«Esperamos una ley para erradicar el sinhogarismo»

Entrevista a Antoni Milian i Massana

Antoni Milian i Massana | Foto: Àngel Guerrero

Catedrático de Derecho Administrativo de la UAB. Se ha dedicado a cuestiones vinculadas a derechos fundamentales, y derechos lingüísticos. Entre sus publicaciones, “Más sobre derechos lingüísticos. Reflexiones sobre los límites constitucionales y su interpretación por el Tribunal Constitucional” (Tirant lo Blanch/IEA Generalitat de Cataluña). Junto a cinco entidades sociales y un equipo académico, ha presentado en el Parlamento de Cataluña una propuesta de ley orientada a erradicar el sinhogarismo más duro.

 

¿Además de lacerante, qué podemos decir del sinhogarismo?

El sinhogarismo es un fenómeno mucho más amplio de lo que nos imaginamos. Hay una clasificación, llamada Ethos, de los distintos supuestos de sinhogarismo, hecha por Feantsa, (federación de entidades que tratan el tema en Europa), que recoge hasta trece categorías. Puede ir desde las personas que residen en una vivienda insalubre, sobreocupada o bajo la amenaza de un desahucio, hasta los fenómenos que hemos considerado tradicionalmente como sinhogarismo: los más crónicos, personas que viven en la calle o que estarían en ella si no fuera porque una entidad social o alguna Administración les facilitan algún tipo de alojamiento. 

¿El sinhogarismo es un fenómeno cuantitativamente significativo y propio de las grandes urbes? 

Es algo que sobre todo se da en las grandes ciudades. También hay personas que no tienen dónde dormir en poblaciones pequeñas, pero son situaciones muy individualizadas. En el caso de Cataluña, se concentra en Barcelona. También hay personas sin hogar en Girona, Tarragona, Badalona…, y las poblaciones grandes. Respecto a la dimensión del fenómeno, según cifras del año 2016, los que duermen en la calle o que dormirían sino por fuera porque hay algún recurso institucional o social, serían aproximadamente unos 10.000 en Cataluña. De ellos, 2.855 vivían en un espacio público o a la intemperie, sin ningún tipo de protección; 4.120 dormían en albergues que, normalmente, obligan a pasar el resto del día en la calle, y 2.982 en centros o albergues para personas sin hogar y alojamientos temporales. Desde 2016, el fenómeno ha aumentado de manera importante por distintas razones, como la crisis económica o la emigración. Así pensamos que de 10.000 habremos pasado a 18.000. Equivalente a toda la población de una ciudad como Sant Celoni o Palamós.

¿El sinhogarismo es algo universal o más bien propio de algunas ciudades o países?

Es universal y resulta difícil hacer comparaciones, porque varían los baremos de evaluación que se utilizan en cada lugar. Pero me atrevo a apuntar que, en ciudades como San Francisco, Londres o París, la situación es peor que la nuestra. En el equipo redactor del texto que hemos presentado al Parlament hay una persona, Lídia Pitarch, que justamente ha hecho una tesis sobre esto, de la cual se deduce que el fenómeno está, en línea con el crecimiento que aquí estamos experimentando, más expandido y agravado.

Paris es una ciudad asociada históricamente al clochard. ¿De cuándo data el sinhogarismo?

Sé de las personas sin hogar por conocimiento práctico; no he sido un estudioso del tema. En cualquier caso, creo que es algo que nace con la industrialización, a partir del crecimiento de las ciudades. donde siempre hay gente que llega y no tiene los medios adecuados para subsistir y llevar una vida digna. Aunque también sabemos que en épocas más antiguas también vivía gente en la calle, porque la vivienda siempre ha sido un problema. Aquí hemos tenido mucho barraquismo en los años 50/60, donde vivían en condiciones muy precarias personas, algunas de las cuales seguramente estuvieron antes por la calle.

¿Además de no tener dónde dormir, cómo se alimentan, dónde se asean las personas sin hogar?

Hay recursos, pero insuficientes. Algunos viven, en parte, de esos recursos y, lógicamente, también les ayuda la caridad. Hay comedores sociales, tanto públicos como de entidades sociales. Hay quien se queja de su calidad, pero más o menos todos pueden alimentarse. Pero para ellos resultan muy molestos los desplazamientos. Van a comer a un sitio, tienen que ir a otro a ducharse o a dormir. Hay servicios, pero no funcionales por las distancias entre ellos, que tienen que recorrer con sus pertenencias. 

¿Sufren acoso, directo o indirecto, social o institucional, las personas sin techo?

