Laporta le quiere cerrar el grifo de la Fundació a UNICEF

La temporada pasada ya le dio 1,1 millón menos de lo que percibía en el anterior convenio y para la actual espera cerrar un acuerdo de colaboración sin contraprestación económica

La Fundació Barça se prepara para realizar recortes presupuestarios que tendrán un impacto directo en UNICEF, que podría quedarse sin un solo euro esta temporada o ver reducida extraordinariamente una subvención que la anterior directiva había fijado en unos dos millones anuales. A lo largo de los años, desde que se suscribió el acuerdo con el organismo internacional en 2006, el club azulgrana había ido aumentando la subvención directa hasta prácticamente doblar la inicial.

La situación económica actual de la Fundació Barça, que ahora gobierna de nuevo la prima del presidente Laporta, Marta Segú (foto), sigue dependiendo de los ingresos operativos heredados de la etapa anterior, básicamente asociados al 0.7% de los ingresos de club y al 1% de la masa salarial deportiva para su funcionamiento y estructura, junto a otras donaciones y convenios con diferentes patrocinadores.

Resulta obvio que estos porcentajes se aplican hoy a bases de cálculo por debajo de los alcanzados en otros ejercicios donde la aportación de los profesionales del club había superado los tres millones y el 0,7% se había situado por encima de los seis millones.

Al margen de esta situación, que desde luego influye en la decisión de rebajar o anular la subvención suscrita en el convenio con UNICEF, la filosofía de Marta Segú pasa por un cambio estratégico que la dejaría en fuera de juego, un duro golpe para sus expectativas, ya que el último convenio la dotaba de un porcentaje elevado destinado a estructura y menos a programas concretos con anterioridad al firmado en 2016.

Bajo la presidencia de Sandro Rosell y Josep Cortada como director de la Fundació, el acuerdo se afinó a instancias del club en una doble dirección. Primeramente, eliminando el destino asistencial que se le daba a la subvención, como construir pozos de agua en Suazilandia, pues se daba el caso, como también en los XICS promovidos por la propia Marta Segú, que cuando el presidente visitaba en persona estas actuaciones, el coste del viaje superaba la propia inversión. 

A instancias de la directiva, el dinero se invirtió en programas con sentido en la formación en valores a través del fútbol. Por otro lado, también se recortó el porcentaje que UNICEF destinaba a su propia administración.

No obstante, a partir de que el vicepresidente Jordi Cardoner se puso al frente de la Fundació y fichó a Maria Valles como directora, se volvió al modelo anterior a base de gastar dinero, demasiado, en actos y celebraciones caras e inútiles para que Cardoner pudiera fotografiarse con la plana mayor de UNICEF de España y de Europa, además de financiar visitas evitables e innecesarias a su sede central en Nueva York. 

Aunque hubo un aumento de la donación, hasta casi dos millones, a la hora de la verdad se dedicó menos dinero, proporcionalmente, a los beneficiarios directos, niños y niñas en situación de vulnerabilidad.

Los planes de Marta Segú van por otro camino, de momento rebajar la donación contractual con UNICEF sin que eso suponga, al menos de momento, eliminar el logo del dorso de la camiseta de juego del primer equipo.  En el nuevo formato de la Fundació Barça lo que no hay, de momento, es ningún plan estratégico más allá de haber contratado un programa a Eduvic a condición de contratar al hijo de Marta Segú y, según se ha anunciado, pagar los sofisticados y también caros programas de Ensayos Controlados Aleatorios (RCT), una herramienta creada por los economistas Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer que en 2019 les supuso el premio Nobel de Economía. 

Su función es la de la evaluar las acciones humanitarias y las políticas de cooperación y desarrollo en tiempo real con el objetivo de mejorar su impacto.  Así lo anunció el primer responsable hoy de la Fundació, Xavier Sala-i-Martin, como el gran salto pendiente y necesario de la Fundació.

Sólo cabe interpretar que, en esta dirección, Marta Segú volverá al modelo de cooperación y asistencia en proyectos ajenos al deporte y al fútbol, básicamente porque no le ha interesado nunca, ni forma parte de su ámbito profesional. Unos proyectos que, si es posible, se desarrollarán en lugares alejados de Barcelona, a salvo de miradas indiscretas ni preguntas. 

La Fundació Barça ha visto reducido sus ingresos de 11,6 millones en el ejercicio 2019-20  a los 9 millones el 2020-21, rebajando en un millón sus aportación a diferentes alianzas y otro millón a los proyectos propios. De acuerdo a la memoria auditada en esta última temporada, UNICEF recibió 800.000 euros, mientras que se donó 1,4 millones a la Agrupació Barça Jugadors y 700.000 euros a la Fundación Leo Messi. Respecto al ejercicio 2019-20 UNICEF, había recibido 1,9 millones, lo que significa que recibió 1,1 millón menos.

En principio, el acuerdo con UNICEF concluía el 2020, aunque ambas partes expresaron su voluntad de mantener la colaboración en las condiciones más parecidas al convenio vencido. Cuando se recuperaron las conversaciones para formalizar un nuevo acuerdo, la explosión de la pandemia demoró las negociaciones que, inicialmente, tenían el propósito de consolidar una relación que ya ha cumplido 16 años. 

Sería muy extraño que los estrechos lazos de esta larga etapa de colaboración se rompieran, sobre todo teniendo en cuenta que el propio Joan Laporta, incluido en el saco sin fondo de las promesas de su campaña electoral, había soñado que el club remontaba económicamente tras su llegada a la presidencia, que eso era coser y cantar con su experiencia, dijo, y que de nuevo el primer equipo podría volver a llevar el logo de UNICEF en el frontal de la camiseta. 

Eso no es más que otra misión imposible, una fanfarronada electoral propia de quien llegó a la presidencia sin un plan, ni deportivo ni económico, más allá de concentrarse y recuperar su despacho en el Camp Nou como centro de operaciones para sus propios intereses, negocios y sobre todo como agencia de colocación para esa rémora de personajes y de personal que ha ido engordando la nómina  en los últimos meses.

La Fundació Barça, en la que ciertamente Laporta pone poco o ningún interés, queda de momento en las manos de su prima, Marta Segú, que también la utiliza, como en la etapa anterior, para reforzar su currículo profesional y garantizarse una buena salida cuando tarde o temprano se acabe esta aventura. 

Pero está ahí también, preparada, para protagonizar un papel muy especial dentro de un plan de entrada de inversores y le toque asumir la propiedad y la custodia del patrimonio del club a medida que avance esta inevitable trasformación en SA. Un camino que no ha hecho más que empezar.

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