Salomé y el ‘totum revolutum’ del PP

Dice la tradición que Salomé bailó tan bien ante su tío Herodes que este prometió darle lo que quisiera. Pidió la cabeza de San Juan Bautista, que le entregaron en bandeja de plata. Acabamos de vivir un episodio similar, solo que en el ámbito político y sin sangre de por medio. La cabeza que se ha servido es la del hasta ahora presidente popular, Pablo Casado, y la bailarina que ha hecho méritos para recibirla, la inefable presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.

La función empezaba el jueves 17 de febrero cuando el alcalde y entonces todavía portavoz nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida, negaba públicamente que desde el ayuntamiento de Madrid se hubiera espiado al hermano de Ayuso por una operación de compra de mascarillas a China.

Varios medios habían publicado que el consistorio ⸺por indicaciones de la dirección nacional popular⸺ había intentado escudriñar al entorno familiar de la presidenta, y el posterior desmentido del PP no había sido suficiente. El edil tenía que enfangarse para que el director general de Coordinación de la Alcaldía y hombre de Casado, Ángel Carromero, acabara dimitiendo el mismo día, señalado como presunto promotor del espionaje. El papelón de Almeida había sido importante.

Pero la batalla decisiva la protagonizarían otros. El primer movimiento lo hizo Díaz Ayuso, consciente de que quien da primero da dos veces. Compareció el mismo jueves para rechazar prácticas corruptas de su familia, y afirmar: “Nunca pude imaginar que la dirección nacional de mi partido iba a actuar de un modo tan cruel y tan injusto contra mí”. La guerra estaba servida y poco después el secretario general del PP, Teodoro García Egea, respondería calificando las acusaciones de la presidenta de “casi delictivas” y anunciando que se le abría “un expediente informativo”.

Lo que no preveían Casado y su mano derecha, Egea, era la fuerza de la popular y populista Ayuso en la calle y, de rebote, dentro del partido. La misma tarde del 17, día negro para el PP, un centenar de seguidores se concentraban frente a la sede de Génova con gritos de “¡Ayuso sí, Casado no! ¡Casado dimisión! ¡Cobarde!”, y juegos de palabras como “Fra-Casado”. Redondearon la noche un grupo de mariachis y un repartidor con una corona de flores anunciando la defunción (política) de Casado.

El remitente de la corona no iba tan desencaminado. Al día siguiente, el presidente del PP se pronuncia por primera vez sobre el tema en la Cope: “Yo no permitiría que un hermano mío cobrara 300.000 euros por un contrato adjudicado directamente por mi consejo de ministros”.

A continuación, Ayuso contraataca en la misma emisora: “Eso no es ilegal. Lo sería si yo intervengo. Nunca se va a poder demostrar que yo he ayudado a mi hermano absolutamente en nada”. Y en un comunicado posterior precisa que este había cobrado “55.850 euros, más IVA”, por conseguir mascarillas en China y trasladarlas a Madrid para una empresa contratada por la Comunidad, como “una contraprestación por su trabajo, no una comisión por intermediación”.

A partir de aquí, entran en juego otras voces que acaban por decantar la balanza y, en algún caso, a su favor. El presidente gallego, Núñez Feijóo, pide poner fin a “la hemorragia” que desangra al partido. Y otros barones, como Juanma Moreno desde Andalucía y Fernández Mañueco desde Castilla y León, apuestan por la unidad y porque se aclaren los hechos.

El sábado traía el cierre del expediente a Ayuso, en un intento de Casado de dar marcha atrás, pero Salomé continuaba el baile y para el Bautista ya era demasiado tarde. El domingo, más de 3.000 personas se reunían nuevamente ante la sede nacional del PP para apoyar a Ayuso y exigir la salida de Casado y Egea.

La bailarina había hecho su parte y ahora faltaba que le cumplieran lo que pedían en su nombre. Desde la tensa reunión del Comité de Dirección del PP el lunes 21, cuando Casado aún aguantaba, hasta su despedida en la Junta Directiva Nacional una semana y un día después, el sentenciado sólo viviría momentos amargos: entre otros, la dimisión de Martínez-Almeida como portavoz del partido; la de García Egea como secretario general, o su discurso de adiós en el Congreso de los Diputados.

Poco duran los apoyos en política cuando vienen mal dadas, y pronto se generó un clima para que Feijóo, que esperaba su momento, se postulase como nuevo líder, decisión que él mismo confirmaba. La convocatoria de un congreso extraordinario para los días 2 y 3 de abril, y el movimiento de Feijóo cerraban las dos semanas del totum revolutum en el PP, con un Casado descabezado y una Ayuso que, cuidado, sigue bailando.

(Visited 85 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario