Ucrania, Cataluña y don Oriol Junqueras

Aquí os espero / y allí es donde mi dirijo / y donde nos encontraremos. / La nuestra es la nación en la que aún palpitan rastros de humanidad, / en la que estremece una caricia, / alumbra una mirada / e inquieta la ausencia. / La nuestra es una nación / en la que vivir, / solo vivir y nada menos que vivir, / es tributo más que suficiente.

(Ricardo Rodríguez del Río, “Convocatoria”)

 

Tomo pie en un artículo de Joaquim Coll: “En Ucrania, ¿igual que en Cataluña?”.

El pasado viernes 25 de febrero se reunieron en Barcelona las ejecutivas de EH Bildu y ERC encabezadas por Otegi y Junqueras. Al ser preguntado en rueda de prensa por la invasión, don Oriol soltó lo siguiente: «Ucrania estaría encantada de sentarse en una mesa de negociación, pero si no se produce es porque hay una agresión exterior por parte de un Estado que quiere imponerse y que está condicionado por sus tentaciones totalitarias. Pues en nuestro caso, tres cuartos de lo mismo«. Añadió Junqueras: el «autoritarismo y la corrupción» de Putin son similares a los de algunos partidos españoles (para don Oriol, partidos no catalanes; para la corrupción en .Cat vean el libro de Joaquim Bosch sobre la patria y la cartera) (En otras ocasiones  dirigentes nacional-secesionistas han comparado, sin que se les cayera la cara de vergüenza, la situación de las poblaciones del Donbass bajo el régimen de Kiev con la situación de “Cataluña bajo el dominio del Estado español”).

Sin entrar en otras consideraciones del artículo (tengo ahí algunas discrepancias), Coll tiene mucha razón cuando sostiene que la comparación “es de una indecencia moral enorme y muestra la hispanofobia profunda del personaje y en general de la mayor parte del separatismo”. Que desde Junts o la CUP, los más radicales (aunque no son propiamente radicales) del mundo nacionalista, se utilicen este tipo de paralelismos es lamentable “pero que lo haga Junqueras en nombre de ERC” pone de manifiesto un malentendido que recorre, que sigue recorriendo la política española: “creer que hay moderados en el separatismo. Una cosa es que los republicanos ahora mismo sean pragmáticos, realistas, y otra que no miren a España desde un odio profundo y no sueñen con lo mismo que los otros [la cursiva es mía].” En la diana también, aunque más que la política española, lo que la confusión recorre son las concepciones, las convicciones y las aproximaciones de los partidos españoles de izquierda (izquierda en sentido amplio o amplísimo).

Ahondemos algo más en esas declaraciones de don Oriol. ¿Qué pensar de un dirigente que, en circunstancias ciertamente trágicas, hace unas declaraciones así sabiendo como sabe, es historiador, la falsedad profunda de la comparación? ¿Un lapsus, un mal momento, un extravío? ¿Qué podemos inferir?

Pues que sigue rigiendo en la lucha política en .Cat el todo vale, que sigue en el puesto de mando y en perfecto estado de revista una ideología hispanofóbica (cuenten el cuento que quieran contar) que ha calado (profundamente, han trabajado intensamente para conseguirlo) en amplios sectores de la ciudadanía de .Cat (yo mismo he sido ejemplo de ello: durante casi 50 años me he negado, por convicción ideológica, a pronunciar el nombre España), una hispanofobia transmitida no solo desde el nacionalismo .Cat sino -es quizá lo más grave, lo que más duele- desde  colectivos y organizaciones de izquierda, mensaje con profunda penetración (se vive como si fuera “natural”, como si se tratara del movimiento rotacional de la Tierra, por ejemplo) en las familias de clase media catalanoparlantes.

Esa una razón y, otra más, hablando más en general, es que a las “grandes figuras” del nacionalismo .Cat (con algunas poca excepciones) les importa una nariz la irresponsabilidad e irracionalismo de sus declaraciones si con ellas siguen abonando (y des-educando) el marco conceptual de sus fieles, si con ellas abonan la distancia, la separación Cataluña-España, al tiempo que sigue calando, como lluvia fina, la falsa idea de que no podemos entendernos, de que España no puede entender al verdadero pueblo de Cataluña, que los charnegos somos españoles infiltrados y que la única solución posible es la creación de un nuevo muro-Estado que, por las buenas o por las no tan buenas, “catalanice” profundamente a la sociedad. Su programa de máximos y de mínimos.

Que todo ello se haga, además, con un tema de tantas caras como el que estamos viviendo, donde cualquier aproximación simplista es pueril e irresponsable, es una nueva ilustración del irracionalismo de la ideología (inalterable por el momento) del nacional-secesionismo: el procés ha fracasado pero el procesismo sigue dale que dale.

Mientras tanto, VOX, una fuerza política que hace cinco años obtenía menos del 1% de votos, se sitúa ahora entre el 18 y el 19% (por el momento). ¿Alguna relación entre lo que les he contado y la más que peligrosa pujanza de la ultraderecha en España?

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