Marcela Topor, esposa del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, no entiende que se le espíe y así lo manifestaba el otro día en un tuit acompañado por la noticia destapada por el semanario estadounidense The New Yorker. La periodista engloba a los espiados en tres grandes grupos: “Políticos, activistas o gente corriente como yo”. Y recuerda que espiar a cualquiera de estos grupos «es incompatible con la democracia en la Europa del siglo XXI». Después, recuerda también que ella viene de un país -Rumanía- «donde se espiaba a todo el mundo por sistema», y concluye afirmando: «Creía que esto sólo ocurría en las dictaduras».
Entre elogios y muestras de apoyo, a la gente de Twitter no ha pasado desapercibidamente que Topor se defina como “gente corriente”, y, entre las numerosas respuestas que recibe el escrito, no son pocos quienes le recuerdan que “tan corriente no será” cuando cobra 6.000 euros al mes por un magacín semanal de dos horas en inglés con una modesta audiencia. Un programa que dirige y presenta Topor, que emite la Xarxa Audiovisual Local (XAL) y que paga religiosamente la Diputación de Barcelona, gobernada gracias a un pacto entre el PSC y Junts, este último partido presidido por Puigdemont.
