Incertidumbre en las refugiadas ucranianas por la falta de información de las administraciones

Este colectivo de mujeres que han huido de la guerra denuncian asistencia médica insuficiente

Los recursos que el gobierno central y las diversas comunidades han puesto en marcha para garantizar una acogida digna a las refugiadas ucranianas no están cumpliendo las expectativas. La Cruz Roja es la principal organización encargada de gestionar y ofrecer la atención básica a este colectivo en toda España, pero los profesionales que la forman y los servicios sociales están desbordados, hecho que repercute de pleno en las refugiadas.

Según han explicado a EL TRIANGLE varias mujeres ucranianas que hace tres meses que llegaron a Cataluña, hoy en día todavía no han obtenido el NIE ni la tarjeta sanitaria, sino que tienen los datos apuntados en papeles; no disponen de traductores, de forma que las mismas refugiadas tienen que ayudarse entre ellas para hacerse entender; y la Cruz Roja no les da respuestas ni explicaciones.

Las ucranianas, que quieren mantener el anonimato, afirman que la organización ha pasado de ir diariamente a presentarse en algunos días en la semana, y aseguran que la mayoría de la información sobre los lugares donde dirigirse la han obtenido a través de grupos que la misma comunidad de ucranianos ha creado en las redes sociales. “Somos refugiadas, no sabemos qué derechos tenemos ni nos explican nada, solo firmamos papeles”, lamenta una mujer en conversación con EL TRIANGLE.

También explican que la Cruz Roja no siempre les da tarjetas gratuitas para el transporte público, y que nunca los llevan todo el que piden. Afirman que les faltan compresas, crema solar, pasta de dientes… Y que tienen que comprarlo ellas mismas, a pesar de que todavía se encuentran en la primera fase de acogida, en la cual las administraciones se tienen que hacer cargo de sus necesidades básicas.

En relación con la atención sanitaria, las refugiadas aseguran que, además de no contar con traductores, no las atienden correctamente. Una mujer explica que, días después de llevar su hija al CAP (Centro de Atención Primaria) y que le recetaran paracetamol, una ambulancia se tuvo que llevar a la menor; mientras que la madre de una niña de 12 años operada dos veces en Ucrania y con problemas de salud se ha visto obligada a recurrir a entidades religiosas porque en el CAP no hacían nada por su hija. Otras refugiadas aseguran que hace semanas que esperan que les hagan pruebas médicas.

Ni psicólogos ni escolarización

Las administraciones públicas aseguran que se ofrece asistencia psicológica y jurídica a las ucranianas refugiadas, pero las mujeres con quienes ha contactado EL TRIANGLE explican que el psicólogo de la Cruz Roja apareció por primera vez dos meses después de llegar a Cataluña, y que en lugar de realizar un seguimiento individual para atender las necesidades de cada persona, hacen terapia grupal de vez en cuando.

En cuanto a la asistencia jurídica, el especialista en la materia de la Cruz Roja se presentó por primera vez la semana pasada, explican las refugiadas, y no pudo responder prácticamente a ninguna de las dudas que tenían. “Solo queremos que nos digan algo, aunque sea que no tienen información”, manifiesta una de las mujeres ucranianas.

Las refugiadas no saben cuando obtendrán la documentación oficial, qué derechos tienen ni dónde se pueden dirigir para conseguir trabajo o seguir cursando sus estudios, y lamentan que los miembros de la Cruz Roja no tengan respuestas. Señalan, además, que no están recibiendo clases de castellano ni de catalán, solo por parte de los voluntarios que se ofrecen.

La escolarización de los niños refugiados tampoco está llegando a todos los menores, y sus madres se quejan que hay muchos que hace meses que no van a la escuela. Las refugiadas explican que, mientras que algunos niños sí que tienen clases en línea con sus profesores de Ucrania, otras todavía no han conseguido plaza en ninguna escuela, a pesar de que hace varios meses que llegaron a Cataluña. Solo queda un mes porque se acabe el curso escolar, y las refugiadas tampoco saben si tendrán la posibilidad de llevar sus hijos a casales de verano.

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