Joan Laporta ya empieza a liquidar los que le hacen sombra

Con el adiós de Ferran Reverter pretende, como hizo en el anterior mandato, blindar la dirección del club solo con personas absolutamente leales

Es cuestión de tiempo que Joan Laporta acabe igual que en 2010, rodeado de un núcleo duro reducido, escaso, pretoriano y de perfil muy bajo por la sencilla razón que, como Calígula en la antigua Roma, ni siquiera los que creen estar dentro de este círculo personal pueden sentirse del todo a salvo. La trayectoria de Laporta, a pesar de que hay quien se sorprende de que el CEO salga corriendo, está llena no solo de deserciones y abandonos, sino también de despidos y de lo que ahora se denomina mobbing.

Laporta se ha especializado, hasta dominarlo, en un mecanismo de supervivencia que consiste, primero, a llenar el barco con la tripulación necesaria para ganar la primera regata. Después, una vez atravesada la meta, empezar a soltar lastre. Unos saltan por la borda, asustados, y otras son empujados al mar, directamente, mientras el resto, a la vista del zafarrancho e incapaces de amotinarse, bajan cuando tocan puerto.

La lista de expulsados, por la vía que sea, es inacabable: Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu, Javier Faus, Jordi Monés, Jordi Moix, Agustí Benedito, Ferran Soriano, Ana XicoyEvarist Arrayán, Marc Ingla, Jaume Giró y un largo etcétera de compañeros de viaje, ejecutivos y personal a los cuales ha despedido a lo largo de los años; eso sí, después de haberles prometido y jurado fidelidad, admiración y que les quería por siempre jamás a su lado. Ninguna señal es peor que el abrazo y el halago del presidente, sobre todo en público, por saber si alguien de su entorno está condenado y tiene los días contados.

Laporta, como en 2003, ganó las elecciones de 2021 y superó la crisis de los avales usando como siempre su presunto carisma, sus promesas, su habilidad para la falsedad, tanto como su simpatía y esta seducción en la distancia corta con la cual embauca al personal. Hizo lo mismo en la política, ámbito en el cual secuestró el autobús de otros a quien, inequívocamente, traicionó y dejó tirados cuando obtuvo su escaño.

Es normal, por lo tanto, que los altos cargos con los cuales llegó escoltado al club, pronto hará un año, sobre todo delante de la alta dirección y comercial, hayan elegido huir una vez han conocido de cerca lo que es y lo que representa Joan Laporta. Las deserciones, voluntarias o forzadas, han sido una constante de este viaje alucinante al centro del entorno barcelonista en el cual, sea dicho de paso, se siente cómodo y muy a gusto con la tarea del exterminio selectivo que necesita su ecosistema.

Ferran Reverter, como el resto de quienes en un momento u otro han tenido que abandonar el barco, intentará salir con elegancia, sin más ruido del necesario, pero, sobre todo, sin denuncias ni portazos, por la sencilla razón que ya es cómplice, tanto el CEO como el resto de la administración interna azulgrana, de las variadas decisiones y operaciones ordenadas por Joan Laporta, que están tan al lado del próximo forensic que habrá que hacer.

Por eso, quien se aleja del centro del universo laportista lo hace bajo el común denominador de la discreción y el silencio mediático. Si se llevan una indemnización, la despedida es igualmente agridulce, aunque acompañado de un generoso recuerdo y alguna cláusula de confidencialidad, además del abrazo, el halago y la traición.

La salida de José Elías por la puerta falsa anticipa la de Eduard Romeu
Al poco de saberse la salida de Ferran Reverter, se ha escenificado el adiós de José Elías, esto suponiendo que el empresario de Audax haya estado alguna vez adentro. Es un caso paradigmático de este “usar y tirar” tan propio de Joan Laporta, puesto que inicialmente no contaba con él para su junta. Por falta de aval y de recursos no tuvo más remedio que ponerle a Elías una silla en la lonja y otra para su testaferro a la junta, Eduard Romeu, alto cargo de Audax, como vicepresidente económico para velar por este aval.

Para justificar la presencia del empresario badalonés, fue incluido en una comisión de broma sobre el Espai Barça con unos cuántos de estos bobalicones y amiguitos a quién Laporta les regala entradas para cada partido y algún viaje para mantener su condición de palmeros, personajes sin voz ni opinión. Si Elías se va es porque Eduard Romeu será el siguiente.

Reverter deja colgados a sus dos recomendados
Reverter aterrizó, como es normal, con dos personas de confianza que, como él, procedían de un pasado en Mediamarkt. Para el trabajo sobre el terreno contrató a Gemma Pons, para las cuestiones administrativas de apoyo al CEO. En la directiva entró Josep Maria Albert, que en su momento había sido director general de compras de Mediamarkt Iberia, y fue nombrado vocal adjunto al CEO.

Habrá que ver de qué lado caen, porque Laporta también es especialista en el tráfico de almas de un bando a otro. Lo que está claro es que si el presidente no le explicaba cosas al CEO, a sus directivos de relleno como estos les ignora sistemáticamente.

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