Laporta y Masip se desmelenan con la Champions de balonmano esta temporada

En contraste con la frialdad del año pasado, coincidiendo con el ‘funeral’ de Xavi Pascual, no han ocultado que, lamentablemente, esta vez sí que han celebrado el título y destacado el papel de Carlos Ortega

A falta de títulos, de fichajes, de ventas y de hacer caja antes de final de mes para evitar añadir más pérdidas al infierno económico del Barça de Laporta, el presidente ha tenido la oportunidad de mostrarse tal y como es, extralimitado e insolente, fuera de lugar, con motivo del título de la Champions conquistado por el equipo de balonmano. 

No hay nada de malo, al contrario, en celebrar como se merece un título continental de este calibre, sobre todo cuando es la primera vez en la historia que un mismo club es capaz de ganarlo dos años consecutivos. No había pasado nunca debido a la extraordinaria competencia y rivalidad entre los grandes equipos, alemanes y nórdicos preferentemente, entre los que se ha colado el Barça y algún equipo francés, pese a no disputar ligas domésticas con el mismo nivel de exigencia y de rivalidad.

Alegría más que justificada para dar rienda suelta a una celebración en la que, sin embargo, el propio aparato mediático del club ha querido focalizar en la figura del presidente Joan Laporta y sobre todo en la de Enric Masip (foto), su primer asesor y acompañante inseparable. Se trataba, por lo que se ha detectado, de hacer callar bocas y de responder así a las críticas que, según los afectados, han tenido que soportar a lo largo de la temporada como consecuencia de la decisión del propio Masip de echar el año pasado a Xavi Pascual, el entrenador del equipo azulgrana de balonmano tras haber ganado todos los títulos posibles, incluida la Champions, sin haber perdido un solo partido.

Fue la interpretación bastante ‘sui generis’ de las palabras de Laporta, recién llegado al cargo, cuando dijo que “conmigo, perder tiene consecuencias”. Es verdad que tampoco explicó lo que les podía pasar a los entrenadores que, como Xavi Pascual, obtenían un sobresaliente ‘cum laude’ al final del curso, pero sería lógico inclinarse a pensar que cuando menos había que darle un margen de confianza de por lo menos una temporada más. 

También porque la regeneración y perfil de la plantilla del año pasado fue consecuencia de un largo trabajo de transición de Xavi Pascual, con la intención de construir un equipo sólido y con serias opciones de luchar por la Champions League cada temporada.

El relevo en el banquillo en beneficio de Carlos Ortega fue, por tanto, sorprendente o cuanto menos difícil de explicar y de justificar, por mucho que Laporta y Masip se empeñaran en su momento en dar explicaciones y argumentos, todos incoherentes, con ese eslogan de “perder tiene consecuencias” y “en el Barça no hay temporadas de transición”. 

En el primer equipo de fútbol, por ejemplo, Laporta dio bandazos con Koeman hasta que finalmente se lo cargó a los pocos meses, con la temporada iniciada, sustituido por un Xavi Hernández para quien ha sido necesario orquestar una coartada artificial y ajustada al objetivo de quedar segundo en la Liga como el satisfactorio cumplimiento de los objetivos.

En el básket, el título de la ACB conquistado el año pasado sirvió para dar continuidad a Jasikevicius, finalista de la Euroliga como este año, sin que la poca resistencia a la superioridad del Real Madrid, verdugo en Europa y en la ACB, parece que vaya a forzar una reestructuración técnica.

La decepción del baloncesto también contribuyó a que Laporta se desmelenara con el título europeo de balonmano, el mismo que el año pasado fue apenas celebrado institucionalmente y enmascarado en la web del club. Nadie puede discutir que Masip se la tenía jurada a ‘Pasqui’, que estaba condenado desde el mismo momento en que Laporta ganó las elecciones por deseo y capricho de su ‘guardaespaldas’, con permiso y apoyo del propio presidente.

En su momento, las reacciones de Xavi Pascual se limitaron a compartir esa misma sensación sobre la exclusiva responsabilidad de Enric Masip, que además fue anunciada y convenientemente expandida por los medios del aparato laportista en los días previos a la final.

No fue la mejor ni más acertada estrategia de cara a ese importante compromiso. ¿Es imaginable que la semana pasada se hubiera anunciado que Carlos Ortega sería despachado tanto si se proclamaba campeón de Europa como si no?

Ciertamente, el título del año pasado no se celebró institucionalmente, después de que desde la propia directiva se jugaran todas las bazas posibles en contra de la propia estabilidad y confianza del equipo. Más o menos una maniobra idéntica de Laporta y Masip en la trastienda del primer equipo de fútbol cuando, después de ganar la Copa del Rey, puso rumbo imparable hacia la Liga. 

No convenía a los intereses de la nueva junta un doblete con sabor a Bartomeu, como tampoco se entusiasmaron, al contrario, con el pleno histórico del equipo de Xavi Pascual.

Ahora ha sido distinto. Laporta lo ha celebrado a lo grande, como una gesta sin precedentes, en un gesto de barcelonista defectuoso que contrasta con la frialdad del año pasado. Tan libre de festejarlo, si así lo siente, como de saber que será criticado y señalado por ese doble rasero de alegrarse de un título del Barça en función de si le cae mejor o peor el entrenador a un personaje despótico, pesetero e inestable como Masip, que además no ha parado de aceptar entrevistas de los medios en las que hipócritamente repite que él no tiene ninguna responsabilidad en la sección. Añádanse, pues, en sus cargos el de cobarde y cínico además de embustero.

La final de la Champions de Colonia se vio envuelta en una cierta polémica por la presencia en las gradas de Iñaki Urdangarin, señalada y cuestionada por el grupo ‘La Resistencia del Palau’ con un tuit relevante: “Hace unos meses, cuando se supo que Urdangarin estaba por el club, Masip explicó que venía a hacer unas prácticas. Hace un rato le hemos visto bailando el ‘Sweet Caroline’ en la F4 de Colonia en el palco con la comitiva del club. Dejen de engañar a los socios con este tema”.

El siempre desafortunado y poco informado Mike Camps, directivo, salió compulsivamente, acusando a ‘La Resistencia del Palau’ de aprovechar una vez más la oportunidad para “tirar mierda sobre una decisión de la junta actual”.

La desproporción de esa reacción es comparable a la de Laporta y Masip tras el título de Carlos Ortega, como si hubieran debido hacer frente a un estado de opinión crítico e insoportable durante toda la temporada por haberle dado la patada a Xavi Pascual. La verdad es que, más allá de cuatro artículos aparecidos la misma semana de los hechos, hace un año, nadie en todo el barcelonismo ha levantado un dedo contra Carlos Ortega ni la decisión de echar al campeonísimo Xavi Pascual. 

Aún no entienden que, efectivamente, así es como hubieran actuado ellos de haber estado en la oposición contra Rosell o Bartomeu: los habrían machacado en las redes y en los medios. Ya ven muchos fantasmas.

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