La sociedad civil ante el ejército y la diplomacia

La sociedad española y catalana en general no muestra curiosidad ni interés por la función y necesidad de las fuerzas armadas. Tampoco los políticos hablan en público frecuentemente del tema y en cambio sí que actúan para evitar la presencia de militares en eventos públicos. Ante este hecho y a la vista de la guerra que está teniendo lugar en Ucrania tras la invasión militar rusa, cabe preguntarse, si dar la espalda a las fuerzas armadas es una decisión inteligente y qué consecuencias puede tener. España no es el único país con relaciones problemáticas entre civiles y militares. Es frecuente que una parte importante de la sociedad considere que el gasto en fuerzas armadas y servicios de inteligencia es un despilfarro y que esas cantidades deberían destinarse a infraestructuras y prestaciones sociales.

Hemos visto en Ucrania que la invasión militar liderada por Putin no ha tenido el éxito previsto inicialmente debido a la calidad y entrega del ejército ucraniano y el apoyo de la población civil. Sin lugar a duda, las consecuencias de la guerra, los esperables acuerdos de alto el fuego y la deseable paz futura, no serán lo mismo tras la resistencia y defensa del ejército ucraniano que si los ejércitos rusos hubiesen ocupado y controlado totalmente el territorio en una semana.

Es fundamental para la seguridad y defensa de la libertad, identidad y cultura de un país una buena sintonía entre la sociedad civil y los líderes militares con la mediación de los partidos políticos democráticamente representados. Hemos visto que los desafíos militares van de la mano de la política y la diplomacia como ya dijo hace tres siglos Carl von Clausewitz: «La guerra es la continuación de la política por otros medios». En este sentido es fundamental entender el papel de los ejércitos, la diplomacia y la política y de las estrechas relaciones que existen entre ellos, especialmente en épocas de tensiones bélicas como las que estamos viviendo. Un buen servicio diplomático (formado por profesionales capacitados, cultos, políglotas, astutos y persuasivos) permite construir relaciones de confianza y mantener alianzas duraderas, otorgando al país una gran ventaja en términos estratégicos. Lógicamente, la eficacia de la diplomacia y la política externa de un país dependen, entre otros factores, del respaldo que la fuerza militar pueda aportar.

El dilema central en las relaciones entre civiles y militares es cómo asegurar el control civil del estamento militar y a la vez mantener su eficacia en los conflictos armados. Dicho de otra manera, cómo deben interactuar los líderes militares con los civiles en la evaluación e intervención militar para garantizar que la sociedad civil representada por los políticos detente el control de la actividad militar y que estos puedan responder a los desafíos bélicos de manera eficaz. Los líderes civiles deben brindan orientación a los líderes militares sobre sus objetivos en los conflictos armados y a su vez los líderes militares deben asesorar sobre las posibles opciones militares que la estructura de sus fuerzas armadas permita.

Otro elemento fundamental de las fuerzas armadas y del cuerpo diplomático es que en función de sus capacidades permitirá en mayor o menor medida establecer acuerdos y coaliciones internacionales con otros países para fortalecer la defensa común. Este proceso es complejo dado que requiere que los estados que forman las coaliciones tomen previamente decisiones sobre las prioridades de la defensa nacional y los retos que puedan darse en el futuro. Sin lugar a dudas, establecer coaliciones con países amigos, aumenta la fuerza diplomática, militar y económica.

Las fuerzas armadas del entorno de la Unión Europea deberán mantener la flexibilidad suficiente para responder a crisis imprevistas y sobre todo a las situaciones que puedan precipitar conflictos armados tanto terroristas como entre estados. Dado el escepticismo público actual, es vital que se hagan los esfuerzos necesarios para explicar a la sociedad civil la importancia de las fuerzas armadas y del cuerpo diplomático para garantizar el bienestar y la libertad de un país. La ciudadanía debe ser consciente de la trascendencia de responder en todo momento a las preguntas de ¿Qué tipo de ejercito necesitamos? ¿Con que objetivos? ¿Con que capacidades? De la adecuada respuesta a estas preguntas dependerá que la terrible e injustificable invasión de Ucrania por parte del ejército ruso no se dé en más países europeos.

Desgraciadamente, en nuestro mundo real seguimos necesitando ejércitos bien dotados y preparados, del mismo modo que todas las sociedades necesitan policías y jueces para prevenir y proteger del crimen a la sociedad civil.

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