Los galgos están desprotegidos ante cazadores y criadores para carreras

El maltrato y el abandono que sufren ha generado una potente red de acogida y adopción

Galgos

Ni el cierre de los canódromos ni el avance legislativo en la protección de los animales han conseguido proteger al galgo del maltrato y el abandono. El mantenimiento de la caza de la liebre, principalmente en las zonas del centro y el sur de España, y las competiciones y carreras de galgos mantienen vivas las agresiones hacia estos animales. Entidades dedicadas al rescate, la recuperación y la adopción de estos perros alertan a EL TRIANGLE que existe un “vacío legal terrible”, y reclaman cambios legislativos y sociales para luchar de forma más eficaz contra la crueldad que sufre el perro galgo.

Consultada esta cuestión al Seprona, se afirma que sus actuaciones se hacen de acuerdo “con lo que dispone el Código Penal (art. 337) y otras normativas administrativas”, dado que la reciente modificación del Código Civil, que considera a los animales como seres que sienten, no afecta de forma directa a su tarea. A pesar de que cada vez hay más condenas por maltrato animal gracias a una concienciación social creciente, un portavoz del Seprona asegura a EL TRIANGLE que, “legalmente, condenas más fuertes por este tipo delictivo podrían favorecer esta contundencia e, incluso, tener cierto efecto disuasivo, si se otorga la debida importancia al delito de maltrato animal”.

No existen cifras oficiales ni de denuncias por maltrato animal desglosado por razas de perro, ni del número total de galgos abandonados en España. Aun así, el estudio anual de abandono de perros y gatos de la Fundación Affinity permite calcular que alrededor de un 40% de los perros abandonados son galgos, especialmente al acabar la temporada de caza.

De hecho, el final de la temporada de caza es el segundo motivo más importante de abandono en nuestro país. Las entidades protectoras estiman que se abandonan anualmente 50.000 galgos en España, de los cuales ni siquiera la mitad son adoptados, y tienen que acabar siendo sacrificados.

Toda la vida del galgo es una carrera de obstáculos para sobrevivir. Como explica a EL TRIANGLE Umberto Giacomelli, presidente de SOS Galgos, entidad fundada en Esplugues de Llobregat en 2000, el galgo es “una raza autóctona de España muy fácil de criar” y dado su instinto de correr velozmente, “se cría fácilmente para la caza y las carreras”. Normalmente, las hembras crían en la primavera, y durante los meses de septiembre y octubre los galgos los empiezan a probar. “Los entrenan estos meses por si sirven para competir, y si no les van bien, los abandonarán o bien los sacrificarán”, según detalla a EL TRIANGLE Ester Callol, presidenta de Galgos112, entidad nacida en Sant Feliu de Guíxols en 2008.

Si superan este primer obstáculo, vienen de nuevos. Umberto Giacomelli indica que el perro competidor, “cuando llega a los tres o cuatro años, vive su momento de máximo esplendor, pero a partir de aquí pierde capacidades físicas o bien empieza a aprender trucos y a acortar recorridos en las competiciones”, hecho que los excluye de las carreras según la normativa de la Federación Española de Galgos. Por lo tanto, ya no es un instrumento útil y, según Giacomelli, “el propietario pierde el interés en el animal y se encuentra que tiene delante ocho años más de vida y que lo tendrá que cuidar y alimentar, y no le interesa para sus finalidades. Así, tiene dos sistemas: lo abandona o bien se deshace por medios más crueles, como pueden ser dispararle un tiro o echarlo a un pozo”. En las zonas de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, los voluntarios de las asociaciones de protección de animales se encuentran con estos perros abandonados en las carreteras o en los campos, famélicos, traumatizados, heridos y muchos de ellos con un corte en el cuello porque les han sacado el chip para evitar la identificación del propietario, según Callol.

La red de recuperación y adopción es muy amplia, con voluntariado en todo el territorio español. Galgos112, por ejemplo, tiene delegaciones de voluntarios en diferentes puntos, que permiten que el galgo abandonado pueda recuperarse en casas de acogida, y se pueda gestionar la adopción con garantías de éxito. La adopción no solo se hace por todo el Estado, sino que las entidades tienen acuerdos con asociaciones europeas, que permiten encontrar a familias adoptivas en países como Alemania, Holanda, Bélgica o Francia. El verano, sin embargo, es muy mala época para la adopción, y durante este tiempo los galgos alargan sus estancias en casas de acogida o refugios, a la espera de encontrar una familia. Una vez en el nuevo hogar, las entidades piden paciencia a los adoptadores, porque todavía puede haber traumas. “Hay que dejarse aconsejar, porque hay mochilas de dolor importantes en estos perros”, según Ester Callol. Una vez adaptado en la casa de acogida, el galgo es tranquilo, amante de dormir y de la buena compañía.

El negocio de la sangre

El galgo no solo es atractivo por su velocidad, sino que es el perro más buscado por las empresas de comercialización y distribución de sangre para las clínicas veterinarias, a causa de su consideración como donante universal. Los perros tienen ocho tipos diferentes de sangre, y el DEA1 es el grupo compatible con todo el resto. Los galgos tienen este tipo de sangre universal, y esto les permite salvar a otros perros que tienen que ser intervenidos u operados.

A mediados de junio, el Seprona participó en una operación en Humanes (Madrid), donde se drenaba sangre de animales, principalmente de galgos, hasta matarlos. Se salvaron 240 animales, algunos de ellos en estado muy crítico, y se localizaron 60 cadáveres. La Fiscalía de Madrid se ha querellado contra el responsable de este centro de transfusión veterinario.

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