‘Ganas de volver a veros’, la pancarta con la que Laporta no ha ganado nada

La audacia electoral de colgar ese mensaje cerca del Bernabéu ha evolucionado en un sometimiento del presidente azulgrana a los deseos de Florentino, que le amenaza con una penalización de 300 millones si abandona la Superliga

De las muchas conjeturas e informaciones que circulan ahora mismo sobre el futuro de la plantilla del primer equipo del Barça, esa revolución planeada entre Joan Laporta y Xavi Hernández de cara a la próxima temporada, la que apunta a una reestructuración con once bajas y nueve altas, probablemente sea la menos fundamentada.

Todo parece indicar que esas son la pretensión y la necesidad de Xavi Hernández a la vista de cómo se ha desplomado el equipo en el tramo final del curso, y también que el presidente le ha dado la palabra de cumplir con ese plan para transformar ‘lo que hay’ en un equipo verdaderamente capaz de competir por todas las competiciones.

La parte más frágil e inconsistente de esta ecuación es la que hace referencia a ese concepto cada vez dudoso sobre la capacidad de hacer realidad esas promesas de un presidente que, hasta la fecha, las ha incumplido sistemáticamente, la mayoría expresadas y reiteradas en público por él mismo, y el resto verbalizadas por la prensa a través de sus canales de intoxicación y manipulación del entorno mediático del club.

Parece demostrado, pues ya no puede haber dudas cuando se ha completado un año y dos meses de su toma de posesión, que su presidencia es un tinglado de mentiras, embustes, improvisación y desatención respecto de las necesidades y prioridades de la entidad, en el que no funciona ninguna de sus ocurrencias y a duras penas se sostiene gracias a la herencia de la anterior junta en un amplio espectro que contempla, sobre todo, el funcionamiento de las secciones profesionales, que aún no ha podido destrozar, y el excelente rendimiento de una generación de futbolistas muy jóvenes y extraordinariamente capaces de volver a dominar la escena del fútbol continental.

Laporta ha gobernado el Barça, incluso antes de llegar a la presidencia, desde el propagandismo y el control mediático, medios más que suficientes para generar un estado de opinión no solo favorable a sus intereses electorales sino incluso de entusiasmo y de un seguidismo y lealtad sin precedentes.

El problema radica, para Laporta, en que detrás de esa monumental y poderosa capacidad de liderazgo sobre el discurso y el medio debe enfrentarse tarde o temprano a la realidad y sobre todo a las consecuencias directas de la gestión y de la toma de decisiones propias. En ese terreno Laporta pierde toda la ventaja, se convierte en un personaje invisible y más que mediocre, sin ninguna credibilidad, nada que ver con ese otro Laporta que se mueve como pez en el agua en la convulsión y la agitación social del momento, especialmente desde la oposición al poder, que es verdaderamente su especialidad y el terreno sinuoso, oscuro y movedizo en el que se ha movido muchos más años que como presidente.

Desde sus primeros pasos contra Josep Lluís Núñez, allá por el año 1994, Joan Laporta se ha pasado 19 años intentando esforzadamente deponer y echar al presidente de turno y poco más de ocho como presidente, en ambas presidencias con dos etapas calcadas, una primera dominado, o sería mejor decir reprimido, por un entorno directivo y ejecutivo de cierto nivel, y una segunda desbocado y sin control, mientras sus mediocres y bien comidos leales le aclaman y animan a cometer todas las locuras que se le pasan por la cabeza.

Ese progresivo deterioro de la gestión se traduce, como se ha podido comprobar, en enormes perdidas y graves lesiones, algunas de gravedad, contra la propia institución.

Hoy, cuando se echa la vista atrás, el símbolo de esa trayectoria basada sólo en gestos, apariencias y postureo sigue siendo la no menos famosa y dañina pancarta del Bernabéu con ese eslogan, ‘Ganas de volver a veros’, que pretendía visualizar la audacia, seguridad, fortaleza y ambición del personaje.

La afición barcelonista se creyó otra vez el cuento, en buena parte gracias al aplauso mediático y el papanatismo de una prensa que en ningún caso analizó qué había realmente detrás del programa y de las promesas del Laporta candidato, más allá de esa afianzada y concreta propuesta de ser el único de todos los aspirantes con la capacidad de renovar a Messi.

Sí, es cierto que también Leo se comió el truco. Fue uno más de los miles de damnificados por la gestión de un presidente con, la demostrada intrepidez de haber pactado con Florentino esa pancarta, a cambio de sumisión y sometimiento del Barça a los planes y directrices del Real Madrid en la estrategia contra la UEFA, contra LaLiga y a favor de la Superliga.

Según uno de sus periodistas de cámara, Salvador Sostres, el presidente del Barça tiene pánico a Florentino, entre otros motivos, porque firmó a favor de ese proyecto una penalización de 300 millones en el caso de saltar del barco.

Esa deuda, que no es la única, pues el palco del Bernabéu ya colaboró en su día con personas del entorno de Laporta para que la Audiencia Nacional aceptara los dos casos Neymar, la está pagando el Barça como institución.

Deportivamente, además, esas ‘Ganas de volver a veros’ quería transmitir un mensaje inequívoco de inminente reacción del primer equipo a base de estrellas como el presuntamente renovado Messi, nuevos fichajes y esa motivación que quiso visualizarse también en otro de sus alardes como el ‘¡Hemos vuelto!’.

En vísperas de otra final de la Champions, la que disputará el Real Madrid contra el Liverpool este sábado, después de su superioridad manifiesta en la Liga, ya conquistada y celebrada, ese pancartismo de Laporta suena cada vez más a broma de mal gusto y a una de esas bravuconadas que el tiempo se encarga de situar en su verdadero contexto.

Revisado y con la perspectiva del tiempo, el mensaje suena improcedente, innecesario y sobre todo soberbio e infundado, pues en aquel momento Laporta conocía de sobras el fortísimo impacto que tendría el COVID en la economía del club y la necesidad de reestructurar gastos, moderar los salarios y minimizar los fichajes.

Si la lona tuvo o no una consecuencia electoral es debatible. En el Real Madrid, desde luego que no. El rival por excelencia del Barça en la Liga le ha sacado a Laporta la mayor distancia en años y desde luego ha competido en Europa muchísimo más que el equipo azulgrana.

Los que buscan consuelo en el no fichaje de Mbappé, apenas lo encuentran teniendo en cuenta que, gracias al dinero pagado por Ferran Torres, el Manchester City ha podido llevarse a Haaland sin que Laporta le haya hecho siquiera cosquillas a una negociación en la que sólo ha hecho el ridículo. No se puede interpretar de otro modo haber enviado a Xavi y Jordi Cruyff a tratar de convencerlo, que esa misión secreta trascienda, que el técnico lo admita y el presidente lo niegue, para además Xavi salga diciendo que “nadie de dice que ‘no’ al Barça”.

La frase da para otra pancarta de esas. Otra cosa es que la credibilidad de Xavi, como la de Laporta, tire a la baja.

(Visited 555 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario