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La Universidad de Toronto se lava las manos ante las dudas y carencia de rigor científico del ‘CatalanGate’ de CitizenLab

Edificios de la Universidad de Toronto, de la cual depende el laboratorio Citizen Lab, creador del 'CatalanGate'

Edificios de la Universidad de Toronto, de la cual depende el laboratorio Citizen Lab, creador del 'CatalanGate'.

La Universidad de Toronto se resiste a crear una comisión independiente que investigue la carencia de rigor científico y los puntos oscuros del informe CatalanGate realizado por su laboratorio de tecnología y derechos humanos Citizen Lab. Lorraine E.Ferris, vicepresidenta de Supervisión y Cumplimiento de la Investigación de esta universidad lo ha comunicado en respuesta a la petición de creación de esta comisión independiente que le hizo llegar José Javier Olivas, profesor del departamento de Ciencia Política y Administración de la UNED y de la London School de Economía y Ciencia Política, en representación de 16 docentes y científicos de las Universidades de Barcelona, ​​Málaga, Granada, Zaragoza, Leiden y Bucarest, de la Queen Mary University de Londres, el Instituto Elcano, el IE Business School de Madrid y el Instituto de Investigación Política de Bangladesh. También se sumaron a esta petición el ex presidente del Centro Superior de Investigaciones Científicas, César Nombela.

En su respuesta, con fecha del 21 de junio, Ferris explica que la función de la Junta de Investigación Ética es revisar “la aceptabilidad ética de toda investigación que afecte a conductas humanos dentro de su jurisdicción y auspicios” y que esto incluye “la revisión de cualquier conflicto de intereses real, potencial o posible de los investigadores desde la perspectiva de cómo pueda afectar a la protección de los participantes”. Asegura que no han detectado conflictos de interés ni entre los investigadores ni entre los colaboradores en la investigación de este CatalanGate y concluye que “la investigación fue propuesta con buena voluntad y conducida con la aprobación del control de la Junta de Investigación Ética”. Según Ferris, si se desea revisar los datos publicados por Citizen Lab lo mejor es hacerlo a través de debates académicos. «Esto, sin embargo, no entra dentro del mandato de la Junta Ética», concluye.

EL TRIANGLE se ha puesto en contacto con el gabinete de comunicación de la Universidad de Toronto para preguntar cómo estaba la solicitud de creación de esta comisión independiente. Este gabinete nos ha hecho la siguiente respuesta: “La Universidad otorga gran valor a los debates académicos. Tradicionalmente, en la academia, cuando un investigador no está de acuerdo con la conclusión de otro investigador, publican un trabajo de investigación o convocan un simposio que destaque los problemas que creen que han identificado. Creemos que las inquietudes y preguntas planteadas es más apropiado que se dirijan a un evento o foro académico de este tipo”.

Olivas y los profesores que han reclamado la creación de una comisión independiente que investigue el CatalanGate de Citizen Lab insisten, sin embargo, en su reclamación. La basan en el Memorándum que hicieron llegar a la universidad canadiense donde denunciaban carencia de rigor científico y serias carencias éticas y metodológicas. En este Memorándum ponían en evidencia el confuso papel que ha realizado en la investigación el independentista Elies Campo, que pese a falsear su currículo haciéndose pasar por trabajador o, incluso, dirigente de la empresa Telegram Messenger, fue una pieza clave en la investigación y el laboratorio canadiense le acabó contratando tres meses antes de publicar su CatalanGate, la negativa a informar sobre las personas a las que se ha analizado sus teléfonos móviles oa permitir que se compruebe la fiabilidad de sus conclusiones.

Otras cuestiones que figuran en este Memorándum y que no han recibido respuesta ni de Citizen Lab ni de la Universidad de Toronto son porque no hay ninguna referencia a que algunas de las personas que se presenta como víctimas del espionaje estaban siendo investigadas por la justicia española ni tampoco se alude en ningún momento a las relaciones entre algunas de ellas con emisarios rusos implicados en tentativas de desestabilizar países europeos o el conjunto de la Unión Europea. De hecho, se pregunta en la Universidad de Toronto «si encuentra lícito interferir en las maniobras rusas para desestabilizar Europa» avisando a interlocutores de sospechosos personajes de este país que estaban siendo espiados por orden judicial.

Todo esto no puede aclararse en debates académicos.

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