Elies Campo engañó también a ‘Wired’

Dos meses antes del artículo de 'The New Yorker' sobre el 'CatalanGate' su coordinador se hizo pasar también por dirigente de 'Telegram' en un extenso reportaje en la publicación sobre nuevas tecnologías

El listado de medios a los que ha engañado Elies Campo, coordinador del informe de Citizen Lab conocido como CatalanGate, parece no tener límite. Dos meses antes de que el periodista Ronan Farrow publicase en la revista The New Yorker un artículo sobre este informe, en el que Campo aparecía como trabajador de la empresa Telegram, la publicación mensual Wired también cayó de cuatro patas en su engaño. En el extenso reportaje que el periodista Darren Loucaides tituló “Como Telegram se convirtió en el anti-Facebook”, el independentista catalán, que tiene un protagonismo muy destacado en él, es presentado como director de Crecimiento, Negocio y Partenariados en Telegram.

El 5 de mayo, Remi Vaughn, portavoz de Telegram, fue contundente en una respuesta a EL TRIANGLE sobre la relación de Campo con la empresa: “Nunca ha sido empleado en ninguna capacidad y mucho menos como responsable de nada. Realizó algún trabajo voluntario en 2016 y se le concedió una dirección temporal de mail que le fue revocada más tarde. Nunca recibió compensación monetaria alguna de Telegram y nunca le hemos contratado”. En el reportaje de Wired, Elies Campo sale citado 47 veces y aparece en una fotografía de Anna Huix cuyo pie de foto se contradice frontalmente con la respuesta de Vaughn. “Elies Campo, ex director de Crecimiento, Negocio y Partenariados en Telegram”. En el texto se le presenta reiteradamente como ex-trabajador y alto cargo de esta aplicación de mensajería.

El protagonismo del coordinador del CatalanGate en este artículo es absoluto. El reportaje comienza explicando que el día de Reyes del pasado año, Elies Campo estaba en casa de sus padres en Tortosa cuando tuvo noticia del asalto al Capitolio por parte de seguidores de Donald Trump. Según Loucaides, Campo se preguntó cómo afectaría esto a su compañía. Y escribe: “Campo trabajó en Telegram. Ahora, mientras miraba diversas plataformas de redes sociales, se dio cuenta de que figuras de extrema derecha publicaban enlaces en sus canales públicos de Telegram e instaban a sus seguidores a unirse a la aplicación”. “Deu meu”, dice Loucaides que exclamó en catalán, escandalizado ante la libertad de movimientos de los partidarios de Trump en Telegram.

El artículo lleva el subtítulo de “Centenares de millones de usuarios. Sin algoritmo. Sin anuncios. Coraje frente a la autocracia. ¿Suena como un sueño? Cuidado con lo que quieres”. Es una larga crítica a la forma en que dirige Telegram su inspirador principal Pavel Durov, con Elies Campo como hilo conductor de esta crítica. Campo se alejó de Durov porque, según explica en el artículo, cree que se convirtió en una persona inaccesible y autoritaria. «Campo compartía la fe de Durov pero, como jefe de Crecimiento, Negocios y Partenariados, sufrió también el peso de sus complicaciones», se lee en el artículo.

“Elies Campo se unió a la empresa a principios de 2015, después de conseguir reunirse con Pavel Durov en Palo Alto a través de un amigo común”, escribe Loucaides. «Fue difícil encontrarme con él», le explicó Campo. Y dice que «su nuevo jefe» era un visionario. «Todo el equipo trabajaba junto», añade. Pero las relaciones entre Campo y Durov, según explica el coordinador del CatalanGate, se torcieron. “Una vez, mientras intentaba establecer asociaciones comerciales entre Telegram y empresas estadounidenses, Campo dice que Durov se preguntó en voz alta si tenía «intereses económicos” en las empresas y si por eso quería tanto «trabajar con ellas», se lee en Wired.

Las explicaciones de Campo a esta publicación no pueden ser más contradictorias con la afirmación del portavoz de Telegram de que nunca trabajó para ella. “A lo largo del año, Campo empezó a prepararse para dejar Telegram. Pasó el otoño en su último proyecto importante allí, ayudando a desplegar nuevas funciones destinadas a monetizar finalmente la aplicación”, escribe Loucaides. Campo y él se reunieron cuatro veces en el parque de la Ciutadella, según el periodista. El mismo sitio donde Campo se encontró con Ronan Farrow cuando preparaba el artículo para The New Yorker. Ninguno de los dos periodistas supo ver que les estaba tomando el pelo.

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