Una jugada indigna. Part two

30 de mayo de 1984. Plaza de Sant Jaume. Barcelona. “El gobierno ha hecho una jugada indigna. Y, a partir de ahora, cuando alguien hable de ética, de moral y de juego limpio, hablaremos nosotros, no ellos”. Era el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien gritó esto con voz ronca desde el balcón del Palau de la Generalitat. Abajo, miles de personas que no llenaban la plaza le aplaudieron enfervorizados. Era la réplica de Pujol a la querella contra él y los directivos de Banca Catalana que habían llevado a la entidad a la quiebra y a un coste de 20.000 millones de pesetas para el erario público. La Fiscalía General del Estado le acusaba de malversación, apropiación indebida y falsedad documental. Cuando Pujol lanzaba esos gritos sabía que tenía en el extranjero una fortuna, escondida al control de Hacienda. Tardó 30 años en reconocerlo.

9 de julio de 2022. Ateneu Barcelonès. Barcelona. «Me podéis degradar en la historia con mentiras inquietantes, tratarme como si fuese escoria, pero yo, como el polvo, me acabo levantando». Fue la presidenta del Parlamento, Laura Borràs, quien citó estas palabras de Maya Angelou, escritora estadounidense, en su intervención ante unas trescientas personas en la sala Bohigas del Ateneu. Respondía así al anuncio de que un juez le acusa de malversación, prevaricación, fraude y falsedad documental, delitos presuntamente cometidos durante su gestión como presidenta del Institut de les Lletres Catalanes.

Pujol se quejaba de que el gobierno y la justicia española y algunos medios de comunicación le querían “ensuciar” con sus acusaciones. Borràs utiliza el verbo “encarnizar” para referirse a las actuaciones de aquellos que le acusan de corrupta.

Han transcurrido casi 40 años entre la «jugada indigna» de Pujol y la de Borràs. ¿De los que aplaudían entonces a Pujol hay muchos que lo hayan hecho ahora al escuchar las palabras de la presidenta del Parlament? Cuarenta años son muchos años. Algunos de los que se reunieron para vitorear a Pujol en la plaza de Sant Jaume en 1984 ya no están en el mundo de los vivos. Cataluña no ha cambiado mucho desde entonces, por lo que se ve. Jordi Pujol tiene buenos herederos.

¿Habrá una tercera parte de las «jugadas indignas» que en Cataluña son tan útiles para disimular según qué fechorías?

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