Peleas

A las cinco de la madrugada, debajo de casa, junto a la Villa Olímpica del Poblenou, hubo bronca y peleas anoche. Una vez más. Ocurre a menudo. Especialmente las noches del jueves y de los fines de semana. Suelen ser jóvenes que van de fiesta y que, por aquella extraña relación entre la diversión y el mal rollo, acaban abroncándose, amenazándose y, casi nunca, golpeándose. Normalmente, los golpes se los llevan los contenedores de basura o los coches y motos aparcados en la calle. De vez en cuando asistimos a incidentes más individualizados. Parejas que se insultan o, también, alguna escena de violencia de género. Solo la presencia policial pone fin a estas peleas y los vecinos podemos volver a dormir.

También ayer, paseando por el portal del Ángel, vi y escuché cómo dos personas se insultaban. Un joven consideraba que un ciclista le había golpeado con el manillar y se dijeron de todo. Especialmente cuando estaban bastante lejos el uno del otro como para saber que la discusión no podía dar el salto a la violencia física.

En el metro, hacía unos días, un hombre bajó del convoy gritándole “imbécil” e “idiota” a otro. No logré saber el porqué de esos insultos. Existe también la otra cara de la moneda. En el metro, me pasa a menudo que si voy de pie hay gente joven que, aparte de llamarme “señor”, ofrecen que me siente en el lugar que ocupan ellos. Nunca lo he aceptado y más de una vez no ha sido por falta de ganas.

Joan Manuel Serrat se pregunta “¿por qué la gente se aburre tanto”. Y yo me pregunto ‘¿por qué se pelea tanto?’. ¿Tiene una cosa que ver con la otra? ¿Hay gente que se aburre en la vida y para ponerle emoción necesita la adrenalina que acompaña a las discusiones y las peleas? ¿Es consustancial al ser humano la inclinación a la pelea, al conflicto, al odio, a la guerra?

En la noche de este miércoles, Arrels Fundació saldrá con un millar de buenas personas voluntarias a hacer un recuento de las que duermen en la calle y hablar con las que quieran hacerlo. Gente durmiendo en la calle la ha habido siempre. ¿Siempre la habrá?

Hay elementos de nuestro sistema de convivencia social que hace que por la noche haya gente que duerme en la calle y gente que se insulta y destroza coches, motos y mobiliario urbano.

Pacificar nuestros barrios, la convivencia en la calle, es un paso imprescindible para pacificar nuestra sociedad, nuestras sociedades. Se puede dialogar en vez de pelearse. Las buenas palabras e intenciones deberían vencer los insultos, las bofetadas, los disparos, las bombas, las guerras. Sin necesidad de ir con un lirio en la mano.

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