Miles de socios no podrán votar en el referéndum telemático de mañana sobre el Espai Barça

Además, esta votación no servirá de nada, puesto que prevalecen los acuerdos adoptados en la asamblea de compromisarios

Goldman Sachs

El referéndum de mañana domingo interesa más bien poco a los socios del Barça, conscientes que solo se trata de un trámite, un postureo democrático que de una manera u otra la junta directiva de Joan Laporta sacará adelante como sea. Esta sensación tan extendida y controlada por parte del aparato mediático y propagandístico del club tiene que ver con el hecho que miles de socios han intentado sin éxito comprobar su filiación al censo de votantes. Ni cuando se informó a los socios vía web ni en los días de comprobación del censo, ni las fechas límite del 6 y 7 de diciembre el procedimiento telemático funcionó como hacía falta.

Las quejas de miles de socios afectados no han tenido, sin embargo, respuesta ni atención por parte del club. De manera sistemática, el área social del FC Barcelona no ha reaccionado a las peticiones recurrentes de los socios que no han podido acceder a esta comprobación estatutaria ni han recibido ninguna explicación ni atención.

Lo peor es que miles de socios todavía no han podido saber ni aclarar esta confusión de la misma convocatoria, en la cual parece un requisito necesario para poder votar haber realizado previamente el trámite de comprobación de inscripción al censo, como si finalmente solo pudieran ejercer este derecho los barcelonistas previamente inscritos.

Nadie esperaba, sin embargo, que este referéndum obtuviera ningún tipo de popularidad, representatividad ni garantía democrática, y mucho menos proviniendo la iniciativa de un presidente como Joan Laporta, que ya manipuló y arregló la votación de la asamblea de octubre para eludir las explicaciones y las condiciones que los compromisarios plantearon antes de la suspensión de la votación en la primera convocatoria.

Los socios más sensatos pidieron reiteradamente que se aplazara la votación, o simplemente votar “no” en aquel momento y abrir un plazo más amplio de información y precisión antes de adoptar la trascendente decisión de solicitar 1.500 millones prestados a Goldman Sachs. Nadie duda, hoy, que fue premeditada la parsimonia asamblearia previa en el Barça-Madrid, y teatralizada la interrupción provisional antes de votar los dos puntos clave y comprometidos del orden del día: esta petición de ampliación del endeudamiento con Goldman Sachs y los cambios estatutarios para la supresión del único artículo que garantizaba el control económico y financiero de los socios.

Con la suspensión provisional, Joan Laporta pudo organizar una nueva asamblea de aquellas que más le gustan, con apenas 400 socios, la mitad de ellos visiblemente motivados, y la promesa no oficial de hacer un referéndum vinculante, solo de palabra, porque no se votó esta condición como propuesta. Suficiente para sacar adelante esta aprobación de situar la deuda crediticia, solo con Goldman Sachs, en 2.100 millones.

No hay que decir que, sea cual sea el resultado del referéndum telemático, continuará valiendo la aprobación asamblearia, único y supremo órgano soberano del FC Barcelona.

Las dudas y las incidencias sobre la falta de transparencia y credibilidad del formato, aumentadas por el hecho que la web del FC Barcelona se colapsó fácilmente y por la inservible utilidad de la consulta, han convertido el referéndum en otra farsa propia del laportismo. Una más.

Queda claro, por otro lado, que a la desafección general de los socios ante un referéndum inútil se ha añadido el impacto social de los últimos acontecimientos deportivos, como el fortísimo disgusto, por el fondo y por la forma, de la eliminación del Barça en la Champions League.

Los barcelonistas no se sienten en este momento estimulados ni muchos menos entusiasmados con la posibilidad de ejecutar las obras del Espai Barça cuando el equipo tiene hoy en perspectiva disputar la Europa League, es decir, una competición continental de segunda categoría, lejos de esta primera línea del fútbol mundial en la cual el Barça había competido y dominado en cuanto a juego y estilo desde el 2005, con la llegada de Ronaldinho y después durante la era Messi.

No es casual, como queda claro por el rendimiento y los resultados del equipo, que el Barça se haya hundido futbolísticamente después del puntapié de Laporta al “crack” argentino.

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