El regreso de Laporta a la presidencia del Barça provoca una fuga masiva de socios azulgrana

Consta que se han dado de baja 4.332 socios, y esto antes de consumarse la salida del astro argentino Leo Messi del equipo

El Barça de Joan Laporta pierde socios. Desde su llegada a la presidencia se han dado de baja un total de 4.332 socios, según el registro oficial a 30 de junio del 2021, en relación con el censo de dos años antes, cuando todavía no se podía estimar el impacto de la pandemia, en la misma fecha del 2019.

Además, para analizar esta disminución no se debe tener en cuenta el efecto del puntapié a Leo Messi por parte del presidente, que se produjo a primeros de agosto, por la razón que el censo se cerró antes de saberse la no continuidad del delantero argentino, y además la renovación del carné coincide con el año natural, de forma que si los socios disgustados con el adiós de Messi no han renovado el carné, esto todavía no se ha reflejado en el censo.

A la vista de la caída de la asistencia al Camp Nou a lo largo de esta temporada, no se puede ser optimista. En la Liga, por ejemplo, la media de asistencia es la más baja de la historia moderna, con 46.299 espectadores en un Camp Nou afectado también por la renuncia de 20.000 abonados acogidos a la moratoria ofrecida por el club y por la lenta recuperación del turismo, pero también debida al poco entusiasmo de miles de abonados que han perdido las ganas de acudir regularmente al estadio.

Tampoco en los partidos más atractivos se ha alterado esta tendencia. Fueron 86.000 los espectadores del Barça-Real Madrid, ante los 93.000 del último clásico con público, y solo hubo 47.000 asistentes en el Barça-València. Se tocó fondo con 35.000 espectadores frente al Alavés.

La disminución del cuerpo social se ha convertido en otra frustración y decepción respecto a las enormes expectativas de la junta de Joan Laporta después de ganar las elecciones y suprimir, como primera medida, todas y cada una de las exigencias impuestas desde hacía diez años para darse de alta de socio. Hasta entonces, había que acreditar un primer nivel de consanguinidad con un socio, ser hijo, nieto o estar casado con un socio del FC Barcelona como limitación principal.

La otra puerta de acceso era el Carné de Compromiso, pagando previamente tres años de la cuota de socio sin serlo antes de entrar a formar parte de la familia azulgrana. Finalmente, se abrió una vía a través del Carné de Penyista demostrando dos años de antigüedad.

Por contra, la junta de Laporta apostó por la universalidad del acceso al carné, abierto a cualquier persona dispuesta a pagar la cuota anual, que este 2022 es de 190 euros. Lo hizo asegurando, prometiendo y augurando un aumento sustancial y seguro del número de socios. El fracaso resulta estrepitoso teniendo en cuenta que antes del final del verano, cuando se lanzó la campaña de captación por la vía de la liberación, ya se sabía que el Camp Nou volvería a abrirse.

Incluso con el aforo limitado en algún momento por las autoridades sanitarias, nunca ha sido necesario forzar un sorteo, porque la respuesta de los mismos socios abonados también ha sido fría y más bien baja, en la línea de este dato censal descendente. Los 4.332 socios que se han dado de baja demuestran, de forma inequívoca, que los barcelonistas no se han enganchado ni a la gestión de Laporta ni a esta apertura del libre mercado para el alta de socio. No ha habido efecto llamada sino, al contrario, un fracaso más.

Habría que remontarse a la última regulación del censo del club, realizada entre el 2012 y el 2013, cuando la junta directiva exigió acreditar la identidad de sus afiliados –cosa que supuso un descenso de golpe de más de 10.000 socios ‘fantasma’ que solo mantenían el carné para aprovecharse de los sorteos de entradas–, para encontrar un descenso de socios tan significativo. La pérdida evaluada se cifra en el 3,05% de la masa social, con un índice parecido de bajas en los socios de Barcelona ciudad (3,2%), un poco menor en el resto de Cataluña (2,4%) y más acusada (6,4%) en el bloque social integrado por los barcelonistas del resto del Estado y del extranjero.

Vuelve la reventa de entradas

Lo que más frustra a los abonados del Camp Nou es que no se les permite ocupar su asiento como han hecho toda la vida. Para acceder al estadio, la junta de Laporta impuso la modalidad de obligar a los abonados a comunicar al club su intención de ir a cada partido y recibir a cambio una entrada, un proceso que requiere antelación para decidir la asistencia una semana antes.

La pretendida justificación por las limitaciones de aforo por la pandemia nunca ha sido convincente, porque la demanda siempre ha estado por debajo de la capacidad permitida. La intención de la junta no es otra que conseguir así muchas y muy buenas localidades disponibles, contra el derecho y la libertad de los abonados de decidir de ir o no a los partidos cuando quieran. La consecuencia es que ha vuelto una reventa masiva que inunda los alrededores del Camp Nou cada partido, una reventa que la junta tolera y promueve con sus decisiones.

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