Gestapo 2.0: La sombra de González Cambray

Ha sido un curso complicado para la comunidad educativa. El profesorado ha sufrido particularmente un desprecio tan cruel y despiadado que ha provocado reacciones contradictorias. Muchos pensaban que las jornadas de huelga serían el inicio de un movimiento en la Conselleria d’Educació, incluida la dimisión de un arrogante González Cambray que ha contado en todo momento con el apoyo del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Es muy probable que la mayoría de los maestros no imaginaran que esta lucha sería ganada por el conseller, dejándoles exhaustos, sin capacidad de reacción y sin una buena cantidad de dinero sin cobrar.

Porque, no nos engañemos, las huelgas van que ni pintadas para el departamento, porque suponen unos ingresos extras que pueden utilizar sin ningún tipo de control. Cuantos más profesores y profesoras hagan huelga, más se frotan las manos los cabecillas del poder, ya que, ni están obligados a revertir el dinero recogido en los centros educativos, ni a dar ningún paso para llegar a algún acuerdo.

Por este motivo, este curso pasará a la historia como el de la resignación, el de las batallas perdidas, por mucho que los sindicatos se empeñen en convocar de nuevo una huelga el día del inicio del curso en septiembre. Otra decisión irresponsable que hará aumentar la frustración y el desengaño en un colectivo ya bastante maltratado. Y, seguramente este hecho y la posición inamovible del conseller, su falta de empatía y su impertinencia, han provocado acciones aisladas de profesores y profesoras que (hago spoiler) han terminado mal.

Algunos centros educativos, especialmente del Vallès Occidental, decidieron en asamblea no poner comentarios en las notas de los alumnos en el tercer trimestre, como medida de protesta por los continuos desprecios que han recibido desde hace años. Era muy probablemente la primera vez que se tomaba una decisión que podía afectar directamente al alumnado. De hecho, hacía años que se hablaba de la necesidad de realizar acciones más contundentes y que pudieran afectar a otros sectores, como dejar de hacer salidas y colonias, lo que tocaba de pleno personal de autocares, casas de colonias y otros . Nunca hubo un consenso al respecto, porque una parte importante del profesorado pensaba que no estaba bien mostrar un desacuerdo haciendo daño de una forma u otra a los alumnos, a actividades comprendidas en los planes anuales y que tenían, claramente, unos objetivos pedagógicos.

Lo que no imaginaban los trabajadores de la enseñanza es que la sombra de González Cambray es muy alargada. En Sabadell, pero también en otros municipios de la comarca, personas afines, muy afines al consejero, advirtieron directamente al consejero de esta manera de protestar, no poniendo comentarios en los boletines de los alumnos o poniendo algunos muy genéricos, tipo “ muy bien” o “ok”. La información no pasó por los Servicios Territoriales en el Vallès Occidental, como es lo normal en estos casos, lo que hace pensar que “informadores bien colocados” fueron directamente a los Servicios Educativos Centrales con sede en Barcelona.

Por si esto no fuera ya lo suficientemente grave, evidenciando también la existencia de una red de espías al servicio de los de arriba, los centros que se atrevieron a plantar cara al departamento, recibieron una carta donde les amenazaban que, si en un plazo de cuarenta y ocho horas no corregían y reenviaban los comentarios, “responderían personalmente de las consecuencias que pudieran derivarse”. Una amenaza de libro que, según fuentes bien informadas, podría ser una retención del sueldo o incluso una sanción más grave para el director que no pusiera rectos a sus trabajadores.

Como pueden imaginarse, la prensa del régimen no ha dicho ni una sola palabra sobre el tema. Los institutos han bajado la cabeza y han hecho lo que se les pedía, con un silencio por parte de los sindicatos mayoritarios que es el indicador de un gran fracaso. Desgraciadamente, los recortes y las burlas hacia el profesorado son cada vez más implacables. Solo un ejemplo que muestra la indiferencia y la insensibilidad de González Cambray. Unas ochocientas plazas correspondientes a personal de atención educativa que se crearon para dar cobertura a la emergencia sanitaria, desaparecerán el próximo curso. Unas figuras que han sido esenciales y primordiales para el desarrollo de niños y jóvenes con necesidades educativas urgentes y que en una acción más de insensibilidad, serán suprimidas. Vendrán más y más gordas.

Susana Alonso
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