Laporta se presenta en muy mal estado y desorientado en la presentación de Lewandowski en Miami

Ya es un meme el vídeo en el que confunde a Juli Guiu, directivo de marketing, con Marc Ingla, que lo fue hasta 2008 en su anterior presidencia. También por culpa de otro vídeo, el vicepresidente Antoni Escudero ha sido declarado no apto para la vida social

Joan Laporta podría haberse ahorrado el lastimoso y pobre acto de bienvenida de Robert Lewandowski, organizado deprisa y corriendo bajo la solana implacable del cielo de Miami a modo de presentación de la nueva estrella del firmamento barcelonista. Lo deslució el propio presidente improvisando un discurso sin demasiado sentido, nada preparado, como si realmente no estuviera del todo centrado en la trascendencia y enorme visibilidad del momento. 

Hubo euforia y satisfacción en el tono y la puesta en escena del presidente, pero también lagunas y giros de guión que, efectivamente, transmitieron esa sensación de que ni la persona que es Laporta ni el personaje del presidente acababan de estar sincronizados, por mucho que él se esforzara.

 

 

Una pena, porque el FC Barcelona exige que, al menos de cara a la galería, la imagen del presidente sea siempre pulcra, correcta y controlada, alejada de cualquier aparición pública en la que pudiera parecer que no estaba en las mejores condiciones, mucho menos en un acto oficial del club del que, como él mismo dijo, el mundo estaba pendiente.

Laporta posee esa capacidad mediática para subir, bajar y modular a su voluntad el tono y la agresividad o la calidez de su discurso, puede ser enérgico o seductor, según le convenga, y por lo general dominar la escena y no al revés como le sucedió en Miami, preso de un estado en el que pocas veces suele presentarse ante la prensa y las cámaras.

Dio la impresión, por esa risa descontrolada, unas risotadas extemporáneas sin venir a cuento y su modo de hablar descontrolado, que no se encontraba en el mejor momento del día. Finalmente, después de intentar agradecer a todo su equipo de la secretaría técnica y de la junta su papel tan destacado en el fichaje de Lewandowski, cometió un error ciertamente incomprensible, cuando aludió al directivo responsable de marketing como Marc Ingla, que sí lo fue en su primer mandato entre 2003 y 2008, hasta antes de dimitir junto con el resto de los “sorianistas” tras el voto de censura.

Si fue a propósito o no también eso plantea dudas, pues la confusión, rectificada al cabo de unos segundos por el propio Laporta, confirmó ese extraño estado en el que se encontraba, como si poder presentar por fin a Lewandowski vestido de azulgrana hubiera constituido en las horas previas un motivo de celebración llevado al exceso.

No sería la primera vez que el presidente Laporta muestra algunas de esas dos caras más inhabituales, bien porque se encuentra malhumorado e irascible, cuando ha insultado y se ha encarado incluso contra barcelonistas que no le han hecho la pelota, o bien porque se deja llevar por ese exagerado y también desajustado estado de ánimo excesivamente euforizante. 

De esas dos versiones del personaje hay algún vídeo, como el de su bajada de pantalones en el aeropuerto, que desapareció convenientemente, o las fotografías de su desbocada pasión por la juerga en Luz de Gas tirándose el champán por la cabeza, en un estado más que presuntamente pasado de vueltas, puede que a causa de una ingesta menos moderada de alcohol.

Llama la atención que precisamente la figura del verdadero responsable de marketing, el vicepresidente Juli Guiu, empresario especializado en el ámbito de la música y de los conciertos, no ha pintado absolutamente nada en la operación que ha conducido al delantero polaco al Camp Nou desde la capital bávara.  Tampoco Mateu Alemany ni Jordi Cruyff, que en ese mismo acto trataron de poner cara de póker ante la imagen bochornosa del presidente, han intervenido en una operación exclusivamente decidida, diseñada y ejecutada por Laporta mano a mano con Pini Zahavi, el agente de Lewandowski y, al mismo tiempo, amigo y ex-socio de Laporta con quien ya consiguieron sacar a Neymar del Barça para llevarlo al PSG. 

Aquel fue un golpe perfecto a la línea de flotación del Barça de Bartomeu, pues el aparente beneficio económico no pudo compensar la herida deportiva, insubsanable pese a los fichajes de Coutinho, Dembélé y Griezmann. Muy parecido al tiro en el pie de Laporta con Messi de hace un año, cuando decidió echarlo, un daño también irreparable (cero títulos, dos entrenadores, tres fichajes inútiles en invierno, 150 millones de pérdidas, 25.000 abonados menos y caída dramática de ingresos y de patrocinadores) que ahora necesita reparar como sea. 

Los fichajes de Lewandowski y Raphinha por 130 millones representan la solución y también la excusa para cerrar operaciones con comisiones millonarias -no explicadas- intermediadas, no por casualidad, por agentes de su círculo de confianza y de amistad como Pini Zahavi y Jorge Mendes. 

El vídeo de Laporta, que ya circula en forma de meme audiovisual por las redes, debe archivarse en la galería de los horrores de esta directiva junto a otro que no ha tenido demasiada circulación entre los medios y los socios, protagonizado por el vicepresidente del área social Antonio Escudero, precisamente señalado desde su nombramiento por su prolongada y evidente ausencia en los grandes y pequeños acontecimientos, crisis y alegrías de un departamento que en la práctica manejan Elena Fort, porque no le dejan meter las narices en los asuntos importantes de gobierno, y uno de los que le llevan bocadillos a Laporta cuando se pone en modo Carpanta, Josep Ignasi Macià, agregado a las “penyes”.

 

 

Visto el vídeo, casi que lo mejor sea mantener a Antonio Escudero lejos del foco y más apartado aún de las “penyes”, pues si repite una actuación igual o parecida a la de la Trobada de Penyes del Baix Llobregat las consecuencias pueden ser terribles. Como es posible contrastar en esta grabación, Escudero creyó estar en un karaoke más que en un acto oficial y vivo del barcelonismo. 

En algún momento y por alguna razón perdió el sentido del cargo y de la representación que ostenta, como alto cargo de FC Barcelona, para dejarse ver quizá como ya se sospechaba que era en realidad, alguien distanciado del club y del barcelonismo, insensible y ajeno a lo que es y representa el club azulgrana.

Definitivamente, Antonio Escudero ha sido declarado internamente como no apto para representar a club en ningún acto azulgrana oficial.

En cuanto a Laporta, a quien le sobran tablas para la función pública y mediática, la única medida prudente por parte de su equipo es realizarle algún tipo de prueba o control antes de dejarle un micrófono, pues si pierde esa facultad prácticamente lo pierde todo. 

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