¿Por qué el fichaje de Lewandowski es prioritario para Laporta?

Lewandowski

Por poco que el Barça consiga liberar suficiente masa salarial para fichar este verano, la prioridad no será la del fichaje de un central como Koundé, del Sevilla, sino el de Robert Lewandowski, por la sencilla razón de que quien decide ficharlo no es ni Xavi ni la secretaría técnica sino el propio presidente Joan Laporta.

Ya no es, solamente, que Laporta se haya confabulado con su amigo, ex-socio y agente de futbolistas Pini Zahavi. El compromiso verbal del presidente se ha traducido en un pacto personal con el futbolista en los siguientes términos: “Si te mojas por el Barça no te vamos a dejar tirado”.

Suena como una declaración de amor incondicional con un futbolista que, teniendo contrato en vigor por una temporada más con el Bayern Múnich, no podría estar negociando con el Barça a espaldas de su equipo. Propio de Laporta, no respetar esa norma básica de la FIFA y de envenenar al jugador con cantos de sirena que, como se verá, luego cuestan bastante de cumplir.

Con esa misma moneda le han pagado al Barça en el adiós de Dembélé, al que tuvo la oportunidad de renovar cuando estaba en la fase crítica de su recuperación, un momento en que el jugador hubiera sido sensible a un gesto del club. Como por aquel entonces no era Xavi sino Koeman quien apostaba por atarlo, la junta no mostró el menor interés, al contrario, también porque había sido en origen un fichaje de Bartomeu.

Como lo fueron también los de Pedri, Araujo y Ansu Fati, pero estos -y sus agentes- se avinieron a escenificar renovaciones tratadas como fichajes, presentación incluida, para ofrecer al imaginario barcelonista la sensación de que los había traído Laporta. Un engaño fácil para una prensa bobalicona que, en el caso de Ansu Fati, blindado en plena incertidumbre sobre su recuperación después de cuatro operaciones fallidas de menisco, no levantó la voz, al contrario de la ferocidad y agresividad con la que criticó a Bartomeu por haber renovado a Umtiti antes del Mundial, antes de caer lesionado. Fue la prensa la que se encargó de cambiar el relato en un caso y de taparlo en otro.

Sobre el futuro de Lewandowaski, eso de ‘dejar tirado’ al futbolista polaco tampoco hay que tomárselo muy al pie de la letra, pues el futbolista sigue teniendo un año más de contrato y está utilizando al Barça para forzar, con su rebeldía, que el Bayern autorice su traspaso.

Esa situación sólo tiene una salida para el Bayern, la de traspasarlo a cambio de una cantidad que justifique ante su afición la venta de un futbolista de reconocido prestigio, talento y eficacia que a sus 33 años ha conseguido ser Bota de Oro con 35 goles esta temporada y con 41 goles la anterior.

Las cifras son impecables, espectaculares en un fútbol europeo donde Messi ha dejado de reinar y ni Mbappé ni Haaland han dado todavía ese paso adelante para competir por un trono que, por ahora, parece reservado a futbolistas más veteranos que jóvenes.

Aun así, la filosofía del Bayern pasa por ofrecerle la renovación de año en año mientras que el Barça, o sea Laporta, está dispuesto a ponerle encima de la mesa un contrato de tres temporadas cómo mínimo, con el atractivo de venir a jugar a una Liga con bastantes partidos fáciles y a una hora de su chalé en las Baleares, donde ya espera que le digan a dónde tiene que viajar para la pretemporada.

Laporta necesita, sin palancas, liberar el triple de lo que cuesta la inscripción del goleador polaco, no menos de 15 millones, o sea 45 millones de masa salarial o a través de beneficios por la venta directa de futbolistas. Se supone que incluida la comisión para Pini Zahavi, un especialista en poner a los ‘cracks’ en rebeldía, como hizo con Neymar para salir del Barça, con la colaboración de Joan Laporta trabajando desde la oposición. Y la prensa aplaudiendo con las orejas.

Finalmente, a Xavi le han prometido un par de jugadores aún más caros, a cambio de decir amén a Lewandowski. Con razón Romeu, el vicepresidente económico, va diciendo que el Barça necesita 500 millones. Lo que no dice es que ya los tenía el año pasado si no hubiera depreciado la plantilla absurdamente por valor de 160 millones ni provisionado 90 millones sin ningún sentido, aceptando un tipo de operación como la de CVC. Peor, imposible.

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