Manuel Castells abandonó, por voluntad propia y alegando motivos de salud, el Ministerio de Universidades la semana pasada. Su dimisión llegó por sorpresa y, según fuentes próximas, eran muy pocos los que sabían sus intenciones a los entornos políticos de los comunes, que fueron los que lo propusieron. Aun así, en saber que pensaba abandonar su carrera política, los pocos dirigentes de En Comú Podem que estaban al caso no escondieron que la decisión los aliviaba políticamente. Y es que la cuota de los comunes al gobierno español no estaba haciendo un papel político precisamente potente.
Cuando se le nombró, Ada Colau y los suyos esperaban tener así una voz firme y decidida dentro del ejecutivo español. Pero el papel de Castells ha sido discretísimo, no ha tenido relevancia ni cuando la actualidad le iba a favor, y la gestión de la nueva ley de Universidades estaba siendo un nido de conflictos dentro y fuera del ejecutivo de Pedro Sánchez. Además, lejos de defender en público posiciones claramente de los comunes, eludía debates e incluso aparecía en actos del PSOE. Dado el balance, más de uno respiró tranquilo cuando explicó la semana pasada que dejaba el ministerio. Lo que no gustó tanto es que marchara el mismo día que parte de la comunidad universitaria hacía huelga en contra de la ley que él preparaba.