Depende de cada municipio y sus ordenanzas. Los hay más tolerantes que otros en materia de convivencia y uso del espacio público. En general, todavía hay demasiada persecución. Es ésta una de las cuestiones que en el texto legal afrontamos, porque pensamos que una sociedad que no les facilita un sitio donde asearse, donde dormir, no les puede prohibir hacerlo en el único sitio donde lo pueden hacer, en la calle. No faltan ejemplos de ayuntamientos que han recurrido a proporcionar un billete a los sintecho para que abandonen el municipio.

¿Cuál es el perfil tipo de las personas sin hogar?

Hay mayoría, visible, de hombres. Pero también hay un sinhogarismo femenino invisible, porque las mujeres suelen tener una red social más amplia, que les permite disponer de algún tipo de alojamiento sin tener que ir a parar a la calle. Generalmente, tampoco hay familias enteras desamparadas, porque suelen ser más rápidamente objeto de atención de las instituciones públicas. Se ha incrementado mucho la proporción de personas migrantes, procedentes sobre todo de países del Este, de la propia Unión Europea. 

¿Se ha venido haciendo algo serio para acabar con el sinhogarismo, o se percibe más bien como una enfermedad crónica, imposible de tratar?

Han existido iniciativas, fundamentalmente por parte de entidades sociales, a veces con la ayuda de una Administración, y también proyectos, como los asociados al Housing First para que las personas puedan disponer de vivienda compartida, que pueda ofrecer una cierta autonomía. Todo ello con un seguimiento más o menos intenso, en función de cada caso. Pero los medios que se han puesto hasta la fecha son muy escasos en relación con la magnitud del problema. El Ayuntamiento de Barcelona, que dedica al asunto 45 millones de euros anuales, hace un trabajo intenso. Pero sigue siendo insuficiente porque, entre otras cosas, se adolece de falta de coordinación entre Administraciones. Las legislaciones de vivienda, con mayor o menor éxito, tratan de asistir a las personas amenazadas de desahucio, viviendas insalubres… Pero el sinhogarismo crónico no dispone de ninguna normativa que los ampare. Es por esto que hemos pensado que sería bueno promover un texto legal para hacer frente a estas situaciones.

¿Es ahí donde se inscribe vuestra iniciativa legal?

Son varios los objetivos que nos hemos propuesto. como va dirigido a las personas que viven en la calle o que dormirían en ella si no fuera por un recurso público o privado, lo primero que nos planteamos es garantizar para todos un espacio residencial digno. Consistiría en medios que se utilizan habitualmente para hacer frente al fenómeno, que todavía no son ideales, pero que permitan no estar en la calle, tales como una pensión, hotel, albergue, residencia… tendiendo a una vivienda de inserción. Todo ello entendido como prestación garantizada en la cartera de servicios sociales, lo cual implica un derecho amparado por la Justicia. Como para esto hay un período transitorio, se instrumentan una serie de medidas para facilitar la vida de estas personas. El tercer objetivo es acabar con las tres diferentes formas de sinhogarismo que abordamos, y que puedan tener acceso a la vivienda. Para la primera propuesta, nos hemos puesto un plazo de dos años, y para la segunda de cinco. A todo lo cual sumamos recursos existentes, como la renta de garantía de ciudadanía, que actualmente son de difícil acceso.

¿En síntesis, cómo describirías vuestra propuesta de Ley?

No hemos hecho una Ley de Vivienda, sino que conecta con la del derecho a ella. No afrontamos todas las situaciones de sinhogarismo sino las tres primeras de la clasificación Ethos, que son las que carecen de toda regulación. El texto que hemos elaborado con un equipo integrado por profesorado de derecho administrativo (UAB y UB) y con las cinco entidades, y que han asumido los parlamentarios, trata de forma integral estos supuestos, que son homogéneos. Para terminar, querría transmitir dos mensajes. El primero, que todos deberíamos cambiar la mirada hacia estas personas que viven en la calle. En vez de hacerlo con recelo y aprensión, tener en cuenta que son como todos nosotros, que podríamos encontrarnos en su lugar, y que hay muchas maneras de ayudarles. El otro mensaje es que confiamos en que los grupos parlamentarios, que han asumido tramitar este texto, lo hagan con rapidez. Esperamos que salga una Ley magnífica, y que la aprueben lo antes posible. Las reuniones con las administraciones y con los grupos parlamentarios, que han durado un cierto tiempo, se han hecho de manera muy confidencial, y han participado Sant’Egidio (con la cual había colaborado), Arrels, Asís, Cáritas y San Juan de Dios. La confidencialidad ha contribuido a su éxito.

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