Víctor Terradellas y Miquel Casals, la pareja que influía en Puigdemont

Intentaron que la plaza de Sant Jaume fuera un ‘Maidan’ para proteger e imponer la República catalana, pero el presidente de la Generalitat optó por huir a Bélgica

Víctor Terradellas, president de CATmón
Víctor Terradellas, presidente de CATmon

En octubre de 2017, después del referéndum y de la declaración de Carles Puigdemont en el Parlament instaurando la república de los 8 segundos, se sellaba una guardia de corps en torno a Puigdemont formada por personas de su máxima confianza, entre ellos Víctor Terradellas (foto) y Miquel Casals, con los cuales el presidente tenía una relación muy personal. Esta pareja de independentistas consideraba que los que formaban la corte que rodeaba Puigdemont eran desleales y aprovechados. “Todos son palmeros”, dice en un momento determinado Miquel Casals, que era el más próximo al presidente.

Terradellas y Casals hacían la guerra por su cuenta, teniendo muy claro que lo que a ellos les interesaba era estar entre bambalinas, mover los hilos del poder y salir poco a la luz. Tanto podían cortar trayectorias o iniciar campañas en contra de los que consideraban trepas como podían ayudar al necesitado como buenos samaritanos. “El jefe Trapero (Josep Lluis) parece que está en horas bajas, y muchos testigos lo han descrito como cabizbajo, huidizo de la gente, desmotivado y hundido emocionalmente. Y encima… banda criminal y sedición (violenta)… YA BASTA. Apoyémosle. ‘Todos/as somos Trapero’. Es quien nos protegió, y hace falta el calor hacia él, que él nos lo dio cuando lo necesitábamos. Pasadlo, por favor. Él es parte de todo y es de los primeros contra quién fueron, y tenemos que REACCIONAR y AYUDAR. Demostramos que tenemos corazón”, le llegó a pedir Casals a Terradellas en uno de sus mensajes por móvil que se cruzaban.

En otros casos, en cambio, adoptan una actitud contraria. Los dos, por ejemplo, hicieron todo el posible para frustrar la candidatura de Ferran Mascarell como uno de los posibles candidatos a presidente después de las elecciones de diciembre de 2017. Después de que fracasaran los intentos de investidura de Carles Puigdemont, de Jordi Sánchez y de Jordi Turull, el nombre de Ferran Mascarell fue uno de los cuales sonaba. El abril del 2018, poco antes de que Quim Torra fuera el escogido, el dúo Terradellas-Casals libró a Carles Puigdemont un documento con el perfil de once dirigentes independentistas y cuál podía ser su función. Entre ellos, evidentemente, estaba Torra, a quien daban por imposible de investir a causa del veto del PDECat, de sectores de JxCat y de David Madí.

En medio de la investigación del candidato, Víctor Terrdellas le envía un mensaje a Miquel Casals, que era el que estaba junto a Puigdemont. “Miquel, anécdota de Mascarell, que es el hombre que Mas (Artur) y otros quieren que sea presidente: En Madrid, primavera del 17. El Pacto por el Referéndum se reúne comiendo con periodistas y políticos españoles. El delegado del Govern, Ferran Mascarell, da por hecho que no se podrá hacer el referéndum del 1-O y que haremos elecciones. En privado, Dalmases (Francesc de) y Natius [Joan Ignasi Elena] le comentan que no sabían que él (Mascarell) fuera tanto amigo del presidente. Mascarell les dice que muchísimo, que lo admira y que le tiene toda la lealtad. Dalmases entonces le repite que no tenía conocimiento de esta proximidad y relación con en Puigdemont, entonces Mascarell le responde: ‘No, no. Yo hablaba del presidente Mas, no de Puigdemont’. Si ponemos a Mascarell, estamos perdidos, es Mas 100% y cero Puigdemont. ¡Cuando habla del presidente, se refiere a Mas, nunca, nunca habla de Puigdemont como presidente! Sería el candidato de Mas y trabajaría para él, no por el Niño”. “A ver lo conseguimos”, le responde Miquel Casals.

