¿Por qué el fuego amigo entre laportistas es un síntoma de nerviosismo?

Santi Giménez

Mike Camps es un directivo de Joan Laporta que, como Enric Masip, tiene licencia para “matar” en twitter, aunque no específicamente a quienes se muestran críticos con la gestión de la junta. Para recibir un ataque insultante y agresivo de este personaje, que ya ha acreditado de sobras su desconocimiento sobre el Barça y la ausencia del más elemental sentido de convivencia, sólo hace falta no aplaudir las gestas de Laporta, basta con no ser un “palmero” disciplinado del presidente para entrar en una lista negra que, desde luego, encabeza Toni Freixa.

A Mike Camps, otro guardaespaldas del presidente, no le deja dormir que, a diferencia de Víctor Font, que ha elegido la crionización hasta que se vuelvan a convocar elecciones, Freixa siga enviando tuits tan educados como críticos sobre cuestiones relevantes del club. Totalitario y fascistoide, el derecho a la libre opinión de cualquier barcelonista es algo que Camps prohibiría y castigaría como un Villarejo cualquiera que tuviera a mano jueces, periodistas y otros policías capaces de actuar bajo su mando al margen de la ley.

El problema es que Mike Camps se ha convertido en un personaje tan compulsivo que la ignorancia le ha jugado la mala pasada de atacar a los suyos, en este caso a un laportista destacado y poco dudoso como lo es Santi Giménez (foto), periodista del diario As, al que le pareció una “chapuza” que nadie del equipo de desplazamientos tuviera en cuenta los viajes de Xavi a Irán como miembro del Al Sadd de Qatar y se dieran cuenta en el mismo aeropuerto antes de salir.

Un comentario, o un calificativo menor, superficial para el grado de negligencia de quienes tienen la responsabilidad de organizar la gira por EEUU sin ningún tipo de incidencia. Si se hubiera producido esta misma circunstancia o parecida en una gira en otra época y otro presidente, este periodista y su lobby habrían hecho correr la sangre a niveles de mala leche y acidez que un directivo como Mike Camps no hubiera sido capaz de soportar. No al menos sin ir más allá de una respuesta en twitter.

Los ataques a un periodista de los suyos, este inesperado fuego amigo, demuestran hasta qué punto la junta de Laporta está nerviosa ahora que se lo juega todo a una carta que, aunque pueda salir bien deportivamente, asegura por muchos años la ruina del club. Lo que se viene no se compensa ni ganando tripletes, algo que no es ninguna novedad para Laporta, que ya perdió 47,6 millones en el mandato anterior con el mejor equipo del mundo.

Tampoco los Mike Camps de Laporta, que son una mayoría mediocre de directivos trémulos y fanáticos, deberían estar tan preocupados, pues mejorar los registros de la temporada anterior frente al resto de los equipos españoles y europeos sin palancas debería ser coser y cantar, con tanto dinero en el campo. Otra cosa es cómo explicarán la inevitable caída del club en manos de inversores por Ligas y Champions que se ganen.

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