Laporta contrata a un auditor de segunda que acepte sus juegos contables con Sixth Street

Las diferencias de criterio con Ernst & Young le han obligado a refugiarse en especialistas que apliquen menos rigor y más flexibilidad, sobre todo en la sobreestimación de los derechos de TV

A cada paso que da, Joan Laporta deja un rastro de confusión, oscurantismo y desconcierto, como prescindir ahora de una empresa auditora de primera línea, Ernst & Young (EY), para encontrar más acomodo y facilidades en una compañía de segunda división Grant Thornton que si no figura entre las cuatro principales del panorama mundial, Deloitte, PwC, EY y KPMG, es porque está por debajo de ese nivel reconocido de credibilidad y rigor. 

A Grant Thornton le ha tocado la lotería, al menos en apariencia, desde el momento en que una entidad como el FC Barcelona se ha fijado en ella y la ha elegido, no tanto por la dimensión y complejidad económica del club azulgrana, relativamente pequeña y sencilla, como por la desproporcionada trascendencia mediática y publicitara que proyecta al mundo.

Un arma de doble filo, pues la primera condición impuesta por el FC Barcelona al nuevo auditor es la comprensión y aceptación de la reciente operación de venta del 10% de los derechos de televisión de la LaLiga de los próximos 25 años, por la cual el club ingresará 207,5 millones, según las cifras oficiales. Ahora bien, la estimación contable que afectará al balance y a la cuenta de explotación será de 267 millones, o sea de 59,5 millones más, en base a un cálculo de crecimiento de estos derechos en el mercado audiovisual. 

La tesis es que como dentro de 25 años su valor habrá aumentado el presidente Laporta considera justificado aprobar un asiento contable como si Sixth Street, la financiera que los ha adquirido, hubiera abonado en realidad 267 millones y no 207,5 millones. Por la apariencia y los precedentes suena a la típica jugada de Laporta que hoy parece sostenerse sobre unos argumentos indiscutibles y mañana se desmonta como un castillo de arena a la que se le pasa por encima el filtro de la ley y de la normativa.

También sería una escaramuza financiera propia de alguien como Eduard Romeu (foto), el vicepresidente económico, muy familiarizado con las pillerías especulativas y las trampas sobre las que se ha levantado Audax, esa compañía energética al que el mercado real está poniendo muy por debajo de su valor bursátil de hace un año. Además, Audax sigue coleccionando multas por engañar a los pequeños clientes, la mayoría personas con escasos conocimientos, por irregularidades graves en los procesos de contratación.

La primera experiencia de Laporta con EY no acabó bien, pues a la hora de cerrar el ejercicio 2020-21 con 481 millones de pérdidas el auditor expresó dudas con respecto a esa bárbara decisión de provisionar 90 millones y amortizar anticipadamente jugadores por valor de casi 200 millones. El auditor había remarcado un “excesivo juicio de valor” a la hora de adoptar esos extraños criterios que luego LaLiga, en una auditoría independiente, calificó como pérdidas y provisiones “atípicas”. En definitiva, un sinsentido que también forzó a EY a advertir del riesgo y de la responsabilidad exigible a la hora de actuar con esta frivolidad y poca seriedad con un agujero patrimonial de 450,7 millones.

La advertencia del auditor, del todo sensata y alarmante, acabó en la papelera del despacho de Laporta y fue desatendida por Eduard Romeu. Ambos se han pasado el curso anterior sentados cómoda y tranquilamente, gastando sin medida, fichando lo que no podían ni debían y apareciendo ante la prensa incluso amenazando al resto de los clubs: “¡Hemos vuelto! ¡Que tiemble el mercado!”, proclamó Laporta en la presentación de Ferran Torres en el meridiano de la temporada.

No fue hasta hace poco más de un mes que un sudor frío y las más terribles expectativas recorrieron los despachos nobles del Camp Nou ante la evidencia de un desequilibrio presupuestario de 150 millones. Deprisa y corriendo, la solución ha sido la venta urgente y bajo una gran presión de esos derechos de TV tan controvertidamente impuestos, con calzador, en un cierre del ejercicio que acaba de acometer el nuevo auditor, obligado a cerrar los ojos sobre esa plusvalía inédita y plagada de interrogantes legales.

La pregunta es: ¿si estos derechos valían 267 millones en realidad por qué venderlos por 207,5 millones? El apremio y la urgencia son la respuesta sencilla y evidente en un escenario de apuro para el que vende, con la necesidad de hacer caja antes del 30 de junio, y de evidente ventaja especuladora para el comprador.

Otra explicación sería que, en la letra pequeña del acuerdo, se hubiera contemplado un tope del crecimiento y del valor anual y progresivo de esos derechos, de forma que en un escenario ideal cada temporada el club pudiera recuperar un margen de 2,4 millones. Un posible ingreso anticipado que, de todas formas, luego habría de ir ajustando anualmente. A la vista del precipitado cambio de auditor, sospechoso de coincidir con el último invento contable de Laporta, la plusvalía suena más a un desvarío contable para contrarrestar, a causa de ese enorme beneficio producido por la venta, el importante impacto del impuesto de sociedades que ahora es del 35%.

Según otras fuentes como 2playbook, otro motivo de discrepancia con EY radicaba en aplicar, o no, “una pérdida extra por la venta de algunos jugadores fichados años atrás, como Coutinho. Este fue uno de los motivos de la discordia con EY, que advirtió los riesgos de aprovisionar o dejar a cero el valor de varios futbolistas”.

Queda claro, también, que esa cuestión ha quedado del todo resuelta y a favor del club con la entrada de Grant Thornton, que está aquí para ser mandada y obedecer ciegamente a su nuevo y tan especial cliente. 

Para defender el cambio ha aparecido de nuevo Marc Ciria, trovador laportista de la economía, con una reflexión a favor de Grant Thonton: “Las #Big4 no son garantía de buena valoración, son una opción más. ¿Un cambio de auditor como GT, BDO o RSM genera dudas? ¡Ninguna! El #Barça tiene que ser un ejemplo de excelencia y transparencia, y esto no lo determina el auditor. Lo determina la gestión”.

 Un comentario que, ahora más que nunca, provoca dudas y suena inquietante. ¿A qué se referirá Marc Ciria cuando utiliza los conceptos ‘excelencia’ y ‘transparencia’ aplicados al Barça de Laporta? Seguro que no a los acuerdos con Goldman Sachs, Spotify y Sixth Street. El relevo del auditor preconiza el peligro de grandes y siempre catastróficas nuevas malas noticias sobre la economía y las finanzas del Barça. El aval de Marc Ciria es, por desgracia, una garantía y la peor premonición posible. 

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