La sombra de Puigdemont
Casals se había convertido en la sombra de Carles Puigdemont. La pareja miraba de influir en el presidente mediante mensajes directos o indirectos, sin pelos en la lengua ni medias tintas. “Dile al presidente que nosotros nunca hemos querido nada y que todo lo hacemos pensando en el país y para preservarlo a él, y con base de conocimiento. Quizás no lo adulamos como por ejemplo hacen muchos, y que quizás hay veces que le llevamos la contraria, pero que siempre estaremos. Veremos a los otros que tienen interés que hacen cuando, Dios no lo quiera, no les haga servicio”, le dice en una conversación Terradellas. “Que ya hay quien al principio eran babosamente azucarados con él y ahora ya tienen agenda propia. Le dices, si lo crees oportuno. Me pone triste que cuente tan poco con nosotros”, se queja el veterano convergente. Aun así, se permiten bromear cuando Casals viaja a Bruselas para ver Puigdemont. “Dale un abrazo al presidente”. “Le diré: esta es de en Víctor”, responde Casals.

Los dos miraban de influir en Puigdemont según sus intereses puntuales. Por eso le envían una carta a Puigdemont el 15 de octubre de 2017 para situarlo en el tablero de juego, pero en la casilla que les interesa a ellos. “El talante cobarde de una parte de nuestro pueblo ha tocado fondo desde el 1 de octubre y con las reacciones españolas posteriores. Este talante de tendero y, a la vez, anárquico y libertario que caracteriza nuestra gente fruto de nuestra tradición ha reaccionado al desprecio recibido y tienen una fe absoluta en vuestra presidencia y determinación. Tres millones de conciudadanos tuyos, más dos millones de votos a favor, 900 heridos y ganas de libertad… No podéis decepcionar”, decían en esta carta, enviada con la firma de los dos.

“Estos días hemos hablado con Miquel, con gente que te quiere, gente poco interesada, con pocos intereses Y está claro que podemos movilizar decenas de miles de personas para bloquear el Palau de la Generalitat. No habrá policía o ejército que pueda acceder. Nos sentaremos y mostraremos las manos levantadas. No pasarán y no se atreverán a usar el fuego. Será nuestro Maidan pacífico, será nuestro Sant Jaume, presidido por San Jorge desde el balcón del Palacio del Gobierno. Si aguantamos dos días este bloqueo en palacio, con el ejército incapaz de entrar, habremos ganado, presidente”, afirman. Media hora más tarde de enviar este mensaje, trasladaban otro: “Si haces un discurso de rotura, recuerda la recomendación que nos hicieron desde Eslovenia. He hablado con gente diferente, porque a mí me gustó mucho, y es muy buena propuesta”. Puigdemont cita Terradellas para el día siguiente, 16 de octubre, aunque al final se aplazó el encuentro.

Los dos tenían una concepción muy similar de lo que serían sus objetivos. “Aquello que tenía que ser ‘pedagógico’ contra el independentismo, con la ayuda mezquina y cobarde de ERC y el PDECat, ahora lo tenemos que revertir como buenos yudocas, y que tener presos pacíficos e independentistas sea una cruz para el Estado. Si esto tiene que pasar por ser muchos dentro de la prisión, que así sea. Esta es la batalla, solo con credibilidad podemos pedir solidaridad y comprensión […]. La batalla ahora es invertir la estrategia del Estado, que la represión juegue a favor nuestro, como hacen los yudocas redireccionando la fuerza del enemigo”, le decía en una conversación Miquel Casals a Víctor Terradellas.

Terradellas intentaba en este momento que el presidente se encontrara con una delegación de austríacos que ofrecían la mediación de la casa real de Habsburgo para negociar la ruptura con España. Después aterrizarían los enviados rusos, en concreto el supuesto excoronel Serguéi Motin y el exassessor de Exteriores Nikolai Sadovnikov. “Yo creo que no perderás nada si los escuchas. A mí me gusta esta gente”, le aseguraba Terradellas para meter a los austríacos en su despacho.

En aquellos momentos, Terradellas y Casals ya formaban un perfecto tándem que tejía intereses alrededor de la figura de Puigdemont. “Ya ves, presidente, nada de perfil bajo. Contundente para humillar y derrotarnos 10 a 0. España puede engañar, pero nunca negociará, y en esto nos ayuda siempre. Cómo has dicho siempre tú, ‘tenemos que ser nosotros mismos’. Plena confianza, pero, en poco tiempo, llega el momento de proclamar la República. ¡¡¡Contigo siempre!!! Y si, finalmente, vas a Madrid, Miquel y yo, contigo”, exclaman.

El 24 de octubre, cuando Puigdemont intenta derivar hacia Josep Rius algunas de las reuniones, Terradellas se enfada. “¡¡Presidente, lo tienes que hacer tú!! ¡¡No puedes delegar!! Veo que Josep no me lee”, lo increpa el veterano convergente. “Estamos reunidos todo el día y sin teléfonos”, se disculpa Puigdemont.

