El Barça de Xavi abre los ojos a la realidad que ya advirtió Koeman

Sorprendentemente, el entrenador asegura ahora que firmó pactando con Laporta y Alemany que el objetivo era clasificar al equipo para la próxima Champions

Xavi Hernández

La actualidad azulgrana se mueve estos días un una extraña dimensión y agitación mediática provocada por los tres objetivos prioritarios del momento. El primero y principal, ‘salvar al soldado Piqué’ del ataque masivo de la prensa de Madrid y hostigada en la sombra desde LaLiga por Javier Tebas.

La finalidad no es otra que aprovechar el escándalo del contenido de los audios de la Supercopa para cazar la pieza mayor del juego, Luis Rubiales, el presidente de la Federación Española (RFEF), pero para eso es preciso y sobre todo necesario el escarnio, persecución y derribo simultaneo del central azulgrana.

El segundo propósito pasa por normalizar y aceptar ahora todo aquel discurso, honesto y directo de Ronald Koeman, aquella realidad que no quería reconocer, al contrario, ni la propia junta de Joan Laporta y mucho menos, azuzada convenientemente desde el palco, una prensa insaciable y ansiosa por descuartizar al entrenador puesto por Josep Maria Bartomeu, como si romper ese vínculo estuviera por encima de los propios éxitos del Barça, felicidad e intereses de sus socios.

Lo paradójico es comprobar cómo el nuevo entrenador, Xavi Hernández, ha tirado la toalla definitivamente: “Esta es la realidad que tenemos y aunque no nos guste hay que aceptarla”, mientras que su presidente, incapaz de salirse del personaje y del embuste en el que vive, lo contradice y sigue afirmando que “el Barça ganará la Liga”.

Por último, gracias a estas dos movidas del triste final de temporada azulgrana, se trata de pasar página de la inolvidable e imborrable violación del Camp Nou, con sus socios dentro, por parte de la afición del Eintracht Frankfurt la fatídica noche del 14-A. La indignación inicial dio paso a un extendido desánimo general entre una afición que, parcialmente, ha abierto los ojos ante la verdadera catadura moral de un presidente como Joan Laporta, rodeado de directivos incapaces o mediocres y de la clase más baja de ejecutivos.

Más allá de ese estado de ánimo, ni las explicaciones confusas e insolventes de Joan Laporta ni las promesas de arreglar las cosas han podido restaurar el optimismo ni la ilusión de un barcelonismo que, cuando ha superado la pesadilla de la invasión alemana, empieza a despertar de ese otro sueño en el que el Barça ganaba la Liga, remontaba al Real Madrid, y además dejaba la impronta de su sello futbolístico con el título de la Europa League.

En esa ensoñación alimentada artificialmente por el interés de la junta y el fanatismo de una prensa que también se jugaba su poco prestigio en el envite figuraban también la promesa del fichaje de Haaland, o Mbappé, y la renovación de Dembélé, Araujo o Gavi.

La realidad, ahora más cruel, vuelve a ser la descrita por Xavi, cuyo discurso nada tiene que ver con el de los primeros partidos, marcados por sus arrebatos de optimismo y de entusiasmo en los que no renunciaba a nada y clamaba, como su presidente, que “¡Hemos vuelto!”.

Lo que no dijo y ahora sí aclara es que lo acordado con Laporta y Alemany cuando firmó el contrato fue clasificar al equipo para la Champions y que ahora el éxito se concentra en quedar segundos a los menos puntos posibles del Madrid.

Más de un socio y seguidor, por no decir que la mayoría, hoy se siente engañado, pues está claro que la declaración de objetivos de Xavi y del presidente nunca fue esa que ahora se reconoce como prioritaria. Ninguno de los dos contaba con que, por errores propios como la crisis de Dembélé o las nuevas lesiones de Ansu Fati y Pedri, el Barça caería una por una en todas las competiciones, Champions League, Copa, Supercopa, Europa League y ahora definitivamente la Liga.

El socio y aficionado, sin embargo, se ha acostumbrado a vivir y fantasear en esa mentira permanente del laportismo, empezando por esa renovación de Messi que nunca se produjo o por ese regreso inminente al primer nivel competitivo, también incumplido.

A partir de ahí, sin embargo, ningún socio ni aficionado se dejó arrebatar por la decepción, se creyó el cuento, entero, el de los fichajes galácticos de Torres, Aubameyang y Adama, el de la Copa, el de la Supercopa, el de la Champions, el de la Europa League y el de la propia Liga, el de Haaland, el de nuevos y más recursos que han resultado, como el de Spotify, de menor rango y además inexplicados, el cuento de un Camp Nou seguro y rebosante de barcelonistas…

Al contrario, siguieron ilusionados y celebrando cada decepción como si fuera el principio de una etapa dorada alimentando la esperanza de que  el premio final hubiera de compensar todos los disgustos.

Hoy, sin embargo, es el propio Xavi, contradiciendo el discurso del presidente, quien admite una realidad que sitúa al Barça en un estadio deportivo, económico, social, patrimonial y financiero por debajo de esa década dorada de la que él, y todo el barcelonismo, disfrutó con opulencia, títulos y felicidad.

El problema es que el recurso de echarle la culpa a la herencia deja de funcionar cuando, un año y un mes después, con dos entrenadores, seis fichajes para el primer equipo y un largo etcétera de decisiones estratégicas de todo tipo, varias asambleas, promesas mágicas sobre el Espai Barça y la prensa cantando las proezas de Joan Laporta, lo único que sigue funcionando es precisamente esa herencia.

Sencillamente porque la nueva gestión es confusa, errónea, amateur, pasada de moda y dominada, eso sí, por el imperio de los comisionistas, sean agentes, intermediarios para firmar con Sportify o para hacer más llevadera la vida de Gerard Piqué, insensible a la derrota ante el Cádiz y más preocupado por defender sus intereses comerciales.

Los audios probablemente provoquen la dimisión de Luis Rubiales, que no se juegue más la Supercopa en Arabia Saudí y que las indemnizaciones por incumplimiento puedan afectarle.

Eso sí, todo legal como presuntamente lo es también la gestión de Laporta, a pesar de que sus dos hombres fuertes en economía, Jaume Giró y Ferran Reverter, que tenían la opción de cerrar los ojos y quedarse a su lado, han salido por piernas.

(Visited 182 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario