Laporta, desesperado y desatado, sigue necesitando más palancas para sus fichajes

Ha cerrado la segunda venta de los derechos de televisión (15%) a Sixth Street sin dar un solo dato oficial a los socios ni informarles que con 600 millones no basta para poder inscribir un solo jugador de los nuevos

Empieza a ser misión imposible asociar cualquier gestión de Joan Laporta con los más elementales filtros de transparencia, rigor y cumplimiento de su mandato. La firma de la mal llamada segunda palanca se ha desarrollado y consumado de forma oscura y casi clandestina, aún más que la primera, sin que los socios del FC Barcelona puedan conocer, si no es por las especulaciones y filtraciones a la prensa, el alcance de las decisiones de extrema gravedad y trascendencia para el futuro del club de estos acuerdos.

Del contrato adicional con la financiera Sixth Street para la venta del segundo paquete de derechos de televisión, la estricta comunicación del club ha consistido en un breve e incomprensible redactado que, no obstante, la prensa  servil ha celebrado de nuevo como si el FC Barcelona, o mejor dicho, su presidente, hubiera protagonizado una gesta admirable y única en la historia del club. Desde luego lo es renunciar a 1.250 millones para cubrir, en gran parte, la doble negligencia de inventarse 300 millones de pérdidas hace un año y añadirle un escandaloso y vergonzoso agujero de 150 millones más de pérdidas del ejercicio cerrado, un estado de bancarrota y despiporre económico que sólo se puede arreglar, a tan corto plazo, yendo a una casa de empeños.

Lo que el comunicado del club omite, lo mismo que en el anterior de 30 de junio por la venta del primer paquete del 10% de los derechos de televisión de LaLiga, es que de los 600 millones contablemente registrados como beneficios, en realidad no sirven tampoco para restar del balance los 451 millones de patrimonio negativo al que Laporta se ató de pies y de manos en el ejercicio 2020-21 sólo por darse el gustazo mediático de exagerar el mal estado del club tras la pandemia y aparentar que todo era culpa de Bartomeu. Eso, a falta de saber, con certeza, si esa plusvalía fantasiosa acaba siendo del todo legal y aplicable.

Dicho de otro modo, para cumplir ahora con las expectativas de incorporar los fichajes ya comprometidos, atados y presentados como resultado de  la imprudente y temeraria actuación de un presidente que se sigue gastando el dinero que no tiene, no queda otra que añadir más ventas de activos -ya se habla de BLM y de Barça Studios- para alcanzar ese punto cero que le permita al club invertir en mejorar su plantilla por la regla 1/1 y no 1/3 como hasta ahora.

Llegados a ese punto, seguirá siendo imprescindible la venta de un futbolista como Frenkie de Jong o de Memphis, o de los dos, pues ya se descarta que los capitanes, a los que se deben millones en fichas atrasadas, se avengan a una reducción de sus condiciones salariales.

El problema, cada vez más acuciante, es que la Liga empieza en apenas tres semanas y el Barça, con las cartas boca arriba, no tendrá otra alternativa que seguir malvendiendo las joyas de la abuela en un último y desesperado esfuerzo de Laporta por presentar un equipo que, a diferencia del curso pasado, y pese a la llegada de Xavi acompañada de cuatro fichajes de invierno, se estrelló contra sus propias limitaciones por una falta alarmante de gol y de liderazgo, de todo aquello que encarnaba Messi, el crack que el presidente despachó en otro ilustre error de gestión.

En la información avanzada por el club el 30 de junio pasado, se afirmaba que “con esta operación el FC Barcelona genera una plusvalía total de 267 millones de euros para la presente temporada. Sixth Street invertirá inicialmente 207,5 millones de euros y recibirá el beneficio económico del 10% de los derechos de televisión del Club provenientes de LaLiga durante los próximos 25 años”.

Esa mínima referencia a las cifras del acuerdo ha desaparecido del segundo paquete, por el 15% de los derechos: “El FC Barcelona ha anunciado hoy una inversión adicional de Sixth Street (…) Con esta segunda transacción, el FC Barcelona ha vendido un 15% adicional de los derechos de televisión del Club de LaLiga. En total, Sixth Street recibirá el 25% de los derechos de televisión del Club de LaLiga durante los próximos 25 años”.

Nada más, ninguna información añadida sobre la incidencia contable de esa operación financiera, más allá de las especulaciones de la prensa que la cifran en 320 millones de inversión y en 400 con esa plusvalía que está por ver si entra o no con calzador, según decidan los nuevos auditores.

El motivo de esta opacidad no es otro que el temor y la inseguridad del equipo legal, jurídico, económico y financiero ante una realidad que, bien explicada del todo, resulta incomprensible e injustificable para cualquier socio preocupado aún por este club que hoy se encuentra en vías de desaparición, por lo que se refiere a su modelo democrático y más que centenario de copropiedad

¿Cómo le puede explicar a nadie Laporta que ni con 600 millones se arregla una situación forzada por su misma junta? ¿Cómo admitir que ha fallado un presupuesto de 765 millones en más de 150 millones y que el actual, que arranca con 41 millones menos de ingresos tampoco está ni mucho menos cubierto? Y finalmente ¿qué prensa va a trasladar esta locura, una patada hacia delante de Laporta a quien sólo le preocupa cerrar los fichajes en los que intervienen sus amigos y agentes Pini Zahavi y Jorge Mendes?

La respuesta a esta última pregunta sea probablemente la más preocupante, porque ya no quedan medios, apenas unos cuantos periodistas, que se atreven a contar la verdad, o sea la gran mentira en la que se ha construido este Barça de Laporta.

Mientras que los socios viven ajenos porque la prensa cierra los ojos a la realidad, Laporta puede reventar el mercado pagando traspasos imposibles para una economía que ya solo se sostiene porque los fondos de inversión, sin ser del todo tipo ‘buitre’, se han encontrado con un regalo inesperado y solo es cuestión de tiempo que se hagan con el control absoluto del club.

Laporta quiere ganar en el campo el partido que ya ha perdido en los despachos, siendo consciente, o no, de que por más títulos que pueda ganar el fatal desenlace de sus pecados económicos ya no tiene ni solución ni vuelta atrás, a menos que LaLiga ponga un poco de orden poniendo fin a este descontrol. Será entonces, igualmente demasiado tarde, cuando Laporta recupere el tono llorón y de víctima.

Por más que la asamblea de socios otorgara un amplio margen de actuación a la junta, Laporta siempre puso por delante el firme compromiso de explicar, en su momento, todos los detalles y especificaciones que, con las prisas y la urgencia de vender los activos para salvar la temporada antes del 30 de junio, no era posible pormenorizar mientras se estaba negociando con algunos inversores.

Fue, como tantas y tantas otras veces anteriormente acreditadas, otro embuste y otro regate a esos mínimos tics democráticos de un club condenado entre todos al totalitarismo de un presidente que ha hecho de la mentira un dogma de la gestión y de su propio estilo de vida y comportamiento.

La gravedad de esta omisión radica en que Laporta no se atreve ahora mismo a pronosticar cuál será en cualquier caso la reacción ni los cálculos de la LaLiga de Javier Tebas ante el efecto palancas cuando revise el margen salarial a partir del 31 de julio. Semana clave.

(Visited 175 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario