¿Por qué no dejaron a Josep Maria Minguella participar en la asamblea de Spotify?

Con el paso de los días, la asamblea de la vergüenza en la que se aprobó el acuerdo con Spotify sigue dejando un rastro de opacidad y de manipulación sin precedentes en la historia del Barça.

Los socios que, ingenuamente, pensaron que por ser compromisarios podían intervenir en la asamblea, como es preceptivo y está regulado, aún no salen de su asombro después de ser silenciados en virtud de la obligación de participar de un modo exclusivamente telemático y bajo unas reglas que les impidieron dirigirse a la junta y a otros compromisarios. La mayoría no consultó las reglas en la web ni se entretuvo en preguntar de forma anticipada a través de un formulario.

Quienes se han dirigido al Síndic del Soci se han encontrado con que este tipo de reclamaciones o quejas se han de tramitar directamente a través del área social del club, la misma que ideó y propuso esa forma de aislar a los socios y dejarlos sin la menor posibilidad de participar, como sí lo habrían podido hacer en directo.

La mayoría ha abandonado esa vía por inútil e ineficaz, pues habría de auto-inculparse y anular el resultado de la asamblea en caso de admitir que, de forma intencionada y perversa, se planeó la asamblea para reducir y controlar a la mínima expresión la voz del socio.

Sólo se les permitió hacerlo a los Senadores del FC Barcelona, aunque no exactamente a todos, pues ha trascendido que al menos dos, Jaume Llopis y Josep Maria Minguella, hicieron caso de la confusa invitación recibida por carta en la que se les informaba que recibirían una llamada del club para confirmar su presencia y explicarles los detalles. Ambos siguen esperando la llamada, motivo por el cual supusieron que finalmente sólo podían participar, al igual que el resto, por vía digital.

La pregunta es cuántos socios más se quedaron como estos dos ilustres barcelonistas sin esa información y sin esa confirmación.

Otros, en cambio, sí recibieron ese acompañamiento desde la Oficina d’Atenció al Barcelonista de una forma expresa, especialmente aquellos dispuestos a decir en voz alta que estaban de acuerdo en aprobar el patrocinio.

Finalmente, sólo fueron tres los socios que entraron por vía telemática, uno de ellos además no compromisario, completando el escándalo. Lo peor es que las asambleas telemáticas, visto el éxito para los intereses de Joan Laporta y de su junta, han llegado para quedarse. Si hubo alguna vez un porcentaje de democracia y de participación en las asambleas del Barça ya es historia.

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