El día siguiente es cuando se produce el conocido diálogo mientras esperaban dos emisarios rusos (los mencionados Motin y Sadovnikov). “Presidente, soy Miquel. Estamos reunidos Víctor y yo con esta gente. En 24 horas nos contestan. Además mirarán: 1, que China diga también la suya. 2, que viernes antes de hacer nada, hagas videoconferencia con Pu”. El día siguiente, 26 de octubre, es Terradellas quién lo abuchea: “Me sabe mal. Ni nos has escuchado, creo que nos lo merecíamos. Todo iba adelante y creo que habríamos podido apurar hasta el último momento, lástima”.

El presidente se disculpa de nuevo. “No tenía ningún margen. Y el escenario era devastador para Cataluña. Lo siento, sé que no es fácil ni agradable de aceptar, pero no tenía ningún convencimiento que íbamos a conseguirlo”. “Nos habían garantizado declaración esta tarde, Gorbachov. Dinero por parte china. Te pedíamos apurar. A las cinco venía emisario de Putin. Estamos en la puerta de Palau. Nos tienes que recibir”. Tres minutos más tarde, Terradellas volvía a la carga: “Nos tienes que recibir. Retrásalo y danos tiempo”, añadía. “Yo ahora tengo que comparecer”, argumentaba el presidente. “Pues lo retrasas. Y hablamos. Estamos Carles, Miquel y yo aquí, a 50 metros de Palau. Vamos hacia Canonges”. “Subís por Canonges”, los indica Puigdemont. Es en este momento cuando Terradellas y Casals suben a verlo con los emisarios que supuestamente llegaban en nombre del Kremlin.

“El Niño se tiene que dirigir a los alcaldes”
El 28 de octubre, a las 10.08, Víctor Terradellas le dice a Miquel Casals: “Ni Israel ni Rusia no han dicho no. Los Estados Unidos han dicho poco, la secretaría de Estado, pero no la presidencia. Rusia ha dicho diálogo. No reconocerán Cataluña, pero en menos de dos horas todos pedirán diálogo. Nadie ha dado carta blanca a Rajoy (Mariano). El Niño tendría que anunciar elecciones para 2019. Tenemos que actuar como un Estado y hacer pasos claros e inequívocos”. “Ok, recibo –contesta Casals–. Es un juego de hacer ver legitimidades. De acuerdo”. En aquellos momentos, Carles Puigdemont ya estaba prácticamente con un pie fuera de Cataluña y a su lado estaba Casals, según se desprende de los comentarios de ambos colegas.

“Entiendo que no te mueves de su lado. ¿No tiene WhatsApp este? La gente tiene que estar movilizada. Se tiene que proteger el Palau”, insiste Terradellas a primera hora de la mañana. “Víctor, hago gestiones y por la tarde hablamos”, intenta eludirlo Miquel Casals, mientras Víctor Terradellas hace el último intento para que Carles Puigdemont reaccionara. “El Niño se tiene que dirigir a los alcaldes, controlamos el 90% del territorio y no tienen órdenes de nada”, se queja amargamente.

Casals ya se animaba pensando en una Cataluña independiente: “Desde ahora, los productos fabricados en Cataluña tendrán un número propio en los códigos de barras, y proporcionarán un índice diferenciado del del resto de España. Recuerda, pues: compra productos catalanes, y así el IVA que pagarás se quedará todo en Cataluña. Código de barras 15: producto catalán. Código de barras 84: producto español. Según el nuevo Estatuto, el IVA que se genera por la venta de productos fabricados en Cataluña es del 100% para las arcas catalanas. Por favor, pásalo”, decía en un mensaje.

Pero la pareja no añoró Puigdemont: «Torra es muy firme, quizás más que nuestro Niño”, le soltó Miquel Casals a Terradellas en una de sus conversaciones. “Sí. Como Dalmases, por eso te decía que no era malo ponerlo. Estos pueden hacer Maidan”, respondió Terradellas. “Si da la talla, con él a muerte”, añadió Casals. “Da la talla”, aseguraba Terradellas. “Era de Reagrupament, Torra, como tú”, reía Terradellas. “Sí. Este payo es un genio”, aceptaba Casals.

