Eduard Romeu acepta ser un hombre de paja de Laporta

Sigue en el cargo para publicitar Audax, aunque el presidente no cuenta con él ni se le consultan las decisiones económicas desde que José Elias y su aval tampoco importan

El vicepresidente económico del Barça, Eduard Romeu (foto), ha tenido que empezar a buscarse la vida, mediáticamente hablando, fuera del club, donde su papel actual se ha visto relegado a un triste rol contemplativo, de silencio y de comparsa desde que su aval dejó de ser esencial e innecesario para el sostén y legalidad de la junta de Joan Laporta.

El suyo, además, es un caso especial, porque fue nombrado vicepresidente del FC Barcelona hace un año, en virtud de un aval interpuesto por su jefe en la vida real, el empresario José Elías, propietario de Audax entre otras empresas, cuando las urgencias de la candidatura ganadora de Joan Laporta pusieron al presidente al borde de la repetición de elecciones.

En aquel momento, aunque ni la realidad ni el tiempo transcurrido ni los hechos posteriores hayan conseguido abrir los ojos al barcelonismo sobre la frivolidad, la improvisación y el oportunismo de Laporta, la presentación de los avales ya fue un aviso de que tras esa indiscutible victoria electoral no había ningún plan serio de gestión. Mucho menos solvencia ni recursos para cumplir con el primer mandamiento del presidente y de su junta, firmantes de un documento que les obligaba a presentar un aval de 147,5 millones antes de los diez días después del 7 de marzo de 2021.

Aquel momento fue clarificador para quien le había dado a Joan Laporta una cierta credibilidad sobre la seriedad económica y financiera de su gestión durante la campaña, el hoy conseller de Economía del Govern de la Generalitat, Jaume Giró. Fue cuando Laporta se quitó la careta de candidato y dejó ver al verdadero presidente y sus intenciones.

Giró renunció a los pocos días, cuando Laporta les comunicó a la mayoría de sus directivos que ni él ni unos cuantos más, su núcleo duro, no pensaban avalar. El resto, condicionado por la inversión que ya habían realizado para afrontar los gastos de campaña y porque no existe ningún antídoto para la vanidad insuperable que produce pisar el palco del Camp Nou, aguantó el chaparrón como pudo, mientras, por otro lado, Laporta subastaba literalmente los cargos libres de la junta a cambio de avales.

Por ejemplo, aunque José Elías había mantenido algún contacto preelectoral con Joan Laporta, la incompatibilidad de caracteres y, sobre todo, las ganas de mandar de uno y de otro, o de uno sobre el otro estaría mejor dicho, imposibilitaron cualquier negociación para su incorporación en el primer paquete directivo.

Sólo cuando Laporta se vio con el agua al cuello se abrió a negociar la presencia de Audax en la junta, pues el propio José Elías, tras designar a su socio y responsable financiero Eduard Romeu como vicepresidente económico del Barça y testaferro de sus intereses, calificó el nombramiento como “la mejor operación de publicidad y de marketing de la historia de Audax”.

Efectivamente, José Elías, socio del Barça sin la antigüedad ni la paciencia para formar parte de la directiva, y Eduard Romeu se han pasado más de medio año paseándose por los medios, más con la camiseta de Audax encima de la azulgrana. Un “tour” mediático que no ha impedido, sin embargo, que la empresa, sancionada por estafa por la Comisión Nacional de la Competencia y hundida bursátilmente como consecuencia de su estrategia especulativa y la crisis del precio mayorista de la electricidad, se encuentre en una situación francamente delicada.

Esta es la única razón por la que, una vez suprimidos los avales por decreto del Gobierno de Pedro Sánchez, tras la presión de PNV y Bildu, Eduard Romeu aún siga en la junta. Su jefe José Elías ya se desvinculó de su relación formal con el club dimitiendo hace unas semanas de la comisión de expertos del Espai Barça. Aunque en realidad no pintaba nada  ni se tenían en cuenta sus opiniones, quería aparentar la normalidad de esa convivencia absolutamente forzada y artificial.

Desde entonces, pese a los fuertes terremotos económicos, como la renuncia de Ferran Reverter, el frenazo al Espai Barça de Goldman Sachs, la controvertida y la cada vez más escuchimizada alianza con Spotity, la figura del vicepresidente Romeu ha sido la de alguien ausente y en total fuera de juego.

No se la ha visto prácticamente desde su triste participación en la desnutrida presentación del Forensic, donde fue un actor secundario y de relleno.

Para Joan Laporta ya es un cero a la izquierda, alguien del todo prescindible si no fuera por dos razones de cierto peso como, primeramente, que no lo puede cesar por la naturaleza de su cargo, electo e intocable en virtud de su ratificación social asamblearia. La segunda, como consecuencia de ese mismo estatus, radica en que no le conviene rebajarlo a simple vocal, o sea degradarlo de su cargo de vicepresidente de forma pública, provocando una situación desagradable e innecesaria.

Así, Eduard Romeu sigue siendo vicepresidente económico, aunque sólo a efectos de bendecir y aprobar sin rechistar todas aquellas decisiones que adopte quien ahora actúa como CEO y presidente a la vez, o sea Joan Laporta, en quien se concentra un poder absoluto que no se daba en el Barça desde que Josep Lluís Núñez gobernaba el club.

Con la diferencia de que Núñez demostró ser un empresario de éxito al margen del Barça, club al que convirtió en el mejor gestionado del mundo, capaz de fichar a Maradona, Ronaldo, Romario y Rivaldo sin despeinarse, prácticamente con los ahorros, mientras que Laporta ha necesitado siempre del Barça para sus negocios y ha batido como presidente todos los récords de pérdidas y de deuda del club de todos los tiempos.

Romeu fue de los más prudentes hace un año, cuando le preguntaron por la posibilidad de que el Real Madrid fichase a Mbappé y Haaland. Lógico, porque su aval de más de 30 millones era su prioridad. “Es posible porque el Real Madrid es un gran club y tiene un potencial y una fortaleza muy grande. Si hubiéramos hecho los deberes en los últimos años estaríamos en la misma situación. Florentino Pérez ha hecho una gestión del club que es para sacarse el sombrero. A nivel empresarial nadie va a descubrirle», decía.

Hoy, dando por perdido al delantero francés, cuando se le pregunta por Haaland repite el discurso de Laporta: “En el Barça no hay nada imposible, pero es muy difícil. Es uno de los cuatro o cinco jugadores más codiciados en el mercado mundial. Habrá clubes pretendientes en unas condiciones, unos por estar más saneados y otros porque juegan con unas reglas diferentes a nosotros, que tienen unos privilegios que les permitirían hacerlo más fácil. No me corresponde a mí, pero estamos hablando de unas cifras que en estos momentos se nos escapan». Es lo que acaba de manifestar después de acompañar a los primeros refugiados procedentes de Ucrania en una acción liderada por Open Arms, Sor Lucía Caram o DKV entre otros.

Hubiera sido más lógico verle en una acción similar de la Fundació Barça, pero ésta aún no sabe cómo actuar ni con qué recursos. Además, Sor Lucía Caram fue invitada a salir del patronato y en cuanto a Eduard Romeu parece que está más fuera que dentro.

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