La primera crisis de la Cataluña independiente

Imaginémonos por un momento que, después del 1 de octubre de 2017, Cataluña se hubiera convertido en un país plenamente independiente, que aquella independencia que proclamó el entonces presidente catalán Carles Puigdemont no la suspendiera 56 segundos después. E imaginémonos también, eso ya es mucho imaginar, que Europa y la comunidad internacional lo hubieran bendecido y España se hubiera avenido. Imaginémonos, por otra parte, que las conversaciones con Rusia (esto es real) hubieran fructificado y el país de Vladimir Putin hubiera sido el primero en reconocernos como independientes. ¿Se lo imaginan? Pues añadir sólo que ahora estaríamos en crisis, probablemente la primera gran crisis internacional de la república catalana.

Ante la guerra de Ucrania, la Cataluña independiente integrada a la Unión Europea debería elegir ahora entre traicionar a los socios europeos o al aliado ruso. Y, desengañémonos, Putin no hace favores gratis. Su hipotético apoyo a los anhelos independentistas catalanes en ningún caso hubiera salido de gorra y el peligroso encamamiento tendría consecuencias.

Sea como sea, ni Catalunya es independiente, ni Europa lo permitió, ni España lo aceptó, ni los rusos lo reconocieron. Ya podemos despertar. La Catalunya real lo tuvo muy claro, se alineó sin pestañear con las tesis europeas y de los Estados Unidos contra la invasión rusa. Lo ha hecho el presidente Pere Aragonès, el líder republicano en la sombra, Oriol Junqueras -no sin ahorrarnos sus circunloquios habituales, aderezados esta vez con arriesgados símiles-, y también la presidenta del Parlament, Laura Borràs, y la consellera de Acció Exterior, Victoria Alsina, ambas últimas de Junts. Incluso Puigdemont ha repudiado a sus amistades peligrosas -recordemos que The New York Times vinculó negociaciones con el gobierno ruso de personas del entorno del expresidente, como el jefe de su oficina Josep Lluís Alay-. Pero ahora estamos todos del lado de Ucrania, sin fisuras o de escasa trascendencia -la CUP siempre ha comido aparte…-; una unidad impropia de nuestro talante desgarbado. Y lo han hecho sin ponderar aspectos como la defensa de la autodeterminación de las regiones de Donetsk y Lugansk. Echo de menos, sólo -entiéndase la ironía-, un pronunciamiento claro por parte del recién nacido ministerio de exteriores libre del Consejo de la República…

Abro paréntesis antes de terminar: (Borrelladas al margen, llama la atención que en esta repentina guerra quien está resultando más solvente y serio del panorama internacional sea precisamente un cómic (de profesión), el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky. Aquel quien, en el su día, después de ganar las elecciones de su país, exclamara: “Miradnos, todo es posible”. Pues eso).

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