«La derecha y la extrema derecha política se han quitado la careta»

Entrevista a Juan José Tamayo

Juan José Tamayo

Teólogo de la liberación, estrechamente vinculado al movimiento en América Latina. Secretario General de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIIII, y miembro del Foro mundial de Teología y Liberación. Catedrático emérito de Teología y Ciencia de las Religiones, de la Universidad Carlos III, de Madrid. Muy implicado en las causas por la igualdad, ha publicado, 75 libros, tantos como años tiene. Entre ellos, recientemente, «La internacional del odio» (Icaria).

 

¿Qué es la Internacional del odio?

Es la alianza entre la extrema derecha política y las organizaciones cristianas integristas. Internacional porque recorre todos los países de dos continentes, con diferentes modulaciones. En este momento, su epicentro se sitúa en Brasil, donde gobierna la extrema derecha de Dios, encarnada por Bolsonaro, y se extiende por los EE.UU., donde está perfectamente representada por la alianza entre el “Trumpismo” y los evangélicos fundamentalistas. En América Latina, de manera muy preocupante, en cuestión de diez años, se ha pasado de la Teología de la Liberación, al cristo-neofascismo. Y a escala política, de gobiernos progresistas, a gobiernos conservadores, muy vinculados y sometidos a las iglesias fundamentalistas, y al imperio de los EE.UU.

¿Quién o quiénes participan desde Europa de este espacio?

En Europa, el cristo-neofascismo se expresa a través de la alianza entre partidos políticos de la extrema derecha homófoba, misógina, anti-emigración… y las organizaciones que, en el caso de España, se posicionan en unos planteamientos claramente franquistas y contrarios al feminismo, la ideología de género, al matrimonio igualitario, la homosexualidad, el cambio climático… Organizaciones como Hazte Oír, Germinas Germinabit, Asociación de Abogados Católicos, El Yunque…, que forman una alianza, y se intercambian la representación política y religiosa. Ya no son ni neocóns ni teocóns, sino ultra-neofascistas.

¿Por qué entre los enemigos jurados de esta Internacional no se cita a los comunistas, que durante un tiempo han sido la representación más genuina del diablo?

En la medida en que el comunismo, dentro de los parámetros democráticos, adquiere fuerza, tiene influencia, cuenta con apoyo social importante y, sobre todo, accede a los gobiernos, vuelve a despertar el fantasma, aquel del Manifiesto Comunista. Mientras el comunismo no tiene presencia pública, se queda reducido a una teoría política, la verdad es que no incomoda. Pero cuando el comunismo, democrático, respetuoso del pluralismo político, cobra fuerza, tiene representación parlamentaria, y está presente en el Gobierno, como sucede actualmente en España, resurgen las fobias, y los rugidos de la derecha y la extrema derecha contra el comunismo. Recurren para desacreditarlo a una construcción ideológica que no responde para nada a nuestro tiempo. Algo enlatado, ortodoxo, referido al este europeo que ya no existe.

¿En ese vínculo entre religión y política, quien influye más en quién?

Ahí se produce una retroalimentación, que se aprecia claramente desde el triunfo de Ronald Reagan. Hay que aclarar que la identidad de los EE.UU. está muy vinculada con el protestantismo, que está jugando un papel muy importante en el ámbito político, económico, cultural…, con sus elementos positivos, y también negativos. Todo lo que tiene que ver con un protestantismo más puritano. A partir de los años 80, se produce esta alianza que se retroalimenta entre la “Moral Majority” (que tuvo el apoyo de los telepredicadores, que construyeron lo que se llamó la Iglesia Electrónica) y Ronald Reagan, que les reconoció una serie de privilegios como, por ejemplo, la vuelta de la oración a la Escuela, la lectura de la Biblia o la supresión de avances, como la interrupción voluntaria del embarazo. Esa alianza entre los evangélicos fundamentalistas, que son en este momento como una tercera parte de la población de los EE.UU. y el partido Republicano, propició gobiernos conservadores durante 12 años. Cosa que se prolongó otros 8 años más con Bush hijo. De 2016 a 2020, Trump, que era totalmente ajeno al ámbito religioso, también contó con el apoyo de Dolan, cardenal arzobispo de Nueva York y el movimiento integrista. El 1 de enero de 2010, se creó en Miami “Evangélicos por Trump”, una plataforma de apoyo explícito al Trumpismo. Todo lo cual se traduce en apoyos a posiciones ultraliberales en economía, conservadoras en política, y puritanas en cuestiones de ética.

