La consejera catalana de la Presidencia, Laura Vilagrà, ha tenido un papel discreto desde que asumió el cargo. A pesar de llegar al Palau de la Generalitat como una de las personas de confianza del presidente, Pere Aragonès, Vilagrà se había mantenido hasta ahora en un discreto y resguardado segundo plan. Se ha ocupado de cuestiones de importancia técnica y sectorial, pero son muy pocas las de peso político que ha tratado hasta ahora sin la presencia de Aragonés.
Últimamente, pero, la crisis del espionaje del Catalangate lo ha colocado en primera línea política como la persona que interlocuta con el gobierno español para intentar reconducir la situación. Más allá de la comunicación que puedan tener los presidentes, será Vilagrà quién haya gestionado el éxito o el fracaso del final de esta crisis.
La primera reunión que tuvieron el Gobierno catalán y el español después de estallar el Catalangate fue la que celebraron en el Palau de la Generalitat la consejera de la Presidencia, Laura Vilagrà, y el ministro del ramo, Félix Bolaños. Para escenificar la distanciación de posiciones, desde el Govern colocaron una mesa larga para ubicar cada uno de los interlocutores en espacios más separados. La táctica de Putin, pero a la nuestra.
