. Que todos ellos sientan admiración por el Barça y también el indomable impulso de jugar en el Camp Nou no quiere decir que sepan y puedan aprender en dos días lo que Xavi trate de inculcarles.

Cuando el entrenador insiste en su mensaje de fidelidad al estilo y el ADN del Barça en el que ha crecido y lo ha ganado todo cuesta de imaginar que el modelo galáctico funcionará con la misma eficiencia.

El propio Xavi y la afición azulgrana han conocido y experimentado las dos caras de esa realidad pues tras su llegada y la de los fichajes de Adama, Aubameyang y Ferran Torres el equipo pareció coger vuelo. De hecho, los trovadores del laportismo y sobre todo los enemigos periodísticos de Koeman aprovecharon ese momento espumoso para engrandecer y mitificar la milagrosa recuperación del juego y de los resultados gracias exclusivamente al trabajo de ingeniería estratégica, motivación y talento del nuevo entrenador. Una reacción que empezó coincidiendo con la recuperación de Pedri y se apagó de forma fulminante tras su recaída dando pie a un final de temporada decepcionante y torcido y provocando que el discurso de la prensa y el mensaje institucional volvieran a los orígenes y dieran por buena la tesis de Koeman sobre la falta de competitividad y de nivel de una plantilla que, en su caso, hubo de sobreponerse al shock de verse, de pronto,  sin Messi ni Griezmman y con Pedri, Ansu Fati y Dembélé fuera del equipo por lesiones de muy larga duración.

Las vacilaciones sobre la verdadera paternidad de este tobogán desembocaron en un periodo, otro más, de actuaciones erráticas y contradictorias, sobre todo después de que Haaland le diera calabazas a Xavi y a Laporta y el City financiara parte de su fichaje con los más de 60 millones pagados por el fichaje de Ferran Torres. Laporta se escudó entonces en que la economía del Barça no estaba para este tipo de locuras. Luego, hizo lo de siempre, esconderse y temer lo peor cuando el Real Madrid estuvo a punto de atar a Mbappé, hasta que sus mejores amigos y agentes, Pini Zahavi y Jorge Mendes, le ofrecieron fichar tres cracks como Lewandowski, Raphinha y Koundé, finalmente adquiridos no sin pulverizar los récords de venta por un jugador en la historia de los traspasos del Bayern, Leeds y Sevilla. 

Laporta, que también ha atraído a dos futbolistas más como Christensen y Kessié con la carta de libertad, espera pagar menos por Marcos Alonso y Azpilicueta y se hace el millonario insinuando que no descarta batir también el récord del City con la compra de Bernardo Silva. Sueña con  sublimar de ese modo una locura que hace mes y medio -igual que ahora- le estaba completamente impedida por motivos de su margen salarial negativo. Una situación no resuelta aun, a menos que siga empobreciendo al club y, en la práctica, condenándole a ser muy pronto una SA, a base de vender más activos y de la necesidad de traspasar a Frenkie de Jong y un par más de jugadores.

Laporta, además de esa sumisión exhibida respecto de Florentino Pérez en las políticas y estrategias contra la UEFA y LaLiga y a favor de la Supercopa, tiende a imitarlo peligrosamente en su peor versión, la de aquel Florentino que se jactaba de no tener adversario en el mercado y de comprar todo aquello de lo que se encaprichaba. Nadie mejor que el presidente del Real Madrid sabe que eso no funciona ni a la corta ni a la larga, mucho menos cuando además esa estrategia aboca a un club como el Barça a un inevitable colapso económico y financiero, ya irremediable, a partir del ejercicio 2023-24 y durante los siguientes 24 años. En el Bernabéu, Florentino se relame con el banquete que pretende darse en el futuro, pues él mismo ha convencido a Laporta de venderle los derechos de TV a un inversor de su confianza como es Sixht Sreet. Al menos él sí, a diferencia de los socios del Barça, conoce todos los detalles de la segunda palanca.

Frente a tanta parafernalia y agasajo injustificado sobre el poder de seducción de Xavi y de Laporta, quien ha venido a dejar las cosas más claras sobre esa presunta magia, la que no tuvo ningún efecto en Haaland, ha sido el secretario técnico del Sevilla, Monchi, tras el cierre de la operación de Koundé. “Se lo hemos vendido al Barça porque era el que pagaba más”, ha dicho. Si pudiera y también quisiera hablar su agente Jorge Mendes, este diría lo mismo de las comisiones, pues también son las más altas.

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