¿Por qué Dembélé no renovará con Laporta?

Dembelé

Los titubeos y contradicciones que generan internamente los diferentes intereses económicos y deportivos en el Barça son el mejor indicativo de que existen por lo menos cuatro tendencias divergentes y opuestas que, sin solución de continuidad, arruinarán también las operaciones abiertas o iniciadas para reforzar el equipo.

Las posiciones que chocan entre sí son hoy, por un lado, las exigencias de Xavi, el nuevo entrenador, que le ha metido el miedo en el cuerpo a Laporta, casi amenazándole con que no habrá Champions sin refuerzos arriba. Pide y pide mientras el presidente, loco por remover el mercado y negociar grandes contratos como en los viejos tiempos, no le dice que no y además agarra el rifle de la caza mayor para intentar cobrarse una pieza como Haaland.

Al minuto, Javier Tebas lo enfría y le dice, números auditados en la mano, que si algún club puede firmar al noruego ese es el Real Madrid. No sólo a Haaland, también a Mbappé, ha dicho, congelando esa vía.

Da igual porque Laporta sigue jugando a lo grande como si aún estuviera negociando con Messi. En su locura, a los periodistas les ofrece expectativas de primer nivel y se las justifica, también en ese trance de enajenación mental transitoria, con que aún puede llegar a un acuerdo con CVC.

Este es otro frente, el admitido por los propios ejecutivos, que han estado dando por hecho que se negociaba a través de Goldman Sachs para reabrir esa puerta. Curioso que esa confirmación de negociaciones se produce horas antes de que el propio club publica una nota, conjunta con el Real Madrid y el Athletic, anunciando una demanda contra el acuerdo CVC-LaLiga aprobado por la asamblea de los clubs que la integran, mayoritariamente.

Otras fuentes de la misma directiva, cada una de ellas por su cuenta y con un libreto distinto del CEO Ferran Reverter, susurran vengativamente que habrá bajas, despidos fulminantes, rescisiones de contrato y hasta traspasos sonados de esa “clase media” que ahora ha perdido crédito dentro de la propia estructura directiva y deportiva.

Se ha de ser ingenuo o un perfecto desconocedor del mercado, del fútbol y del Barça para articular mentalmente una ilusoria revalorización súbita de una plantilla humillada en la Champions y la posibilidad de traspasos que dejen dinero y liberen masa salarial.

Pero la directiva y los propios ejecutivos se lo creen y lo explican. Están así de desinformados y de desplazados de la realidad.

Para colmo, si había algún activo que podría revalorizarse, siempre y cuando aceptara quedarse, como es el caso de Dembélé, su rendimiento en los últimos partidos ha influido negativamente en el propio estado de ánimo de la junta, ejecutivos y técnicos a la hora de atraerlo para el Barça del futuro.

Los errores se han acumulado, pues mientras Xavi ha dicho que es el mejor del mundo en su puesto y Laporta, desquiciado, que es incluso mejor que Mbappé, el Barça le ha hecho llegar una oferta muy por debajo de esa calificación mientras que otros clubs le ofrecen mejores condiciones y posibilidades para su juego.

Ousmane Dembélé, además, ha pasado en varias semanas de ser un mal fichaje de Bartomeu a ser, según Xavi, un fenómeno mundial, motivo por el cual no se acaba de creer las verdaderas intenciones del club.

Dicho todo lo cual, cada departamento del club va por su lado, sin armonía ni concierto y así le va al equipo sin que hoy Xavi esté satisfecho con la plantilla ni con lo que tendrá, lo que llegará o lo que se irá, si es que se va alguien. De momento, ilusiona Dani Alves mientras se apaga la luz deslumbrantemente cegadora, aunque fugaz de Dembélé.

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