Laporta convierte el Camp Nou en un referente de la corrupción y la inseguridad

No menos de 40.000 alemanes del Eintracht dispusieron de entradas provenientes del club, sembrando el terror, la suciedad y el miedo ante la pasividad y complicidad de la directiva

L'Eintracht de Frankfurt al Camp Nou
L'Eintracht de Frankfurt al Camp Nou.

El Camp Nou, gracias a Joan Laporta, se ha convertido en un referente de la corrupción, la inseguridad y de la vergüenza después de la ocupación alemana por parte de seguidores del Eintracht Frankfurt en un número no menor de 40.000 aficionados que, cuando se dirigieron al estadio, formaron una columna desde le Gran Via a la Travessera de Les Corts ocupando linealmente la calle Urgell y la Diagonal.

La indignación y el malestar de los socios del Barça, de los escasos 40.000 que acudieron al estadio en la noche más triste de su historia, fue creciendo a medida que la invasión de seguidores no sólo condicionó el resultado del partido, que acabó cayendo del lado germánico, sino que produjo una sensación de inseguridad y de peligro como nunca se había vivido.

Con el 0-3 muchos aficionados azulgrana optaron por abandonar sus localidades padeciendo insultos, escupitajos, tocamientos a socias, lanzamiento de botellas, toda serie de objetos y los efectos de un estado de embriaguez colectiva, vómitos y el humo del tabaco generado por miles de seguidores del Eintracht, pese a la prohibición de fumar.

Centenares de agresiones, leves pero muy molestas y perturbadoras, tuvieron lugar en un estado de absoluta indefensión, pasividad y ausencia por parte de la seguridad propia que, básicamente, es la que se ocupa del control de los accesos y la convivencia en el Camp Nou.

Lo peor fue, encima, el intento de manipulación por parte de la junta directiva, acusando a los socios ausentes de haberse vendido los abonos, un argumento que rápidamente dejó dicho Enric Masip en twitter y que luego insinuó el presidente Joan Laporta, en unas declaraciones en las se le escapaba la risa mientras aseguraba que habrá que tomar medidas contra los socios y, provocando aún más rabia entre los culés, manifestaba que había sentido “vergüenza e indignación” como si él no fuera el presidente del club y único responsable de una situación de riesgo y miedo no sólo tolerada por él mismo sino promovida.

Fue la junta la que dio instrucciones de cerrar el Seient Lliure, disponiendo de 25.000 entradas liberadas desde el principio de temporada, que en su mayoría fueron a parar a alemanes y la que en los días previos solicitó la cesión de gratuita del abono. No sólo eso, también hizo llamar a los socios, por teléfono, para insistirles en que liberasen, casi como un ruego para poder vender entradas, se justificaba desde el club y mejorar así la situación económica.

¿Cómo puede una junta atreverse a pedir al socio que no vaya al Camp Nou, revender la entrada a la afición visitante y luego echarle la culpa por no ir?

Lamentable gestión de un partido que no fue una excepción, como confirmaron cientos de socios en los medios, pues se viene dando desde que Laporta ha regresado al palco, incluida la gravedad de no vigilar ni controlar el circuito de las entradas puestas en circulación, pues está rigurosamente prohibida la venta de entradas a seguidores del equipo rival en los partidos europeos, más allá del cupo oficial que se entrega al equipo visitante (unas 4.000) para una zona restringida, asegurada y aislada.

Lo más probable es que la UEFA sancione al FC Barcelona con gravedad, no se descarta el cierre del estadio incluso, como consecuencia de un escenario dantesco que más parecía una final con el aforo dividido entre los dos equipos.

Las miles de entradas se revendieron a través de las agencias oficiales del club, licencias de venta otorgadas a dedo, a amigotes de la junta, a profesionales de la reventa que no actúan según el reglamento sino que se limitan a buscar compradores desesperados del equipo rival, al que  no pueden vender una sola entrada. Además de triplicar y cuadruplicar el precio facial de la entrada, no ofrecen, como es obligatorio, un servicio añadido en forma de pack con hotel, desplazamiento, cena o Museu.

A partir que el club ha ido desviando entradas a estos turoperadores se ha producido la catástrofe. No hay que darle más vueltas, las entradas sólo las tiene el departamento de ticketing del Barça y sólo desde allí pueden derivarse a los reventas de calle o a las agencias que, bajo otro sello y páginas web camufladas, las ofrecen a quienes las buscan. En este caso, además, algún agente encontró la forma de venderlas directamente en Frankfurt, pues la mayoría viajaron con entrada.

La directiva, que estaba avisada por diferentes medios de comunicación y profesionales del sector del transporte y de la hostelería, pudo tomar medidas tan sencillas como impedir el paso y requisar la entrada ilegalmente vendida a un aficionado alemán con una localidad fuera de la zona especialmente habilitada para el cupo del Eintracht y también pedir a los socios abonados la identificación con su carnet de socio.  Bastaba con aplicar esas dos medidas para impedir la ocupación.

Joan Laporta y su junta eran conscientes desde antes del partido, y desde luego desde horas antes cuando miles de alemanes convirtieron en una ‘Diada’ las calles y avenidas principales de la ciudad. Tampoco la policía, ni la urbana ni Mossos, quisieron saber nada del posible y seguro desastre que se avecinaba, pues es la junta la responsable de vigilar el destino de cada entrada, como se ha había hecho desde que Joan Laporta dejó la presidencia en 2010.

A Sandro Rosell y a Josep Maria Bartomeu les costó años de esfuerzo y de trabajo desmantelar la misma red de reventa, desde dentro del propio club, que se encontraron como herencia cuando asumieron el cargo.

Laporta ha vuelto a las andadas y permitido que, de nuevo, las mafias y organizaciones de la reventa se adueñen del mercado. Cabe suponer que, a partir de que desde el club salen entradas para el trapicheo y la especulación, alguien de dentro sale ganando. Y mucho.

Los socios que ayer gritaban “¡Laporta dimisión!” no recuerdan escándalos como las entradas de las finales de París y de Roma, arrebatadas de las propias manos de los barcelonistas para colocarlas a seguidores del Arsenal o del Manchester con beneficios incalculables para los intermediarios.

El socio del Barça no es culpable de la tragedia del partido de este jueves. Si algo debe preocuparle es la amnesia, pues Joan Laporta no está liderando ninguna fechoría que no hubiera hecho antes. Es verdad, sin embargo, que como el socio le ha dado carta blanca, ahora se puede permitir el lujo de cometer los excesos propios de un dictador y de un tirano, una situación que siempre genera corruptelas, sin ninguna oposición.

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1 comentario en «Laporta convierte el Camp Nou en un referente de la corrupción y la inseguridad»

  1. El redactor de esto debe ser un madridista o un Rosellista lamebotas, donde estaban estos artículos en humillaciones como con el Liverpool, Roma, PSG o Bayern? Ahora resulta que Laporta tiene la culpa de que supuestos culés hayan vendido sus entradas a los alemanes, menudo jeta!!!! Laporta saco a este Barça de la novena posición para dejarlo en segundo lugar, una novena posición en la que dejo el gran Koeman.

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