El exregidor del PP que quería ayudar a la causa
En enero de 2018, Víctor Terradellas y Miquel Casals reciben una oferta de ayuda inesperada. Carles Palomares, exrgidor del PP de Girona, reconvertido en independentista y puigdemontista, llama a Víctor Terradellas. “Ahora mismo estamos huérfanos y necesitamos saber qué tenemos que hacer. Necesitamos alguna persona que tome decisiones y nos dirija. Si podemos hacer algo para ayudaros, dimelo y lo haremos”. “Pregunta a Miquel Casals el que le envié al presidente. Eres amigo suyo, ¿verdad?”, le contesta el de Convergència. “Sí, sí, ahora le llamo”, le dice el interlocutor.

En mayo de aquel año, después del nombramiento de Quim Torra como presidente, la comunicación entre Casals y Terradellas se hace más intensa. Casals le pasa a Terradellas una fotografía y la filiación de Montse del Toro, la secretaria judicial del juzgado de instrucción número 13 de Barcelona, que estuvo bloqueada la noche del 20 de septiembre de 2017 a la sede de la consejería de Economía. Los círculos más radicales independentistas empezaron una campaña de acoso y presión social contra esta profesional judicial, a quien acusaban de “llevar la causa independentista” y de ser “seguidora de Unidad Nacional Española, asociación partidaria de usar el ejército contra los catalanes”. Ninguno de los datos que daban era cierto, pero el independentismo no estaba dispuesto a que la verdad arruinara una campaña ad hominem como esta.

Le envía también tuits insultantes y un video calificando a Albert Rivera, entonces presidente de Ciudadanos, de “drogadicto”. Otra de las fotografías que da Miquel Casals a Víctor Terradellas es la de una vecina de Sabadell, “hija de militares” y propietaria de una empresa de uniformes. Casals le facilita también el domicilio particular de la empresaria, a quien acusa de “sacar las cruces amarillas de la playa de Llafranc”.

La clave era la internacionalización
Víctor Terradellas trató por todos los medios de influir en Carles Puigdemont a través de llamadas telefónicas, mensajes por redes sociales y cartas o escritos dirigidos al presidente de la Generalitat. El 30 de septiembre de 2017, la vigilia del referéndum, casi a medianoche, Terradellas le envía a Puigdemont una carta que se asemejaba más a una arenga militar que en un escrito de estrategia política. Le planteaba los diferentes escenarios con los cuales se podía encontrar, desde hacer el referéndum normalmente hasta la situación en que la mayoría de los colegios cerraran, pasando por un promedio en que pudieran abrir un número significativo de mesas. En este caso, además, “procedemos a denunciar la cultura predemocrática y represiva del Estado, y declaración unilateral de independencia desde el Parlament”.

El veterano político le expone: “Me parece relevante que más allá de mi propia opinión, el conjunto de asesores de la Fundación con quien he contado, coinciden conmigo que, en cualquier de las opciones, se tiene que proclamar la independencia. Esta declaración nos convierte de forma inmediata en sujeto político que reclama atención internacional. También convierte las intenciones en hechos políticos consumados. Estos dos hechos internacionalizan de forma definitiva nuestra cuestión y reclaman posicionamientos por parte de la comunidad internacional. Si nos mantenemos sin declararnos sujeto político, para la comunidad internacional seguiremos siendo un asunto interno, y esta es la pantalla de donde tendremos que salir. Quedarnos significa que reconocemos que no hemos podido hacer el referéndum, y es el escarnio y la derrota. Al declararnos sujeto político, somos Estado, y la partida cambia. Es una proclamación que obedece a un mandato popular y evita, en cualquier escenario, la estrategia del Estado para acallar la voz del pueblo. Tenemos que buscar este tercer actor tanto porque nos reconozca como para forzar una negociación”.

Terradellas acompañaba la carta con la captura de un tuit del profesor independentista Xavier Sala-i-Martin, residente a Nueva York, que alertaba: “Aviso. Antes de hacer el recuento: la participación oficial del 1-O tiene que ser el porcentaje de los colegios que puedan abrir. Los otros son nulos!”.

El 4 de octubre, ante la inacción del Gobierno de la Generalitat, Víctor Terradellas insiste: “Presidente, permitidme que os diga que, si no es internacionalizando el conflicto (con la declaración de independencia), toda represión seguirá siendo un conflicto interno español, y mientras sea asunto interno nadie de la comunidad internacional intervendrá. A todo el mundo le sabrá muy mal, y hará mucha pena, pero así quedará. Hoy mismo o mañana por la mañana recibirás una carta mía. Me gustaría, por favor, que la leas y quedamos para hablar. Me gustaría hablar unos minutos contigo de todo esto, si te va bien. Víctor”.

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