La ‘policía patriótica de Laporta’ vuelve al ataque contra Bartomeu

El mismo día que la junta le monta una fiesta de fin de curso a la prensa en el Camp Nou, Mossos envía un informe a la jueza del Barçagate, sin pruebas ni evidencias, sólo especulaciones, acusando al ex-presidente de tener periodistas a sueldo del club

La noticia, recurrente y todavía por demostrar, de que Josep Maria Bartomeu había organizado una trama de pagos a periodistas para lavar su imagen y positivarla frente a la opinión pública, coincidió el mismo día con una invitación de Laporta a un montón de periodistas, básicamente su guardia pretoriana, “influencers” y destacados trovadores del laportismo, para disputar un partido en el césped del Camp Nou, agasajarlos, regalarles camisetas, darles de merendar, tratarlos a cuerpo de rey y atender todas sus necesidades, algunas inconfesables.

En esa extraña conjunción de universos paralelos llama la atención que fuera de nuevo la “policía patriótica” del soberanismo, ese sector de Mossos d’Equadra dispuesto a darlo todo por mantener la presidencia de Laporta y al presidente a salvo de la ley, quien irrumpiera de nuevo en la actualidad con una actuación sectaria, oscura y perversa, como siempre que el presidente ha necesitado cobertura aérea para sus desmanes y desgobierno. 

Se trataba, en este caso, de abrir de nuevo otro foco contra el ex-presidente Bartomeu para alterar y manipular la realidad de un final de temporada sin títulos, cero, contra la Champions y la Liga del Real Madrid, el fracaso sobre las grandes expectativas de Xavi, las pérdidas espantosas de más de 150 millones, la necesidad de vender bajo presión las últimas joyas de la corona y la vergüenza de una economía que no da ni para inscribir a Sergi Roberto por exagerar los números rojos del año pasado.

A la cortina del “show” de las palancas y los fichajes imposibles de Lewandowski, Bernardo Silva y Koundé montado por el aparato del club había que añadirle otra dosis del verdadero secreto de confianza de los socios en Laporta, 100% basada en la demonización y criminalización de Bartomeu. 

Y para eso está Mossos d’Esquadra, al menos la parte de esa división especializada en la obediencia ciega y defensa de los intereses de Laporta. Esta vez con la filtración de un informe en el que dicen acreditar que el club “falsificó documentación sobre las cuentas en redes y que el presidente pagó a periodistas para difamar a candidatos tras haber analizado varios dispositivos durante la instrucción judicial del caso”. Este análisis certifica que el FC Barcelona sí encargo la creación de esas cuentas y la intervención en las redes y que, además, cuando se inició la instrucción de Barçagate “se manipularon documentos, entre los cuales está el encargo real a la sociedad Nicestream. El trabajo de PwC estuvo condicionado por la documentación fabricada por los investigados, que manipularon la información que entregaron a la empresa auditora», afirma este informe de Mossos, confirmando que encontraron en el dispositivo de Jaume Masferrer -la mano derecha de Bartomeu- un documento con el encargo real a la empresa y otro con las modificaciones pertinentes antes de entregarlo a PwC, editado en 2020 y que luego el club hizo público. 

En el documento original de 2017 se expone el plan de trabajo a 12 meses, en el que se incluye la «creación de canales no oficiales» y la «intervención, operación y SEO», algo que fue «censurado en el documento enviado a PwC». De hecho, incluso se modificó el sujeto del supuesto trabajo reputacional: en el documento editado, a quien se debía defender eran al FC Barcelona y a su presidente; en el encargo real, únicamente a Bartomeu.

Hasta aquí, nada nuevo sobre un relato que siempre ha apuntado a la responsabilidad de Jaume Masferrer (FC Barcelona) y Carlos Ibáñez (Nicestream) en la responsabilidad de añadir al trabajo de monitorización y reputacional del club cuatro cuentas de twitter estratégicas para ‘estimular’ y ‘localizar’ las tendencias de la movida contra la junta del Barça en las redes sociales. En ningún caso, como siempre se ha pretendido insinuar y acusar, ninguna prueba que pueda atribuirle a Bartomeu ninguna relación ni vinculación con el fondo del caso Barçagate.

A esta repetición de la misma noticia e investigación que, conviene recordar, Mossos inició por su cuenta y riesgo, sin orden judicial, incluidos registros, detenciones y encierro del propio Bartomeu en el calabozo durante una noche, se añade ahora un informe de esta “policía patriótica catalana” según el cual “los informadores debían defenderle a él y difamar a opositores”, amparándose en escuchas y análisis propios. 

No obstante ese titular, tan llamativo, el informe carece de pruebas y evidencias, nombres y medios de esos periodistas que presuntamente cobraban del club para escribir y opinar a favor del presidente.

