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Laporta cierra el peor contrato de patrocinio de los grandes clubs europeos

El máximo surrealismo de la no menos histriónica y rocambolesca previa del acuerdo del FC Barcelona con Spotify lo protagonizó TV3 la noche del martes cuando intentó convencer a la audiencia de que el nuevo contrato publicitario de la camiseta azulgrana, a partir de la temporada 2022-23, suponía un récord mundial sin precedentes, pasando a encabezar el liderato de la mejor pagada del mundo por 70 millones.

El director del espacio ‘Onze’, Xavi Valls, afirmó que se trataba del contrato top continental superando al propio Real Madrid, un comentario acompañado de un cuadro a modo de ranking en el que figuraba el Barça en primer lugar (70 millones), el Real Madrid (70 millones) en segundo lugar, Manchester City (68 millones) tercero, Manchester United (58 millones) cuarto y Liverpool (53 millones) quinto.

De récord fue el ridículo y el fallido y rastrero intento de la televisión pública en engañar a los espectadores, pues los primeros en protestar y negarlo fueron los periodistas invitados al programa, avergonzados incluso pese a su ‘laportismo’ confeso y declarado, por la comedia embustera y patética de un programa que, desde luego, sí que ocupa la primera plaza de ese periodismo al servicio no del club sino de un presidente cuyas decisiones y acciones han de ser loadas y elevadas a la mitificación aunque sea, como en este caso, en un contexto grotesco y risible y sobre todo conscientemente falso.

Un episodio que en una televisión seria causaría el despido inmediato de su responsable, Xavi Valls, quien, además, admitió que entre los 70 millones del Barça y del Real Madrid, los 70 millones que pagaba Fly Emirates eran íntegramente por la camiseta blanca, mientras que en los 70 millones del Barça se incluía la camiseta del primer equipo, del Femení, de la ropa de entrenamiento y del naming rights del Camp Nou. Un ridículo insuperable.

Más allá de esa respuesta mediática puntual, el resto de la prensa ha tendido igualmente a adornar un acuerdo que, por razones obvias, no llega ni de lejos a las primeras posiciones del mercado por los diferentes motivos y circunstancias que, sobre todo, tienen ver con la pésima gestión estratégica comercial de Joan Laporta, a quien se le atribuye la plena responsabilidad de una laxitud extrema en activar el relevo de Rakuten y de Beko.

Laporta se ha visto atrapado en su propio juego, nunca ha controlado el ‘tempo’ de una necesidad tan importante, dando por hecho que con su regreso a la presidencia los patrocinadores harían cola para participar en una gran subasta por los activos ahora puestos en juego.

Antes de la pandemia, Rakuten pagaba por la camiseta del primer equipo, 55 millones fijos más 6 millones por variables, pudiendo llegar a los 61 millones. Beko pagaba 19 millones por la manga del primer equipo y por la camiseta de entrenamiento. Stanley pagaba 3,5 millones por el frontal de la camiseta del Femení. El total era un fijo de 77,5 millones y posibles 6 millones más en variables (83,5 millones).

Por los tittle rights hubo ofertas que no fueron aceptadas de 20 millones por temporada. De haberse firmado por 20 millones, los ingresos equiparables al acuerdo con Spotify habrían ascendido a 99,5 millones mínimo y a un máximo de 103,5 millones.

A la rebaja que tanto Rakuten como Beko plantearon por causa de la pandemia, Laporta replicó que si él ganaba las elecciones y con la vuelta a la normalidad, el Barça tendría la camiseta mejor pagada del fútbol mundial.

Hoy, aunque las cifras están sujetas a un acuerdo de confidencialidad, ha trascendido que por todos los conceptos la plataforma sueca de streaming musical abonará 67,5 millones que tampoco no entrarán netos en la contabilidad del club, pues faltará descontar la comisión del intermediario inglés que ha facilitado el acuerdo final, no menor de 1,5 millones.

Con  el factor añadido de que Spotify será el propietario de los naming rigths del estadio, que pasará a denominarse Spotify Camp Nou a partir del 1 de julio próximo. En su conjunto una negociación inequívocamente a la baja respecto del valor del Barça de hace dos años.

Cuando Joan Laporta se aposenta de nuevo en el palco, hace un año, él mismo niega la pandemia y sus efectos para no reconocer su impacto en las cuentas del ejercicio y atribuir el máximo descenso de ingresos a la anterior junta. Al contrario, prefiere justificar las pérdidas por la mala gestión de Josep Maria Bartomeu y cerrar los ojos a una realidad que, con el paso del tiempo, se la ha echado encima de mala manera.

Los patrocinadores no sólo no se han peleado entre sí por el Barça. Al contrario, Laporta cometió primeramente el error de cálculo de no suponer que darle la patada a Messi tendría consecuencias. Cierto que rebajó la masa salarial en 135 millones, aunque Leo aceptaba quedarse por 60 millones, pero el rendimiento deportivo del equipo se derrumbó, hubo que gastar más de 20 millones en el cambio de entrenador y más de 100 en fichajes en el mercado de invierno, además de dejar de ingresar más de 25 millones por la eliminación precoz en la Champions, eso además de caer en la Copa y en la Supercopa de España y estar prácticamente sin opciones en la Liga a la espera de un milagro.

También en el área comercial el efecto ha sido parecido, pues las marcas interesadas dejaron de estarlo, hasta el extremo de que Laporta no pudo cumplir con el calendario de Nike para poder producir las camisetas de la temporada 2022-23 con el nuevo patrocinador frontal estampado correctamente. De hecho, la camiseta con Spotify solo se podrá vender en las tiendas oficiales del club y no en la red mundial de las tiendas Nike y del resto de su estructura habitual de venta en todo el mundo.

Cuando finalmente apareció Spotify, que llegó por la vía de una intermediación del empresario inglés Darren Dein, Laporta volvió a errar el tiro, generando unas expectativas que el patrocinador ha interpretado astutamente como lo que suponían en verdad, una urgencia y la desesperación de un presidente atrapado por el cierre del actual ejercicio con pérdidas de 100 millones y una perspectiva parecida para el siguiente.

Al borde del abismo, Laporta ha vendido el alma del club a Spotify, que además puede revender ese activo al tercer año del acuerdo en condiciones muy ventajosas para la marca sueca.

A la peligrosa obsesión de un presidente como Joan Laporta, que ya ha demostrado una histórica y proverbial incapacidad para la gestión, en el Barça (2003-10) y en el Reus, se ha unido ahora su intención de convertirse en un mago de las finanzas, liderando unas negociaciones que, en la fase decisiva, ya provocaron la renuncia del CEO Ferran Reverter. Estaba en total desacuerdo con la estrategia y las condiciones de un convenio que consideraba del todo mejorables.

Es la misma sensación que ahora mismo transmiten las cifras más fiables y también ese acto de fe que se pedirá hagan los socios del Barça el próximo día 3 de abril en la asamblea telemática, donde se someterá a su aprobación, sin especificar las cantidades ni el verdadero alcance del acuerdo con Spotify.

Es de suponer que TV3, una vez más, liderará el aparato propagandístico que se pondrá en marcha desde el club para convencer a los socios de que nunca una directiva del Barça había propuesto un acuerdo tan extraordinario, insuperable, ni con tanta información y trasparencia.

Siendo en formato telemático, precisamente ahora cuando ya es posible celebrar la asamblea presencial sin limitaciones, lo único seguro es que la propuesta saldrá adelante por una mayoría abrumadora.

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