La pérdida de aprendizaje por la covid crece en las escuelas más desfavorecidas

Las matemáticas son las más afectadas, porque es la asignatura que se aprende menos fuera de las aulas

El impacto de la pandemia en el nivel de aprendizaje escolar todavía está presente en las aulas de primaria y secundaria de nuestro país. Todavía hay retraso acumulado en los centros, y está afectando en un grado más alto a los colectivos más desfavorecidos. En declaraciones a EL TRIANGLE, el jefe de proyectos de la Fundació Bofill, Miquel Àngel Alegre, concreta que “los centros que quedaron más perjudicados fueron los de más complejidad”. Son centros con una elevada proporción de alumnado socialmente desfavorecido, donde “hay más dificultades para hacer el seguimiento del alumnado”, y las familias y sus entornos comunitarios “no les podían ofrecer oportunidades educativas alternativas a la escuela.” Para Alegre, “todo aquello que no se enseña en la escuela, se aprende de forma desigual más allá de la escuela”, y aquí se nota mucho la diferencia entre familias con más o menos recursos económicos para ofrecer a sus hijos e hijas recursos formativos extraescolares.

El jefe de proyectos de la Fundació Bofill añade que “la pérdida de aprendizaje inicial se va acumulando en estos centros con más complejidad. Por lo tanto, pierden mucho al comienzo, más que el resto de alumnado, pero el hecho que pierdan al inicio genera un efecto acumulado que es difícil de revertir”. En cuanto a las materias, las pérdidas se notan más en matemáticas, porque, según Miquel Àngel Alegre, las matas “no se echan de la escuela”. Para el jefe de programas, “tanto las matemáticas como el inglés son áreas ligadas a la práctica de competencias”, y no tienen un componente tan memorístico como pueden tener las ciencias sociales.

El análisis de la Fundació Bofill coincide, en gran parte, con los resultados del primer estudio publicado en España sobre el impacto de la pandemia en el aprendizaje del alumnado. El País Vasco ha elaborado el primer documento que ofrece datos sobre las pérdidas experimentadas por alumnas de cuarto de primaria y segundo de ESO. La investigación ha ido a cargo de la Fundación COTEC y Esade Center for Economic Policy (EsadeEcPol). Después de un año de cierre, el estudio concluye que se ha perdido una media del 13% del aprendizaje de un año académico. Una cifra que se eleva hasta el 25% en el caso de las matemáticas que se estudian en segundo de ESO. En relación con las lenguas oficiales, los resultados indican una pérdida del 15% en el euskera, pero no se aprecia ninguna pérdida en el castellano. Según compilación el estudio, “en un contexto multilingüístico como es el caso vasco, donde la mayoría del alumnado que habla castellano en casa está escolarizado en un modelo lingüístico íntegramente en euskera, encontramos una pérdida más grande de aprendizaje en matemáticas (que se hacen normalmente en euskera) y en euskera”.

El estudio también recoge desigualdades en función del tipo de centro. Según esta investigación, las escuelas de titularidad pública acumularon una pérdida generalizada de aprendizaje muy superior a la media registrada en los centros concertados. La investigación, pero, no observa grandes diferencias por el del nivel socioeconómico o por el grado de aprendizaje del alumno. A diferencia del que expresa la Fundació Bofill, ni el alumnado procedente de familias con un nivel socioeconómico bajo ni los estudiantes más atrasados se han visto más afectados que los otros en Euskadi. Como herramientas para la recuperación, tanto la Fundació Bofill como el estudio elaborado por la Fundación COTEC y EsadeEcPol apuestan por las tutorías individualizadas como solución más eficaz.

De hecho, Alegre, de la Fundació Bofill, cita como caminos de futuro un acompañamiento más personalizado a través de las tutorías o reforzar las mentorías. También apuesta para impulsar ratios más flexibles en función de las materias o del tipo de trabajo, en lugar de fomentar una bajada de ratios generalizada y homogénea. Según el sociólogo, una bajada de las ratios puede favorecer un mejor aprendizaje, pero “ puede ayudar todavía más si se aplica en momentos determinados del aprendizaje donde es más necesaria”.

Desde la Fundació Bofill se considera que la Conselleria de Educación de la Generalitat de Cataluña tiene que ofrecer “más recursos y más estabilidad” al profesorado “por una acción que se mantenga en el tiempo no como heroicidad, sino como forma de trabajar y de pensar”. Según Alegre, “el profesorado ha hecho una tarea muy loable” durante la pandemia, con carencias evidentes, y ahora “es necesario garantizar los recursos con más apoyo educativo”. En concreto, el jefe de programas pide que “haya bastante recursos para que los tutores y los orientadores tengan horas para hacer esta función muy básica de acompañamiento al proceso de aprendizaje y al proceso de vivencia socioemocional de los alumnos a primaria y secundaria”, para apoyar al alumnado y sus familias.

‘No quiero estudiar’ y ‘me llevo peor a clase’
Estas frases han estado habituales durante la pandemia y han evidenciado el deterioro del bienestar emocional de los estudiantes. Según el estudio publicado en Euskadi por la Fundación COTEC y EsadeEcPol, “el deterioro del bienestar socioemocional derivado de la pandemia está asociado de forma muy negativa y significativa tanto al nivel socioeconómico del estudiante como a su rendimiento previo”.

Por lo tanto, el perfil de alumno más afectado emocionalmente corresponde a un chico que estudia en un centro de titularidad pública, que pertenece a una familia de nivel socioeconómico bajo y que ya tenía un nivel de aprendizaje bajo en el centro. Mientras que la lengua familiar no tiene ninguna afectación en su bienestar emocional, sí que incide su origen, y es la población inmigrando la más deteriorada, según el estudio vasco.

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