Más allá de que al minuto siguiente el abogado de Josep Maria Bartomeu entró en el juzgado de la magistrada Alejandra Gil un escrito de alegación negando haber pagado a periodistas y pidiendo que la magistrada requiera a los Mossos «de manera inmediata y urgente» las pruebas que deben certificar las acusaciones formuladas, pues son “absoluta y radicalmente falsas». Un simple repaso a los medios de comunicación de esa época permitiría ratificar que, efectivamente, no había buenas crónicas, reportajes y opiniones que favorecieran la imagen de Josep Maria Bartomeu y sí, por el contrario, ríos de tinta, programas, sobre todo de TV3, Catalunya Ràdio, RAC1, La Vanguardia, SER y El Periódico, permanentemente críticos con su gestión.

Parece una broma de mal gusto, pura ciencia ficción, pues si se tiene en cuenta que Bartomeu llegó al techo histórico de facturar 990 millones y fue duramente apaleado por la misma prensa que ahora mira hacia otro lado cuando Laporta ha batido el récord mundial de pérdidas, del Barça y de cualquier otro club del planeta, sería más razonable colegir que es la junta de Laporta la que recompensa a los periodistas y medios para defender la gestión y la figura de Laporta pese su esperpéntica e imprudente actuación.

Hasta podría ponerse en tela de juicio esa obsesión de Mossos contra Bartomeu, primero porque el instigador de abrir actuaciones por el Barçagate sin amparo judicial fue un alto cargo del cuerpo, Ferran López (foto), que a los pocos meses causó baja para entrar generosamente recompensado en la nómina del FC Barcelona como responsable de seguridad. Por otro lado, Mossos no movió un dedo, al contrario, por esclarecer las causas y culpabilidades de la vergonzosa invasión de aficionados del Eintracht Frankfurt en el Camp Nou, con grave riesgo de alteración del orden público dentro y fuera del campo, incumplimiento absoluto de las normas de seguridad y de prohibición de venta de entradas a seguidores del equipo visitante y falta de seguridad propia. 

Si no se abrió ningún expediente fue porque los propios Mossos son quienes dirigen, organizan y coordinan los operativos de seguridad de todos los partidos del Camp Nou. También deberían haber sido ellos quienes hubieran investigado el modo en que miles de entradas salieron físicamente de las oficinas del club, autorizadas y controladas, con destino a Frankfurt y averiguar a dónde fue a parar el beneficio de una reventa que dejó poco más de tres millones en la caja del club y más de seis millones a quienes traficaron con esos tickets. 

Tampoco era difícil dar con esos intermediarios, pues mayoritariamente se ocuparon del tránsito de esas entradas las agencias oficiales del club, en su totalidad otorgadas a dedo a favor de amigos del presidente y de la junta. Con el mismo software, simplemente cambiando la imagen gráfica del portal, pudieron eludir la prohibición de venta a aficionados alemanes.

Apurando, cuando un directivo indocumentado y prescindible como Mike Camps acusó a los socios de revenderse los abonos en la puerta del Camp Nou, como toda explicación de lo ocurrido, podría interpretarse esa desafortunada intervención como una forma de delinquir contra los intereses del club y de complicidad, pues su obligación era la de impedirlo con mecanismos propios o bien denunciando el hecho a la policía. Un extremo también difícil de justificar cuando la propia directiva estuvo haciendo un llamamiento público a los socios para que liberaran gratis su abono a favor de esa reventa salvaje y fraudulenta.

Ese sector de elite de Mossos, por lo que se refiere a su relación con según qué personajes de la actualidad del club, no es de fiar, mucho menos si se trata de salvaguardar y defender la integridad física y legal de sus socios y aficionados, como en la noche histórica de las vejaciones, humillaciones y agresiones de la que fueron objeto por parte de los hinchas alemanes.

Finalmente, sobre esa fiesta de periodistas que Laporta convocó en el estadio del Barça para celebrar un paso más hacia la pobreza -gastar lo que no se tiene a préstamo sólo es empobrecerse, gracias a la primera de las palancas-, y celebrar también la pérdida del nombre del Camp Nou por el de Spotify, la definió mejor que nadie el ex-directivo y ex-candidato Toni Freixa: “Hoy en el Camp Nou hay un partido que explica muchas cosas. Seguiremos informando”.

En cambio, esa prensa calladita y dócil no ha sido convocada aún para conocer y comunicar el inicio las obras mayores del Espai Barça que debían comenzar en junio. Financiada o no, esa prensa acrítica y aborregada ofrece síntomas evidentes y reveladores de su colaboracionismo con Laporta y de su agresividad, implacable y continuada, contra Bartomeu. A lo mejor ese informe de Mossos o no es de fiar o pretende seguir escondiendo y manipulando la realidad. 

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