¿Qué papel juega en todo esto el catolicismo?

Yendo por continentes, el catolicismo en EE.UU. nunca fue demasiado progresista, pero durante algún tiempo se posicionó en favor de los candidatos demócratas. Hubo una tendencia que estuvo más en sintonía con esos planteamientos más progresistas, pero posteriormente, la jerarquía y el sector de base practicante han retrocedido hacia posiciones más legitimadoras de los republicanos. En América Latina el giro ha sido espectacular. Buena parte del éxito de los dirigentes progresistas se ha debido al apoyo de un sector cristiano vinculado a la Teología de la Liberación y a los movimientos populares. En la medida en que aquello fue perdiendo fuerza, han ocupado el espacio los sectores fundamentalistas, mayoritariamente evangélicos, pero también con una importante presencia del sector católico conservador. En esto ha influido también el cambio en la jerarquía. Hay que recordar que, en el 68, en Medellín, 400 obispos dieron el giro de la iglesia colonial hacia el cristianismo liberador.

¿En la proximidad, en España, como pinta el panorama?

Es uno de los fenómenos más preocupantes y peligrosos. Porque viviéndolo día a día y como analista del tema, voy observando el proceso de deterioro de lo que es el vino espumoso del cristianismo liberador y progresista en España, al vinagre totalmente imbebible, que no sirve siquiera para las ensaladas. El problema viene de lejos. Creímos que con la transición democrática había desaparecido el nacional-catolicismo. Consideramos que habíamos entrado en un Estado no confesional, laico, donde la religión iba quedar en el espacio privado, en la esfera de las conciencias y los lugares de culto, y que no iba a tener ninguna influencia en la vida política. Fue una gran equivocación, un espejismo, porque el nacional-catolicismo estaba agazapado y expectante para dar el salto y recuperar protagonismo. En la derecha política hay mucho franquismo y en la derecha católico mucho nacional-catolicismo. Cuando se dieron cuenta de que determinados planteamientos democráticos podían hacer aguas, saltaron a la palestra. La derecha y la extrema derecha política se han quitado la careta y están demostrando sus planteamientos autoritarios, neoliberales, conservadores… En la jerarquía, una quincena de obispos se va a identificar con todo esto. Así, un sector importante de la derecha, representada por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, y el propio Casado, que es un político de la derecha más conservadora e integrista, se ven legitimados religiosamente por todas estas organizaciones católicas integristas ¿Quién apoyó a Abascal?: Yunque, ente otros. Como compensación, Vox va incorporando a sus filas personas de estos grupos.

¿Forman parte también las distopías de esta corriente?

Las distopías han pasado de la literatura a convertirse en una realidad. Siempre se han apoyado en situaciones concretas, pero en este momento sí que se puede considerar que la ficción imita a la realidad, a nivel mundial y coordinado. Mientras las utopías siguen manteniéndose en el ámbito de la ficción, las distopías se han convertido en un relato de los hechos.

¿Converge de algún modo el cristiano-neofascismo con los negacionismos, tan en boga?

Hay un vínculo estrechísimo. El cristo-neofascismo se caracteriza por el negacionismo, y este lo que hace es reforzar el fenómeno distópico real. Es el caso, estos días, de la pederastia clerical. La actitud de los obispos hasta que ha salido el informe de El País ha sido negarla. O sea, negacionismo de la pederastia clerical ¿Cómo se hace? Diciendo son muy pocos casos, que la mayoría de los sacerdotes son ejemplares… No se le da importancia. Entonces, la distopía está legitimada precisamente por ese silencio, que lleva a la complicidad. Distopía de esta Iglesia, que está totalmente emponzoñada con un cáncer metastásico, y que, sin embargo, no se reconoce de ningún modo. Así se está legitimando el poder de una parte de la jerarquía católica sobre los cuerpos, las conciencias, la vida de las personas, que viven en situación de mayor vulnerabilidad. Otro ejemplo llamativo de negacionismo es el del cambio climático. Quizá la mejor prueba de que el negacionismo de este cristo-neofascismo, de esta derecha conservadora, homófoba, anti-ecológica, acaba desembocando en distopía.

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