Goldman Sachs no quiere financiar el nuevo Palau Blaugrana

No ve factible el plan de negocio ni la recuperación de los 420 millones de inversión necesarios. Su demolición es inevitable y las secciones correrían riesgo de desaparecer.

La directiva azulgrana ha reconocido que, con mucha suerte y buena voluntad, el préstamo de Goldman Sachs para la construcción del Espai Barça no se firmará hasta el mes de junio, una especulación que, en cualquier caso, se barajaba en los tiempos todavía felices en los que Ferran Reverter mandaba en los asuntos económicos y financieros. A la vuelta de reunirse en Miami con expertos de Goldman Sachs y posibles inversores en el que fue su último acto de servicio al club, Reverter ya regresó con malas noticias debajo del brazo, no del todo pésimas, aunque sí determinantes y clarificadoras de los problemas de nuevo orden a los que se enfrenta el club desde el punto de vista de sus planes desarrollo y explotación patrimonial.

Además de ese retraso, que ahora puede ampliarse a después del verano, distintas fuentes confirman que Goldman Sachs no tiene la menor intención de incluir en ese paquete los 420 millones del Palau Blaugrana. 

La financiera americana considera que el nuevo estadio azulgrana posee suficientes posibilidades de explotación como para garantizar que los beneficios de su uso durante los 365 días del año servirán para reingresar el coste de las obras y la devolución del préstamo en las condiciones que, más tarde o más temprano, se puedan negociar y cerrar.

Esos 420 millones del Palau se requieren para la necesaria inversión en una parcela, donde antes se levantaba el Miniestadi, que ha de albergar un pabellón para 15.000 espectadores, un segundo pabellón para 2.000 aficionados, una nueva Pista de Hielo y las instalaciones centrales de la Barça Academy. 

También se contempla en el subsuelo ese parking especialmente amplio y gigantesco para los autocares de las “penyes” en los días de partido y, para el resto de la semana, el uso de su enorme capacidad para admitir a diario hasta un total de 200 autocares como se han llegado a registrar en los días de verano de más afluencia de visitantes. Los planes arquitectónicos prevén la total desaparición de plazas de aparcamiento en superficie.

Si Goldman Sachs, como parece, no considera esa parte de la obra dentro del gran bloque Espai Barça, la directiva azulgrana se enfrenta a un problema de difícil y compleja solución, pues las cuatro secciones profesionales que cohabitan en el Palau verían seriamente comprometida su supervivencia.

Quizás menos el baloncesto, que podría plantearse la hipótesis de un traslado al Palau Sant Jordi, una instalación con la capacidad y acondicionamiento idóneos para los partidos de la Euroliga. Como es notorio, sabido y recurrente la sección de basket azulgrana sigue jugando de prestado y de favor en el Palau Blaugrana gracias a que la propia Euroliga se lo permite, no obstante ser el único club que, desde hace años, no cumple con las exigencias y parámetros de la primera competición europea.

El resto de las secciones -balonmano, futbol sala y hockey patines- perderían su única razón de ser y de existir si se quedan sin Palau Blaugrana, una realidad a la que están condenados todos esos equipos, pues la reforma del Camp Nou obliga a avanzar de tal modo los límites de la Tribuna Principal que, para su construcción, se hace inevitable la demolición del viejo Palau Blagrana.

A decir verdad, ese horizonte no le preocupa demasiado, por no decir en absoluto, al actual presidente, Joan Laporta, que nunca ha sentido por las secciones polideportivas demasiada estima. 

Ya fue criticado en su primer mandato por castigarlas e ignorarlas, pues siempre consideró que ese había sido un territorio Núñez históricamente, en el que no era demasiado bien recibido.

Ahora en su regreso no ha dejado de protagonizar alguna que otra evidencia de ese desapego. El más claro y significativo, su destacada ausencia en la final de la Copa del Rey de baloncesto esta temporada, brillantemente conquistada por el equipo de dirige Sarunas Jasikevicius. 

El equipo, sin su presidente en un palco donde sí estaba el del Real Madrid, el otro finalista, no dio la menor señal de descontento ni de lamento por esa indiscutible desatención institucional. Al contrario, exhibió una actitud de compromiso con el club y de agradecimiento con la grada del Palau absolutamente impecables y de amor a los colores azulgrana, una respuesta muy independiente respecto de la junta directiva. 

Por decirlo de otro modo, el baloncesto fue la sección que menos se atrevió a tocar Laporta cuando llegó hace un año, la que menos le hace la ‘pelota’ al presidente y la que en todo momento, ni con Bartomeu ni con su sustituto, más y mejor asume su papel de  los colores azulgrana por y para la afición.

En definitiva, el Palau tiene fecha de caducidad si avanza como debe el Espai Barça y se confirma que Goldman Sachs no ve claro su plan de negocio para esta instalación indoor y polivalente. 

Una situación que se explica porque estas instalaciones, tipo ‘Arena’, forman parte de un gran circuito internacional de sedes de eventos, conciertos y grandes espectáculos con un magnífico rendimiento económico. El problema del Palau Blaugrana es que, a diferencia muchos otros equipamientos parecidos, la obligación de uso para sus cuatro equipos profesionales es del todo incompatible con una explotación para usos no deportivos. 

Las empresas interesadas necesitan disponer de su propio calendario y de absoluta preferencia a la hora de planificar sus acontecimientos. Con cuatro equipos de disciplinas profesionales como las del FC Barcelona sucede lo contrario, que sólo es posible alquilar el Palau de forma muy excepcional para actos no específicamente deportivos, mientras que por la naturaleza y estructura social del club las cuatro secciones son, desde el punto de vista presupuestario, del todo deficitarias. Imposible, por tanto, amortizar un nuevo Palau con los ingresos de explotación del aforo.

Por desgracia para el FC Barcelona y también para la ciudad, si no existe un plan definido y una inversión asegurada para el nuevo Palau Blaugrana no será posible utilizar ese espacio para los JJ.OO. de Invierno 2030, en el caso de que la candidatura Pirineus 2030 salga elegida. 

La previsión del COE es poder lucir y ofrecer al mundo buena parte de los deportes de hielo desde Barcelona y particularmente, si el nuevo Palau ha sido inaugurado, desde la nueva joya del Espai Barça, algo que, de momento, corre un serio peligro.

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