¿Por qué el área de marketing ha puesto al Barça en ridículo?

Autobús de TMB

El departamento de marketing del FC Barcelona lleva tiempo acreditando un insuperable currículo de ineficiencia. Ha sido el resultado inevitable de una sucesión de jefaturas y estrategias que, finalmente, han conseguido borrar el menor rastro de sensibilidad barcelonista. El área ha acabado dominada por expertos de marketing en su mayoría fichados de otros sectores del todo ajenos al fútbol, sin apenas conocimientos del entorno barcelonista y, por descontado, ignorantes supinos de la historia, naturaleza e identidad social del club.

La suma de esa impericia de los responsables de marketing, junto a la delirante dirección ejecutiva familiar bajo el mando único de Joan Laporta y la no menos inestimable colaboración del departamento de comunicación, ha desembocado en el arranque de una campaña publicitaria desafortunada y ciertamente inoportuna.

Bajo el lema ‘Puja a la Xavineta’ autobuses de TMB empezaron a recorrer la ciudad tratando de reclamar la atención de potenciales compradores de merchandising azulgrana dirigiéndolos al Store de La Rambla con la finalidad de recuperar el tiempo perdido gracias al regreso del turismo.

De entrada, no se ha podido elegir una semana peor ni un día menos señalado para una iniciativa comercial que a los ojos de los socios y auténticamente barcelonistas produjo vergüenza ajena y una sensación de ridículo sin precedentes.

Además, recurrir a la ‘Xavineta’ como reclamo para los turistas y visitantes no parece tampoco la mejor idea, pues se trata de un populismo que, en un momento dado, se puso de moda sólo en determinados y muy cursis entornos periodísticos en alusión a la racha de éxitos del primer equipo. No hace falta decir que ese tipo de etiquetas suelen ser efímeras y volátiles y que hoy, coincidiendo con esta acción, la ‘Xavineta’ no está precisamente de moda tras los últimos resultados.

Igualmente, esa popularidad de la ‘Xavineta’ no ha cruzado ninguna frontera, ningún extranjero recién llegado es capaz de relacionar ese término, acuñado tan localmente, con la grandeza del club ni de producir el menor impacto en un turista o visitante de fuera de Catalunya.

Las órdenes desde la superioridad barcelonista son tan exigentes sobre la necesidad de obtener ingresos que, bajo esa presión y la desesperación latente dentro del club, el área de marketing quiso ir más allá y dar la campanada con una acción oportunista y conectada al primer equipo. No se tuvo en cuenta, sin embargo, que en el intervalo entre el momento de la idea y de la decisión de promover esa campaña hasta su ejecución, a partir de la primera semana de mayo, podían cambiar las cosas.

A la vista de los últimos resultados, lo prudente era la opción de aplazar su despliegue en diferentes soportes publicitarios como los autobuses. Esperar un mejor escenario y no arriesgarse, como sucedió este jueves, a que además coincidiera con una de las gestas del madridismo más grandes de la historia.

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